Copenhague
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En un momento en que Donald Trump maniobra para desentenderse de Ucrania tras el fracaso de su esfuerzo de mediación con Vladímir Putin, a Bruselas se le ha vuelto insoportable el veto persistente de la Hungría de Viktor Orbán -el único aliado del Kremlin en la UE- cualquier iniciativa de apoyo a Kiev.

En la cumbre informal que celebran este miércoles en Copenhague, los líderes europeos debatirán cómo neutralizar al 'caballo de Troya' de Putin. Una misión prácticamente imposible, porque para empezar en el encuentro participa como siempre el propio Orbán.

Los Veintisiete se reúnen en la capital danesa en un clima de alerta máxima por el repentino aumento de incursiones de drones y cazas rusos en el espacio aéreo comunitario. Alemania, Francia, Suecia y Países Bajos y la propia OTAN han enviado capacidades antidrones para garantizar la seguridad.

Los jefes de Estado y de Gobierno reafirmarán su compromiso de aumentar rápidamente el gasto en Defensa con el objetivo de lograr la independencia militar de la UE de aquí a 2030.

Uno de los proyectos prioritarios que se pretende acelerar este miércoles es precisamente el despliegue de un Muro Antidrones para proteger el flanco este, que podría estar listo en un año, pero cuya financiación está empezando a provocar fracturas internas entre el norte y el sur de la UE.

"Europa debe dar una respuesta fuerte y unida a las incursiones de drones de Rusia en nuestras fronteras. Por eso, propondremos acciones inmediatas para crear el Muro Antidrones", ha dicho este martes la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.

En cuanto a Ucrania, lo más urgente ahora es encarrilar el proceso de entrada de Ucrania al club comunitario, ya que esto se considera la mejor 'garantía de seguridad' para disuadir a Putin de un nuevo ataque contra Kiev en el futuro.

Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE aprobaron en diciembre de 2023 iniciar las negociaciones de adhesión con Kiev, pero lo lograron únicamente gracias a que el primer ministro húngaro accedió a salirse unos minutos de la sala de reunión.

La primera conferencia intergubernamental que marcó el lanzamiento formal del diálogo entre Bruselas y el Gobierno de Volodímir Zelenski se celebró el 25 de junio de 2024. Pero desde entonces no se ha abierto ninguno de los 35 capítulos de negociación por la exigencia de unanimidad.

"La adhesión de Ucrania a la UE nos traería la guerra, poniendo a Hungría y a Europa en riesgo de colapso económico", sostiene Orbán. Su veto a Kiev ha lastrado además las aspiraciones de Moldavia, porque los líderes europeos quieren que los dos países amenazados por Rusia avancen de la mano.

Por su parte, la Comisión Von der Leyen insiste en que Ucrania ha cumplido las condiciones exigidas por la UE para avanzar. Ante la presión de Bruselas, el presidente Zelenski dio rápidamente marcha atrás en sus planes para limitar los organismos anticorrupción.

Tras hacer una gira completa de capitales al inicio del curso político, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, ha planteado pasar de la unanimidad a la mayoría cualificada cuando se trate de abrir los capítulos de negociación. La exigencia de consenso se mantendría a la hora de cerrarlos.

La propuesta de Costa tiene trampa: para hacer este cambio se necesitaría de nuevo el apoyo unánime de los 27 Estados miembros, con lo que Orbán puede vetarlo. "Después de los contactos que ha tenido, Costa no tiene la impresión de que sea completamente imposible", dicen en su gabinete.

Sin embargo, en las capitales son mucho más pesimistas. "Se trata de un proceso intergubernamental que supone la unanimidad. Y si fuera necesario cambiar las reglas de decisión, habría que decidir también por unanimidad, lo que a día de hoy no parece posible", señala un diplomático de un país grande.

"La ampliación es un asunto vital porque, si un país se convierte en miembro de la UE, pasa a formar parte de nuestro propio ordenamiento jurídico", señala otro alto funcionario de un país mediano.

"Si se decide por mayoría cualificada, existe el riesgo de que el proceso se politice en extremo y ya no dependa como debe ser de los méritos del candidato. Por eso no estamos en absoluto convencidos de cambiar las reglas del juego", apunta.

Ante las dificultades de la 'vía Costa', la presidenta Von der Leyen está explorando otra opción que consistiría en avanzar lo máximo posible en los aspectos técnicos, de forma que los capítulos puedan abrirse y cerrarse al mismo tiempo cuando Hungría levante su veto, según informa el FT.

Es decir, Bruselas lo fía todo a la derrota de Orbán en las elecciones previstas en abril de 2026.

El primer ministro húngaro bloquea desde marzo de 2023 un total de 6.600 millones de ayuda militar a Ucrania del Fondo Europeo para la Paz y ralentiza la adopción del decimonoveno paquete de sanciones a Moscú, que también se discutirá en Copenhague.

Sin embargo, los líderes europeos sí que han encontrado ya la forma de neutralizar a Hungría en todas las decisiones que tienen que ver con el apoyo financiero a Kiev.

La última iniciativa, que se abordará en la cumbre informal de este miércoles, consiste en conceder un "préstamo de reparaciones" de 140.000 millones a Ucrania a partir de los fondos del Banco Central de Rusia congelados en territorio comunitario. Kiev sólo lo devolvería si Moscú le indemniza por los daños de la guerra.

En este capítulo, el principal obstáculo es Bélgica, donde tiene su sede Euroclear, la compañía que alberga la mayoría del dinero ruso congelado. "Coger el dinero de Putin y dejarnos a nosotros con los riesgos: eso no va a suceder; quiero dejarlo muy claro", ha dicho su primer ministro, Bart de Wever.

De Wever avisa de que incautar los activos de un banco central de un país extracomunitario (Bruselas niega que haya confiscación) establecería un precedente peligroso, no solo para Bélgica, sino para toda la UE.

"Si los países ven que el dinero del banco central puede desaparecer si los políticos europeos así lo deciden, podrían optar por retirar sus reservas de la zona euro", sostiene el primer ministro belga.