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Hamás aplaza su respuesta al ultimátum de Donald Trump. El sector menos posibilista de la milicia palestina mantiene sus reservas sobre "el plan de paz" de 20 puntos que presentó el lunes la Casa Blanca. El aspecto más delicado para la cúpula es el capítulo del desarme. Es difícil renunciar no sólo a la gobernabilidad, sino también a las armas, sin obtener a cambio una serie de garantías relacionadas con la retirada militar israelí de Gaza.

Ningún miembro de Hamás confía en la Fuerza Internacional de Estabilización (ISF) que pretende velar por la seguridad del enclave. Sobre el papel, el contingente militar dependerá de Estados Unidos y los países árabes. Pero necesitan certezas. No consideran suficiente poner fin a dos años de guerra, facilitar la llegada de ayuda humanitaria, evitar la expulsión masiva de los gazatíes o la promesa de amnistía para los miembros arrepentidos del grupo.

El movimiento islamista sigue deliberando cuál debe ser su respuesta con otras facciones armadas de la resistencia palestina, como la Yihad Islámica, cuyo secretario general, Ziad Nakhala, rechazó desde el primer momento una propuesta que no ofrece ningún calendario para hacer efectiva la retirada de la Franja de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI).

Un sector mayoritario de la sociedad gazatí pide a Hamás aceptar la oferta para aliviar cuanto antes el sufrimiento. De hecho, algunos líderes locales del movimiento islamista, como el alcalde de Jan Yunis, Alaa al Din al Batta, solicitaron una reunión virtual conjunta para "aceptar de inmediato" el plan de Trump. Una decisión que, sin embargo, comparó con "beber veneno".

Los combatientes de las Brigadas Al Qassam, brazo armado de Hamás, también acusan el desgaste de la guerra y tienden hacia el .

En paralelo, el mencionado al Batta propuso crear un equipo negociador nacional liderado por la Autoridad Palestina de Mahmud Abás y respaldado por Arabia Saudí, Egipto, Catar y Turquía para limar los vértices más punzantes del plan de la Casa Blanca.

No obstante, la mayoría de los países árabes e islámicos dieron su visto bueno a la hoja de ruta de Trump. En esa lista figuran, entre otros, Catar y Turquía, dos países que han cobijado —y cobijan— a los líderes de Hamás.

De momento, la presión sobre Hamás es estéril. Según adelantó este miércoles el canal saudí Al-Hadath, la milicia palestina pidió este miércoles más garantías a Catar y Turquía. Sus líderes quieren "aclaraciones a los mediadores sobre varias cláusulas del plan" antes de mover ficha.

El buró político de Hamás, que no participó en la redacción del texto de 20 puntos, podría aceptar la versión inicial del borrador que supervisaron la pasada semana los líderes de Arabia Saudí, Catar, Emiratos Árabes Unidos y el resto del mundo árabe. Una versión que no coincide con la que hizo pública la Casa Blanca el pasado lunes.

Y es que Benjamin Netanyahu retocó varios puntos del documento inicial y retiró uno. El primer ministro israelí y su mano derecha, el titular de Asuntos Estratégicos, Ron Dermer, consiguieron introducir una serie de cambios en los apartados que fijaban las condiciones y el calendario para la retirada militar israelí de Gaza. La concesión no sentó bien a los países árabes.

La propuesta actual vincula su retirada militar del enclave al progreso en el desarme de Hamás y concede a Israel un derecho de veto sobre el proceso, según Axios. Además, permite a las FDI permanecer en Gaza hasta que el enclave palestino "esté debidamente asegurada contra cualquier amenaza terrorista resurgente". Una cláusula que permite prolongar sine die la ocupación.

De todos modos, el enviado especial de Trump, Steve Witkoff, deslizó el lunes que el plan puede seguir siendo objeto de cambios. "Tenemos mucho apoyo. ¿Hay detalles que ajustar? Sí. Pero ya conocen al presidente Trump... él va a presionar a todos", declaró el inversor inmobiliario neoyorquino, coautor del documento de 20 puntos junto al yerno de Trump, Jared Kushner, y el ex primer ministro británico Tony Blair, que se perfila como gobernador de Gaza.

En este sentido, el emir de Catar, Tamim bin Hamad Al Thani, volvió este miércoles a conversar por teléfono con Trump sobre su plan para Gaza.

Pero el mandatario estadounidense había dado a Hamás un ultimátum de "tres o cuatro días" para aceptar su propuesta o ser aniquilado. "Si Hamás rechaza el acuerdo, Bibi, tendrás todo nuestro respaldo para hacer lo que tengas que hacer", trasladó al primer ministro israelí durante su comparecencia conjunta del lunes.

Hamás sospecha, como los demás actores implicados en las negociaciones, que Trump tiene prisa por cerrar el acuerdo dada la proximidad del anuncio del ganador del premio Nobel de la Paz, un galardón que ambiciona desde que lo ganó el expresidente Barack Obama, su némesis. El comité noruego lo dará a conocer el 10 de octubre.

En su discurso del martes desde la base de Quantico (Virginia), donde su secretario de Guerra, Pete Hegseth, había reunido a los altos mandos militares para una cita sin precedentes, Trump aseguró que sería un "insulto" para Estados Unidos que no le dieran el Nobel después de haber resuelto al menos siete conflictos internacionales, según el recuento fabricado del Departamento de Estado.

El inquilino de la Casa Blanca necesita contar con el apoyo de Catar, en cuya capital residen los líderes de Hamás que huyeron de Gaza, para materializar su plan. Sólo así podría tener cierta consistencia su candidatura para el Nobel de la Paz.

Por eso, Trump firmó este miércoles una orden ejecutiva que vincula la seguridad del Emirato con su seguridad nacional. En adelante, según recoge el texto, Washington tomará "todas las medidas legales y apropiadas —incluidas acciones diplomáticas, económicas y, si fuera necesario, militares— para defender" en caso de ataque a la petromonarquía del Golfo.

Fractura(s) interna(s)

Hamás no es el único integrante de la resistencia palestina dividido sobre el plan de Trump. Tampoco hay consenso en el seno de Fatah y la Autoridad Nacional Palestina (ANP). El veterano dirigente Abbas Zaki , miembro del Comité Central de Fatah, calificó este miércoles la propuesta como un "acta de rendición" que convierte Gaza en "una zona sujeta a experimentos y a una administración lejana que no representa a su pueblo".

La entidad que preside el casi nonagenario Abás, que celebró el plan de Trump, no tardó en desautorizarle. "Las declaraciones de Abbas Zaki son rechazadas, no representan a nadie y no reflejan la postura oficial palestina", recoge el comunicado difundido a través de la agencia de noticias palestina WAFA.