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El décimo lanzamiento de prueba de la Starship ha concluido con éxito. Tras varios vuelos malogrados en diferentes etapas, la compañía espacial de Elon Musk, SpaceX, ha conseguido completar la misión encomendada para poner a prueba el cohete más potente y la nave más grande jamás construidos.

El Super Heavy encendió los 33 motores que alberga en su parte inferior cuando el reloj marcaba la 1:30 de la madrugada del miércoles en España. Cohete y nave ascendieron desde la Starbase, el centro de lanzamiento que tiene SpaceX en Boca Chica (Texas, EEUU), rumbo al espacio y con el objetivo de probar las mejoras incorporadas en esta última versión.

Ya en el aire, se dirigieron rumbo al golfo de México —rebautizado como golfo de América por Donald Trump— sobre el que se realizó la separación entre el lanzador y la nave espacial Starship. Este fue un punto álgido de la madrugada, ya que la nave debía entonces emprender su vuelo en solitario empleando los 6 motores que incorpora.

El cohete Starship inicia su décimo vuelo de prueba

Para este décimo lanzamiento, el plan de vuelo de SpaceX no contemplaba el aterrizaje del cohete Super Heavy empleando el sistema Mechazilla, una torre con un par de brazos móviles que atrapa al vuelo el lanzador situada en la Starbase.

En este caso, se ejecutó una maniobra de amerizaje en el mismo golfo de México. Según ha comunicado SpaceX, el Super Heavy cayó en el lugar previamente establecido por los ingenieros de vuelo de la compañía.

Maniobra de recuperación con Mechazilla realizada en el séptimo vuelo SpaceX

Hasta aquí, la compañía espacial de Elon Musk ya contaba con cierta experiencia y algunos casos de éxito en los lanzamientos recientes. Sin embargo, a partir de la fase de vuelo en solitario de la nave Starship es cuando han aparecido luces y sombras.

Éxitos y tareas pendientes

"La Starship completó un ascenso completo y alcanzó la velocidad prevista, colocándose con éxito en una trayectoria suborbital", señalan desde SpaceX. Seguidamente, se completó el primer objetivo de la misión que fue el despliegue de ocho simuladores de satélites de Starlink de nueva generación, siendo esta la primera maniobra de este tipo que realiza la nave.

El "vehículo completó entonces el segundo reencendido en el espacio de un motor", demostrando también esta capacidad clave para futuros arranques para la maniobra de desorbitación.

Ya en pleno proceso de reentrada, SpaceX decidió someter a la Starship a un importante estrés estructural. La nave, según indican, pudo recopilar datos sobre el rendimiento de su escudo térmico y su estructura.

Estos dos últimos factores han sido determinantes a la hora de ejecutar el diseño de la última hornada de naves Starship. SpaceX estuvo probando diferentes geometrías, materiales y tipos de estructuras para que la nave espacial pudiera pasar indemne la maniobra de reentrada.

Según se pudo ver en las imágenes emitidas por SpaceX, dos alerones de la Starship sufrieron daños durante el proceso de desorbitación. Uno de ellos con desprendimiento de material leve, pero otro gravemente perjudicado durante la maniobra.

Alerón de la Starship gravemente dañado en su parte inferior (derecha de la imagen) SpaceX

El reingreso atmosférico puso igualmente a prueba el escudo térmico, compuesto por una nueva generación de placas hexagonales que, a falta del informe oficial, parecen haber rendido de forma satisfactoria.

Precisamente, conseguir un escudo térmico fiable y capaz de resistir varios vuelos espaciales consecutivos, es crítico para que los planes de Elon Musk se cumplan. Tradicionalmente, esta parte no estructural, pero sí crítica, de las naves es revisada y parcialmente reparada después de cada reingreso.

Sin embargo, el propósito del multimillonario sudafricano pasa por la reutilización masiva de las naves espaciales, con periodos mínimos de estancia en la superficie terrestre que son incompatibles con la sustitución de las placas térmicas.

Esa necesidad conduce obligatoriamente a conseguir un diseño de escudo térmico muy resistente y reutilizable. Algo que históricamente se ha conseguido, aunque con aproximaciones diferentes.

El ejemplo más directo es el transbordador espacial de la NASA. Estos vehículos contaban con un escudo térmico reutilizable para varias misiones, aunque algunas partes tuvieron que ser cambiadas o reparadas con cierta frecuencia.

