Los más de tres años desde el comienzo de la invasión de Ucrania no han podido con la industria armamentística ni con el Kremlin de Moscú. Tanto es así, que incluso Putin regresa con su amenaza sobre una Tercera Guerra Mundial tras los últimos movimientos de Trump.
Al otro lado del Atlántico, según un reciente informe de la inteligencia estadounidense, Rusia está integrando un nuevo misil nuclear aire-aire a sus cazas, una capacidad que estaba prácticamente desuso desde la Guerra Fría.
El reporte ha sido publicado por la Agencia de Inteligencia de Defensa del Pentágono (DIA), dependiente del Departamento de Defensa de Estados Unidos, donde explican los pasos de Moscú en su expansión nuclear.
Este tipo de misil era un arma relativamente común dentro de la Fuerza Aérea de la Unión Soviética durante la Guerra Fría, pero desde entonces ha ido perdiendo cada vez más protagonismo a favor de otros formatos de munición. Hasta ahora.
El documento, de 45 páginas, reúne información de los analistas de inteligencia estadounidenses sobre los principales países que suponen una amenaza para sus intereses. La información de Rusia ocupa 4 caras, en las que se mencionan, sin entrar en muchos detalles, los últimos avances.
"Rusia está ampliando sus fuerzas nucleares añadiendo nuevas capacidades, incluidos misiles aire-aire nucleares", señalan, sin detallar de qué modelo de misil en particular se trata.
MiG-31 equipando un R-37M
Sin embargo, desde TWZ explican que, a pesar de referirse a nuevas capacidades, lo más seguro es que se trata de una referencia al R-37M, un misil aire-aire de muy largo alcance que tiene la denominación AA-13 Axehead (Cabeza de hacha) en la OTAN.
La inteligencia estadounidense también indica que Rusia cuenta con unas 1.550 ojivas estratégicas desplegadas y hasta 2.000 no estratégicas. Las primeras son las que se integran en armas capaces de arrasar ciudades, mientras que las segundas son para ataques más limitados.
Cabeza de hacha
El R-37 es uno de los misiles más modernos de cuantos tiene Rusia actualmente en servicio. Está desarrollado por la compañía JSC basándose en el diseño del R-33, un misil de los años 70.
Esta nueva arma dio sus primeros pasos en la segunda mitad de los años 80, con el primer vuelo registrado en 1989. Si bien el programa avanzó durante los 90, se cree que a finales de esa década quedó en pausa por los problemas económicos que atravesaba el país.
Con el impulso de Moscú al caza MiG-31 pocos años después, el R-37 renació inmerso en un proceso de modernización para la integración de sistemas avanzados, como puede ser un radar, y propulsión mejorada.
Esta nueva variante recibió el nombre de R-37M (M de modernizado) y, oficialmente, ejecutó su primer lanzamiento en 2011 a bordo de un MiG-31, tal y como estaba previsto. El proceso de prueba se remató en 2014 y la fábrica entregó la primera unidad en 2018.
Desde entonces, el Cabeza de hacha se ha convertido en uno de los misiles que los efectivos aéreos ucranianos ven con más temor, recrudeciéndose la situación a raíz de la presente guerra, donde se ha empleado en multitud de ocasiones.
En marzo de 2023, cuando se cumplía un año del comienzo de la invasión rusa en Ucrania, los medios del Kremlin anunciaron que el R-37M ya había participado en varias misiones. "Ha demostrado la mayor eficacia durante la operación militar", afirmaban desde Sputnik.
"El misil R-37M fue utilizado en el derribo de cazas ucranianos Su-27 y MiG-29, aviones de asalto Su-25, bombarderos Su-24M, helicópteros de vuelo bajo y varios drones, incluso los Bayraktar", haciendo referencia a los drones turcos.
