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Las claves

Donald Trump ha vuelto a sacudir el tablero internacional con un anuncio que recuerda a los días más tensos de la Guerra Fría. A través de sus redes sociales, el presidente estadounidense comunicó por sorpresa que ha ordenado al Pentágono —rebautizado por su Administración como Departamento de Guerra— reanudar “de forma inmediata” las pruebas de armas nucleares.

El líder republicano justificó su decisión en la necesidad de mantener la paridad estratégica frente a Rusia y China, las otras dos grandes potencias nucleares.

“Debido a su tremendo poder destructivo, odiaba tener que hacerlo, pero no he tenido opción”, escribió Trump en Truth Social, asegurando que Washington debe estar “en igualdad de condiciones”.

El anuncio llega en un contexto de creciente militarización del discurso global. En los últimos meses, tanto Moscú como Pekín han elevado el tono en materia de defensa estratégica.

Rusia ha intensificado sus ejercicios con misiles hipersónicos, ha trasladado ojivas nucleares tácticas a Bielorrusia y ha probado con éxito el misil de crucero de largo alcance con propulsión nuclear Burevéstnik, concebido como la respuesta del Kremlin al escudo antimisiles de Estados Unidos; China, por su parte, ha ampliado sus silos de misiles en Xinjiang y multiplicado sus pruebas de capacidad espacial dual.

El presidente ruso Vladímir Putin escucha al jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas rusas, Valeri Guerásimov, mientras visita el centro de mando del ejército en el transcurso del conflicto entre Rusia y Ucrania, en un lugar no identificado. Reuters

A ello se suma la ruptura de varios acuerdos de control armamentístico, como el Tratado de Cielos Abiertos o la suspensión por parte de Moscú del Nuevo START, (firmado en 2010 por Medvédev y Obama), el último pacto vigente que limitaba los arsenales estratégicos de Estados Unidos y Rusia.

“Estamos ante una estrategia que ya no sorprende: una nueva escalada verbal en torno a lo nuclear”, advierte a El Observatorio de la Defensa de EL ESPAÑOL Francisco José Dacoba, general de brigada retirado y exdirector del Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE). “Forma parte de un repunte global de la retórica”, añade, aunque subraya que refleja “un nuevo clima de tensión estratégica”.

En su opinión, esta dinámica se refleja también en las recientes declaraciones de Vladímir Putin, quien “aseguró que tiene un arma con alcance global que podría permanecer en vuelo de forma permanente”. “En esa dinámica, China es más discreta, pero de aquí a 2030 —que es pasado mañana— podría tener mil cabezas nucleares”, añade Dacoba.

El general considera que esta “verborrea nuclear” evidencia el deterioro progresivo del orden internacional. “Vivimos un ambiente de verborrea al alza, pero esta puede ser antesala de conflictividad global”, advierte.

Tras la “época feliz” de estabilidad posterior a la caída del Muro de Berlín, observa “un repunte de conflictos armados, en principio convencionales, acompañado de una retórica nuclear creciente”.

Las potencias intermedias

El exdirector del IEEE sostiene que muchos países intermedios están observando y aprendiendo de este clima. “Ucrania fue invadida tras haber cedido en 1994 un tercio de su arsenal nuclear, hoy, de conservarlo, sería la tercera potencia”, recuerda.

“Ucrania aceptó en diciembre de 1994, en el Memorándum de Budapest, transferir a la nueva Rusia parte del vasto arsenal nuclear soviético que había quedado en su territorio tras la disolución de la URSS, aproximadamente un tercio del total”, indica el general Dacoba.

“A cambio, Moscú se comprometía a respetar la integridad territorial de Ucrania. Si no hubiera cedido aquellas armas, hoy sería la tercera potencia nuclear del mundo y, por supuesto, no habría sido invadida”, añade.

“Esas potencias intermedias están tomando nota —añade—. Las instalaciones nucleares de Irán han sido atacadas; en el Pacífico, Japón y Corea del Sur se plantean opciones; Arabia Saudí también. Incluso en la Unión Europea empiezan a oírse voces que, ante dudas sobre el compromiso de Trump, se preguntan si la UE podría ser actor nuclear”.

“Una bravata más”

Más escéptico con las palabras del mandatario se muestra Francisco J. Girao, director de Defensa, Seguridad y Aeroespacial de ATREVIA, quien resta dramatismo al anuncio. “Podemos circunscribir las declaraciones de Trump a la clásica bravata a la que nos tiene acostumbrados”, explica a El Observatorio de la Defensa de EL ESPAÑOL.

A su juicio, los mensajes del presidente responden “más a gestos retóricos que a decisiones de fondo”, algo que ilustra con el refrán de “perro ladrador, poco mordedor”. “Con frecuencia, Trump tiene que recular y desdecirse, aunque solo sea por la vía de los hechos”, añade.

Girao subraya que, pese al secretismo inherente a los programas nucleares de cualquier potencia, “se trata de una declaración más de carácter político”. En su opinión, “probablemente se quede en eso, en palabras”.

Algo que ya se ha encargado el propio Trump, de matizar este jueves, al puntualizar que su anuncio de reanudación inmediata de pruebas nucleares está enfocado en conseguir la «desnuclearización» e incluir a China en las negociaciones de los tratados de no proliferación con Rusia.

“Doctrina Gerasimov”

Fuentes militares consultadas por EL ESPAÑOL coinciden en que las declaraciones de Trump se inscriben en una escalada verbal global, donde “la retórica y los faroles” entre potencias no implican una amenaza inmediata, pero sí un peligroso cambio de tono.

Es preocupante su giro discursivo: de presentarse como pacificador y aspirar al Nobel de la Paz, a amenazar con reanudar las pruebas nucleares y flexionar el músculo nuclear”, señalan con cierta incredulidad.

Las mismas fuentes advierten del riesgo que entraña la “doctrina Gerasimov”, desarrollada por el general Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor ruso.

A diferencia de otras potencias, Moscú contempla su arsenal nuclear como una herramienta más de disuasión estratégica, dentro de la lógica de “escalar para desescalar”: usar la amenaza —o incluso el empleo limitado— de armas nucleares para forzar al adversario a detener una guerra convencional o a negociar.

“Rusia considera que puede escalar y desescalar un conflicto nuclearmente igual que uno convencional”, subrayan.

“Eso implica que podrían usar un arma nuclear táctica y luego volver a la guerra convencional, una perspectiva que ninguna otra potencia comparte y que aumenta el riesgo de un error de cálculo”, aseguran las fuentes militares.

Tres décadas sin pruebas nucleares

La última prueba nuclear realizada por Estados Unidos data de 1992, antes de que el presidente George H. W. Bush decretara una moratoria al finalizar la Guerra Fría. China, pese a haber modernizado su arsenal, no ensaya desde 1996, y Rusia no ha llevado a cabo ningún test confirmado desde 1990.

Desde la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN) también han criticado este jueves al presidente estadounidense Donald Trump por reanudar las pruebas nucleares en su país tras 33 años de moratoria, y asegurando que ello le aleja de ganar el Nobel de la Paz, un premio que esta organización obtuvo en 2017.

Así lo subrayaba la directora ejecutiva de ICAN, Melissa Parke, en un comunicado, donde indicaba que la decisión de Trump es "una escalada innecesaria e imprudente de la amenaza nuclear"

El anuncio de Trump no solo reabre viejos fantasmas, sino que marca un inquietante retorno al lenguaje de la disuasión nuclear, en un momento en que las potencias vuelven a medir fuerzas en el terreno de la intimidación estratégica.