"Confiamos en crear un escudo térmico orbital totalmente reutilizable", declaró el propio Musk el pasado lunes, durante una charla difundida por la red social X.

La nave Starship, a punto de amarar en el Índico SpaceX

El magnate dueño de SpaceX también comentó que se "requerían muchos vuelos y muchas iteraciones para determinar sus puntos débiles y dónde debemos modificar el diseño, ya sea reforzando las placas, cambiando el espacio entre ellas o lo que hay debajo".

De vuelta al décimo vuelo de prueba, desde la compañía espacial se apunta a que la Starship "llegó a su punto de amerizaje en el océano Índico". Según se pudo ver en la retransmisión en directo, la nave cayó a unos 20 metros de la boya que marcaba el punto exacto. Todo un éxito logrado por primera vez.

No obstante, la Starship, al tocar la superficie del agua, explotó. SpaceX no se ha pronunciado al respecto y, por el momento, se desconocen las causas.

Esta fase final del vuelo es otra de las tareas pendientes del equipo de ingenieros de Musk. El objetivo de la compañía es recuperar, empleando también el Mechazilla, la nave espacial para colocarla en el menor tiempo posible encima de un cohete Super Heavy y realizar así un nuevo lanzamiento.

Luna y Marte

En el núcleo de todos estos propósitos de reutilización está la finalidad de SpaceX de convertirse en un actor clave en los vuelos hacia la Luna y Marte, además de incrementar la capacidad de poner satélites en órbita empleando la Starship.

SpaceX es uno de los principales contratistas de la NASA para llevar a cabo la vuelta del humano a la superficie lunar a través del programa Artemis. En particular, según los últimos planes de la agencia espacial estadounidense, los astronautas pisarán el satélite natural entre agosto y septiembre de 2027.

Lo harán como parte de Artemis 3, la tercera de las misiones que componen el programa. Para entonces, SpaceX deberá tener listo el Human Landing System (HLS), que no es otra cosa que una nave Starship especialmente modificada para llevar a la tripulación desde la órbita lunar hasta la superficie del satélite.

Si todo va según lo previsto, una nave Orión se acoplará en la Starship HLS para que parte de la tripulación pase a la plataforma de SpaceX. Una vez en el interior, emplearán la Starship para bajar a la superficie y contar con un módulo de supervivencia mientras se encuentren allí.

Diseño por ordenador del HLS para Artemis 3 SpaceX

Una vez terminada la estancia lunar, el HLS regresará a la órbita para reacoplarse con la nave Orión que deberá llevar de vuelta a la Tierra a los astronautas. Para conseguir todo esto, la nave deberá pasar antes un complejo periodo de certificación por parte de la NASA.

Este esquema requerirá un esfuerzo muy importante de toda la cadena de producción y operaciones de SpaceX. Según los planes publicados, la compañía de Musk enviará varias Starship al espacio que proporcionarán combustible al HLS en su camino hacia la Luna.

Por lo tanto, otra de las tareas pendientes será conseguir ejecutar el reabastecimiento de combustible de forma satisfactoria para que el HLS llegue con la suficiente carga a la órbita lunar.

Tampoco está muy claro cómo será realmente el HLS. Más allá de los diseños por ordenador publicados por SpaceX, se desconocen algunos detalles clave, como las instalaciones habitacionales o el método de alunizaje que elegirán.

Si ya parecía apremiante la necesidad de completar la nave espacial, Musk ha repetido en varias ocasiones la intención de enviar las primeras Starship a Marte el próximo año. Serán, según ha comentado, solamente de carga y con los robots humanoides Optimus como únicos ocupantes.

La elección del 2026 responde a la apertura de una ventana de lanzamiento óptima en noviembre de ese mismo año y con la llegada programada al planeta rojo en julio del 2027.

Idea de SpaceX para establecer una colonia en Marte SpaceX

Esta ventana aparece únicamente cada dos años, por lo que un fracaso en la del próximo conduciría al retraso del primer lanzamiento marciano de la compañía hasta el 2028. Se trata de algo que ha apuntado el propio Musk, que da una probabilidad del 50% de que el viaje inaugural ocurra en 2026.

En una presentación realizada el pasado mayo, Musk dijo que su objetivo es lanzar entre 1.000 y 2.000 naves a Marte cada dos años —para aprovechar la ventana— con el fin de establecer rápidamente un asentamiento humano permanente y autosuficiente. Algo que, hoy por hoy, parece ciencia ficción.