"Al mismo tiempo, ha demostrado una gran eficacia a la hora de alcanzar objetivos que maniobran con sobrecargas elevadas", añadieron. La principal diferencia del despliegue anunciado por Moscú en 2023 y el actual es la cabeza de guerra nuclear, según EEUU.
El R-33 en el que se basa el nuevo misil ya contaba con compatibilidad para integrar ojivas nucleares en su interior. De ahí que los analistas apunten a que Rusia puede haber empleado todo ese conocimiento para aplicarlo en el R-37M.
Este tipo de cabeza de guerra radiactiva se emplea para la destrucción de grandes formaciones de aeronaves de guerra o misiles de gran calibre.
Desde el mismo medio ruso también informaron que el R-37M con el que cuentan las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia supera en características su variante de exportación, algo común en la industria, con mención especial a la cabeza de guerra.
Esto cobra mucha importancia porque los únicos datos disponibles de forma oficial del misil son los relativos a esa versión de exportación, por lo que las capacidades reales son secretas.
RVV-BD, la versión de exportación del R-37M
El R-37M de exportación, llamado RVV-BD, pesa 510 kilogramos y mide 4 metros de largo, 38 centímetros de diámetro y 72 centímetros de envergadura teniendo en cuenta los alerones.
En cuanto a la cabeza de guerra, cuenta con compatibilidad para ojivas de alto explosivo y fragmentación. Mientras que la posibilidad de nuclear se reserva para el modelo de uso interno para Rusia.
Otro punto esencial del misil es su rango y velocidad. Según algunas estimaciones, el R-37M tiene un radio de acción que puede alcanzar los 300 kilómetros gracias a un sistema de navegación que va recibiendo actualizaciones desde la aeronave que lo ha disparado.
En cuanto a la velocidad, existen algunos reportes que indican que puede superar los 5.000 kilómetros por hora. Los medios rusos suben incluso más la cifra y apuntan a los 7.400 km/h, unas 6 veces la velocidad del sonido, en pleno terreno hipersónico.
Además del MiG-31 antes mencionado, se conoce que este modelo de misil puede integrarse en los cazas Su-35S y Su-57. Este último es una de las aeronaves de guerra más modernas de Rusia.
Las armas de Putin
En relación con las armas de destrucción masiva, la DIA apunta a que Rusia está ampliando su posición nuclear hacia Bielorrusia "mediante el establecimiento de capacidades de misiles y aeronaves con capacidad nuclear".
También está llevando a cabo la "renovación de un lugar de almacenamiento" de este tipo de armamento radiactivo, así como el "entrenamiento de tripulaciones bielorrusas para el manejo de armas nucleares tácticas".
Este último tipo de ojivas son las que se emplean para realizar operaciones quirúrgicas. Se integran en munición de relativo bajo calibre, como obuses, para alcanzar objetivos cercanos de baja protección e importancia.
Un misil Kinzhal acoplado a un MiG-31.
Desde prácticamente el comienzo de la invasión, Putin lleva amenazando a los países de la OTAN que ayudan a Ucrania con emplear armas nucleares tácticas en el campo de batalla. Sin embargo, todavía no ha cruzado esa línea.
El personal de la inteligencia estadounidense piensa que es "muy poco probable que Rusia use armas nucleares en el conflicto". A menos que sus dirigentes "consideren que enfrentan una amenaza existencial para el régimen".
Si bien el incremento del número de las cabezas nucleares parece haberse estabilizado en los últimos tiempos, "Rusia probablemente esté ampliando las capacidades de sus programas de guerra química y biológica", apuntan en el documento.
Moscú "empleó agentes nerviosos de cuarta generación en asesinatos selectivos en 2018 y 2020 y empleó agentes basados en productos farmacéuticos en operaciones especiales en 2002 y 2005".
"Rusia sigue utilizando agentes antidisturbios y cloropicrina en operaciones en el campo de batalla en Ucrania, pero es casi seguro que no ha utilizado sus agentes nerviosos de cuarta generación" en este mismo conflicto.