¿Quién recuerda a los Furbys? Estos peluches parlantes fueron toda una moda a finales de los 90 y principios de los 2000, hasta el punto de que provocaron pesadillas en miles de padres que no podían quitarse de la cabeza sus molestas voces. El suyo fue uno de los casos en los que el avance de la tecnología aumentó las posibilidades de los juguetes, ya que se suponía que estos muñecos eran capaces de aprender de los estímulos y las voces de su alrededor, para poco a poco ir dejando de usar su lenguaje inventado y empezar a hablar el de sus propietarios.

Espías adorables

Es esta capacidad de “aprender” el idioma y toda la campaña de marketing que la acompañó fueron las razones por las que estos juguetes se pusieron en la lista negra de la NSA, la agencia de seguridad de EEUU; ningún agente podía llevar uno de estos Furbys a las oficinas, y en caso de encontrar alguno debía contactar con seguridad inmediatamente.

Sin embargo, los Furbys no estaban tan avanzados, y el supuesto “aprendizaje” en realidad consistía en una serie de palabras pre-grabadas (en inglés en este caso) que se activaban después de un cierto tiempo reemplazando el inventado. Por tanto, no grababa las conversaciones ni los secretos de su alrededor, y así lo declaró el presidente de la compañía fabricante dejando en ridículo a la agencia que no se había molestado en comprobar lo que realmente hacía el juguete.

Fuente | Mental Floss