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Las claves

El optimismo había perdido buena parte de su atractivo en las urnas. En el último ciclo electoral, el voto protesta canibalizó las democracias occidentales. Pero el surgimiento de una nueva hornada de líderes de marcado perfil progresista parece estar revirtiendo la tendencia.

Estos líderes muestran rasgos comunes. Como Zohran Mamdani (Kampala, 34 años), recién elegido alcalde de Nueva York, son jóvenes. Muy jóvenes. No se conforman con apelar a su base tradicional de votantes, quieren ganar hablando el idioma de la mayoría y no renuncian a jugar la carta populista para conseguirlo. Ponen el foco en las condiciones materiales de vida, sin desatender o ignorar otros temas.

Estos líderes saben utilizar las redes, conectar con la gente a través de las pantallas. En Europa destaca el caso del socioliberal Rob Jetten (Veghel, 38 años), el inesperado ganador de las elecciones de Países Bajos bajo la marca de Demócratas 66 (D66), un partido de centro, minoritario en sus casi seis décadas de existencia.

Jetten arrebató en las urnas la primera posición al ultraderechista Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders por una diferencia de 28.400 votos. Pocos lo vieron venir.

Pero no es el único. Hay más líderes dispuestos a surfear la ola del optimismo para sorprender en las urnas. En Reino Unido, por ejemplo, es llamativo el caso de Zack Polanski (Salford, 42 años).

El nuevo líder del Partido Verde utiliza el marco del trumpismo con el eslogan Make Hope Normal Again (Hagamos que la esperanza vuelva a ser normal, por su traducción al español) para atraer a los votantes del Partido Laborista, desencantados con el giro a la derecha del primer ministro Keir Starmer en materia económica o migratoria.

"Polanski habla de ecopopulismo, de combinar el fin del mundo con el fin de mes", explica en conversación con este periódico el ensayista Pablo Stefanoni, autor de ¿La rebeldía se volvió de derechas? (Siglo XXI Editores, 2021). "Y, como Mamdani, calificó la guerra israelí en Gaza como un genocidio".

El valor de Polanski cotiza al alza. Ronda el 15% de intención de voto, según la media de las encuestas, que colocan a los Verdes por delante de los Liberal Demócratas, casi empatados con los tories y a menos de cuatro puntos del laborismo.

La formación alcanzó las 150.000 afiliaciones desde la victoria de Polanski en las primarias en septiembre. Un récord de militantes que también experimentó, aunque en menor medida, el neerlandés D66.

La vuelta del Yes, we can

Se escuchan ecos del Yes, we can que catapultó a la Casa Blanca a Barack Obama en noviembre 2008. De hecho, el propio Jetten utilizó como lema Het kan wél (Sí se puede, en español). Pero Stefanoni no cree que estemos "ante la vuelta de campañas en positivo de manera lineal. La de Mamdani también tuvo muchos elementos de rechazo, entre otras cosas al trumpismo".

El ensayista reconoce, sin embargo, que su triunfo "ha insuflado una buena dosis de optimismo a una izquierda global anímicamente abatida. Ganar en la 'capital del capital' con un discurso socialista o socialdemócrata no es un hecho menor". Y es que Mamdani, dice Stefanoni, ha sido capaz de "combinar su carisma personal con la construcción de un relato progresista y una campaña muy profesionalizada".

Rob Jetten celebra la victoria electoral en la sede del D66 en Leiden. Piroschka van de Wouw Reuters

El joven migrante de Queens ganó, además, sin parar de sonreír. "[Su sonrisa] no se trataba de una euforia vacía ni de una consigna superficial (…) Está vinculada a una reflexión profunda, algo poco común en un político, especialmente en uno que está al final de una campaña y ha respondido las mismas preguntas cientos o miles de veces", escribe el economista Robert Reich, secretario de Trabajo durante la Administración de Bill Clinton.

"[Mamdani] irradia esperanza y entusiasmo contagiosos", añade Reich. "Es lo opuesto al ceño fruncido de Trump. Es lo que los estadounidenses quieren y necesitan, especialmente ahora”.

"Una izquierda amargada no será capaz de reencantar el mundo", apunta en este sentido el propio Stefanoni. "El humor es muy importante. Por eso es recomendable salir de la solemnidad, de las excesivas dosis de moralismo y del progresismo pastoral. No alcanza con eso, pero podría ayudar a reconectar con la gente corriente".

La izquierda quiere la fórmula

Mamdani arrasó en Nueva York con la etiqueta del socialismo democrático. No es el primero que lo consigue, es cierto. La ciudad es uno de los faros progresistas de Estados Unidos. Pero esa etiqueta rara vez funciona en el país de las barras y estrellas.

El senador independiente Bernie Sanders se encargó de abrir una senda que ahora transitan otras figuras como la congresista demócrata Alexandria Ocasio Cortez o el propio Mamdani.

