Hace ya más de un mes que la Casa Blanca ordenó el despliegue naval militar en el sur del mar Caribe, frente a las costas de Venezuela. En el punto de mira, según apuntó el propio Trump, embarcaciones cargadas de estupefacientes dispuestas a hacer llegar su mercancía hasta Estados Unidos.
La primera interceptación naval ocurrió el 2 de septiembre y, desde entonces, varias operaciones similares han ocurrido durante estas semanas. Según los últimos datos aportados por el Departamento de Defensa de EEUU, al menos 21 personas han fallecido a consecuencia de las operaciones de las Fuerzas Armadas comandadas desde Washington.
Durante su discurso en la base naval de Norfolk, este domingo Trump apuntó la posibilidad de iniciar maniobras terrestres —lo que significaría entrar en territorio venezolano— al no encontrar ya narcos en el mar. "Ahora tendremos que empezar a buscar por tierra", aseveró el presidente estadounidense.
Casi al mismo tiempo, el secretario de Defensa de EEUU, Pete Hegseth, afirmó en una entrevista en Fox News que contaba con autorización plena para realizar ataques militares contra embarcaciones sospechosas de transportar estupefacientes frente a las costas de Venezuela.
"Están catalogadas como organizaciones terroristas extranjeras", dijo Hegseth.
"Si estás es nuestro hemisferio, si estás en el Caribe, si estás al norte de Venezuela y quieres traficar con drogas a Estados Unidos, eres objetivo legítimo del ejército", recalcó el secretario de Defensa.
La respuesta del presidente venezolano, Nicolás Maduro, no se hizo esperar. Poco después del anuncio de Trump en Norfolk, publicó un mensaje en su canal de Telegram condenando la agresión estadounidense y afirmó que el país contaba con mayor apoyo diplomático que antes del despliegue.
"Nuestro pueblo nunca ha tenido ni tendrá miedo defender su derecho a vivir y ser libre", aseguró Maduro en el vídeo. "Estaremos preparados para afrontar cualquier escenario".
Despliegue de EEUU
Los efectivos estadounidenses desplegados en la región conforman una fuerza de espectro amplio en el panorama naval, y con capacidad para ejecutar un desembarco con cobertura aérea.
De hecho, se trata de una movilización varios órdenes más extensa y potente desde el prisma militar que las empleadas tradicionalmente para operaciones de contrabando, donde priman los buques patrulleros y carece de sentido cualquier capacidad de proyección anfibia.
El despliegue incluye destructores de la clase Arleigh Burke, un submarino de ataque nuclear clase Virginia y plataformas anfibias especialmente concebidas para operaciones de desembarco.
En el plano anfibio, los elegidos para el periplo venezolano han sido el Grupo Anfibio de Despliegue Iwo Jima y la 22ª Unidad Expedicionaria de Infantería de Marina.
Grupo Anfibio Iwo Jima
El Grupo Iwo Jima está compuesto por ese mismo Escuadrón Anfibio Nº8, embarcado a bordo del buque de asalto anfibio clase Wasp también llamado Iwo Jima, y dos buques de transporte anfibio clase San Antonio —el propio USS San Antonio y el USS Fort Lauderdale—.
Por su parte, en cuanto a la rama aérea, se sabe que Estados Unidos ha movilizado un número no desvelado de cazas F-35 en bases de Puerto Rico y Curaçao, proporcionando apoyo y capacidad de recolección de información gracias a que este modelo de aeronave puede pasar desapercibido a los radares.
Como complemento a los cazas, también ha desplegado aviones de patrulla marítima P-8A Poseidón y drones MQ-9B Sea Guardian de General Atomics. Ambas plataformas están centradas en la realización de misiones de reconocimiento y asignación de objetivos en el entorno marítimo.
Fuentes del Comando Sur de Estados Unidos, citadas por Army Recognition, han confirmado que centros de fusión de inteligencia en Cayo Hueso (Florida) y Puerto Rico están coordinando la vigilancia desde plataformas espaciales y aéreas.
De esta forma, pueden proporcionar "un seguimiento casi en tiempo real de los presuntos buques de narcotráfico y movimientos paramilitares a lo largo de la costa venezolana".
Esta recolección de información y análisis de inteligencia proporciona a Estados Unidos una visión global de la situación en Venezuela. Un elemento clave si, desde la Casa Blanca, deciden ejecutar un desembarco.
MQ-9B SeaGuardian
Este último escenario iría, por tanto, acompañado de una entrada en espacio aéreo y marítimo venezolano, algo que desde Caracas ya han dicho que ha ocurrido en las últimas semanas. Asimismo, también serviría para la ejecución de ataques de precisión a más distancia contra infraestructuras identificadas como críticas para la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.
Militarización de Venezuela
Mientras desde Estados Unidos el relato militarista se ha ido incrementando paulatinamente en las últimas semanas, desde Caracas optaron por la movilización masiva desde prácticamente el primer momento.
Según el presidente Nicolás Maduro, unos 4,5 millones de civiles han sido armados y entrenados con el objetivo de crear una amplia red de milicianos desplegados por todos los rincones del país caribeño.
Estas fuerzas de guerrilla, aunque equipadas con material pobre, podrían ejercer una resistencia asimétrica importante en caso de un desembarco estadounidense o del sostenimiento de una campaña prolongada en el tiempo. Un formato que en otras latitudes y longitudes —como Irán y sus fuerzas proxy— tienen ampliamente asimilado.
La rama naval de la Fuerza Armada venezolana, aunque amplia en número, no cuenta con un mantenimiento correcto ni una instrucción de las dotaciones de primer orden. Ambos factores son tan determinantes como limitantes en caso de una defensa marítima apropiada.
Asimismo, la espina dorsal de la Fuerza Aérea comandada desde Caracas se compone, fundamentalmente, de cazas Sukhoi Su-30MK2, una aeronaves basadas en cazas soviéticos y mantenidos gracias a la asistencia directa de Rusia.
También cuentan con cazas F-16 más antiguos y, presumiblemente, en peor estado por los diferentes embargos que impiden la entrada de piezas de esta aeronave de fabricación estadounidense.
