Oliver Laxe, director gallego de cine, lleva varios años en la cresta de la ola de la industria cinematográfica por películas como 'Lo que Arde' y 'Sirat', estrenada recientemente y por la que ha ganado el Premio del Jurado en el festival de Cannes.
El cineasta es una figura que respeta enormemente la esencia del ser humano en todas sus obras, profundizando en las contradicciones de la especie y apostando por hondas reflexiones. Así, como era de prever, se muestra contrario al empleo de la inteligencia artificial en sus producciones.
En una entrevista, el también guionista ha manifestado que "ningún algoritmo puede reproducir el alma humana". La IA, sostiene, no puede capturar la "fragilidad" de lo humano, mientras que una cámara sí puede.
La oleada de actualizaciones de herramientas de inteligencia artificial, encabezadas por ChatGPT, Grok y Gemini, también tienen funcionalidades que podrían servir de utilidad a la hora de producir una película, por ejemplo para obtener información documental o agilizar los procesos de edición de vídeo.
No obstante, es complicado que, en un ámbito que reivindica la creatividad y lo humano como máxima, surja un amplio apoyo a los nuevos algoritmos.
Por lo tanto, es habitual que surjan voces críticas sobre la implementación de la inteligencia artificial en su ámbito profesional. En el caso de Laxe, más que censurarla, ha mostrado indiferencia.
En la entrevista con Álex Fidalgo, periodista y conductor del podcast Lo que tú digas, ha indicado que no le preocupa la existencia de las herramientas de IA y que no hay que "dedicar mucho tiempo a pensar en ello porque el bien se impondrá".
El cineasta, nacido en París en 1982 pero que con 6 años se trasladó a Galicia con su familia, ha recalcado que no tiene interés en explorar las herramientas de IA porque prefiere trabajar "con la gente".
Además, compara la producción de escenas con IA con las películas de "dibujos animados", que contrasta con su visión del cine, que lo considera como un arte que "penetra en el metabolismo humano". Argumenta, a su vez, que no ve replicable en la inteligencia artificial la "sensualidad o la sensorialidad de la imagen".