La izquierda europea quiere entender el fenómeno para saber si es posible replicarlo de algún modo en el Viejo Continente. Por eso, decenas de cargos orgánicos de partidos progresistas europeos sobrevolaron la semana pasada el Atlántico para atender en Nueva York la lección de Morris Katz, el jefe de campaña de Mamdani, con quien se reunió, entre otros, la copresidenta francesa del grupo La Izquierda en el Parlamento Europeo, Manon Aubry, dirigente de La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon.

Otros cuadros del poscomunista Die Linke, como la copresidenta de la formación alemana, Ines Schwerdtner, también pasaron por la ciudad que nunca duerme para conocer la receta del éxito. Aunque, como advierte Stefanoni, "tampoco es cuestión de tratar de copiarla o de pensar que haciendo lo que él hizo se lograrán los mismos resultados, ni de buscar Mamdanis por todos lados".

"El problema en Europa —recuerda el ensayista— es que experiencias como Podemos o Syriza terminaron en grandes frustraciones. Por lo que cualquier recomposición de la izquierda no puede pasar por alto un balance de esas experiencias".

El líder de D66, Rob Jetten, responde a la prensa. Piroschka Van De Wouw Reuters

El centro busca un hueco

No sólo la izquierda aspira a capitalizar el fenómeno Mamdani. El centro busca un nuevo impulso en su lucha por la supervivencia en la era de los extremos. De momento es el propio Jetten quien marca el camino.

El exministro de Clima y Energía en el cuarto Gobierno de Mark Rutte comprendió un poco antes que Mamdani la importancia de las redes, y aplicó las recetas de Roy Kramer, su antiguo asesor, que propuso en su libro Waarom Wilders wel wint (Por qué Wilders sí gana, en español) combatir a los populistas con sus mismas armas: "Sólo con lucha, polarización y lenguaje sencillo se puede vencer a los populistas".

Es cierto que el líder de D66 se aprovechó del hartazgo del electorado neerlandés, que había acudido a las urnas por tercera vez en menos de cinco años tras el colapso de la coalición encabezada por el PVV de Wilders, un Gabinete marcado por el caos y las disputas internas. También es cierto que los progresistas liberales rentabilizaron la fragmentación del Parlamento. Una parte del electorado de Wilders migró, además, hacia otras opciones ultras como el Foro para la Democracia (FvD) y el más moderado JA21.

Pero eso no le resta mérito. "El atractivo de Jetten se basó en parte en la campaña optimista y enérgica que llevó a cabo, presentándose como un constructor de puentes entre la izquierda y la derecha", explicaba en conversación con este periódico Stinj van Kessel, profesor de Política Comparada en la Universidad Queen Mary de Londres. "Puso menos énfasis en los temas más progresistas de la agenda de D66, como el cambio climático y los derechos LGTB, y adoptó una posición más estricta respecto a la inmigración".

"El pueblo neerlandés sólo quiere acoger dignamente a quienes huyen de la guerra y la violencia, pero también ser estricto con las manzanas podridas que arruinan el sistema", declaró en plena campaña Jetten, que dice apostar por una política de asilo "estricta, pero humana".

Zohran Mamdani durante la jornada electoral. Kylie Cooper Reuters

Mamdani, en cambio, subrayó en su discurso de aceptación que Nueva York "seguirá siendo una ciudad de inmigrantes, construida por inmigrantes e impulsada por inmigrantes. Y, a partir de esta noche, liderada por un inmigrante".

La brecha ideológica que separa a Mamdani de Jetten en esta cuestión demuestra que la izquierda y el centro no tienen una posición compartida para contrarrestar los argumentos de la derecha.

Pero la corriente de fondo que los une es la misma. "Hay una demanda de autenticidad, un agotamiento, como dijo Giuliano Da Empoli, del consenso de Davos, con su visión tecnocrática de la política, donde todo se dirimía en el centro. Y hay un fuerte rechazo a las élites políticas", señala Stefanoni.

No decepcionar demasiado

Lo complicado es lo que viene ahora. "Se hace campaña en poesía y se gobierna en prosa", declaraba el propio Mamdani el día después de su triunfo electoral, parafraseando al padre de su rival, Mario Cuomo, también gobernador del estado de Nueva York.

Tanto Mamdani como Jetten procurarán no decepcionar demasiado. El de Queens no recibirá las llaves de la alcaldía de Nueva York hasta el próximo 1 de enero, pero su administración no ha empezado con mal pie. Ilusionó con la presentación de su nuevo equipo de transición, compuesto por cinco mujeres con amplia experiencia de gestión.

Jetten deberá esperar un poco más. Tiene por delante unas negociaciones delicadas para formar gobierno, y deberá emplearse a fondo para incorporar en el próximo Gabinete a la coalición de verdes y ecologistas, PdvA-GroenLinks, que los liberales conservadores del VVD descartan.