Este viernes han comenzado en territorio ruso y bielorruso maniobras militares estratégicas Zapad (oeste, por su significado en ruso) en medio de las graves tensiones con Polonia y la OTAN. Son ejercicios rutinarios y simulaciones de guerra que tanto Rusia como Bielorrusia realizan cada cuatro años.
La última edición, que tuvo lugar en la frontera con Ucrania y en la Crimea ocupada, se convirtió en el mayor ejercicio militar en el flanco oriental desde la caída de la Unión Soviética. Intervinieron más de 200.000 soldados rusos y bielorrusos, y fueron utilizados 80 aviones y helicópteros, 290 tanques y 15 buques de guerra. Era septiembre de 2021. Faltaban cinco meses para la invasión a gran escala de Ucrania.
Las maniobras de hoy tienen lugar en las aguas de los mares Báltico y de Barents y principalmente en polígonos militares en Borísov, cerca de la capital bielorrusa y a unos 450 kilómetros de la frontera con Polonia.
En principio participan muchos menos soldados que en 2021, se estima que unos 30.000, aunque no sólo habrá militares rusos y bielorrusos, sino también de otros países como India e Irán.
Armas nucleares
Las maniobras, que concluirán el próximo día 16, incluyen la simulación del lanzamiento de armas nucleares y misiles balísticos hipersónicos Oréshnik.
El Kremlin, ante los temores que genera en Europa el comienzo de estas maniobras, ha asegurado este viernes que "no amenaza ahora a los países de Europa".
"Quiero recordar las palabras de nuestro presidente, Vladímir Putin: Rusia nunca ha amenazado a nadie y tampoco amenaza ahora a los países de Europa", ha dicho Dmitri Peskov, portavoz presidencial.
De hecho, la OTAN ha señalado que no ve "ninguna amenaza militar inmediata" contra ningún país aliado por estos ejercicios militares de Rusia y Bielorrusia. A pesar de ello, la Alianza Atlántica "sigue muy de cerca la actividad militar de Rusia".
Ayer Peskov explicó que estas maniobras "son una continuación de la cooperación en materia de defensa y de los esfuerzos por mejorar la interacción entre dos aliados estratégicos" y que "no están dirigidas contra nadie".
Provocación
Pero en Polonia no lo tienen tan claro. Sobre todo, después de sufrir hace menos de 48 horas la mayor amenaza para su seguridad desde la Segunda Guerra Mundial. No son palabras escogidas a la ligera. Es el mensaje que lanzó el primer ministro, Donald Tusk, cuando supo que diecinueve drones rusos habían sobrevolado de madrugada su espacio aéreo.
Nada hace pensar que el incidente —que no causó víctimas— fue casual. Y sin embargo, el Ministerio de Defensa ruso asegura que los drones no tenían previsto atacar objetivos en Polonia.
Según la información proporcionada por Moscú y Minsk, en las maniobras participarán 13.000 soldados de ambos países. En cambio, según las estimaciones de los servicios de inteligencia lituanos, serán alrededor de 30.000 los efectivos movilizados.
Los ejércitos quieren mejorar la defensa aérea y la lucha contra los grupos de sabotaje enemigos. También el uso de armas nucleares, según la agencia estatal de noticias Tass. En concreto, las tropas pretenden engrasar la coordinación a la hora de manipular el sistema de misiles balísticos rusos de medio alcance Oreshnik, que tiene la capacidad de portar ojivas nucleares.
Tusk está convencido de que serán unas maniobras "muy agresivas desde el punto de vista de la doctrina militar" que, además, tendrán lugar "muy cerca de la frontera polaca". El primer ministro sospecha que la "provocación" apuntará hacia el corredor de Suwałki, un territorio estratégico en la frontera entre Polonia y Lituania que conecta Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado.
Su ministro del Interior, Marcin Kierwiński, advierte que las tropas simularán "un conflicto a gran escala con fuerzas de la OTAN, incluyendo también territorio polaco".
Pero Alexandr Lukashenko dice que trasladará los ejercicios militares hacia el interior del país, cerca del distrito de Borisov, concretamente, para no inflamar más los ánimos.
El autócrata bielorruso mantiene una postura mucho menos hostil hacia Occidente que su amigo Vladímir Putin. No es complicado, ciertamente, pero su interés en ver aliviadas algunas sanciones que lastran su economía le llevó a aprobar este jueves una nueva liberación de presos políticos.
Hasta 52 represaliados de distintas nacionalidades, entre los que figuran tres ciudadanos polacos, abandonaron las cárceles bielorrusas gracias a la mediación de John Coale, el enviado especial estadounidense.
Lukashenko trata de construir una relación de confianza con la Administración Trump. De hecho, el mandatario bielorruso sirvió como enlace para el acercamiento entre Washington y Moscú que cristalizó con la cumbre de Putin y Trump en Alaska.
"Nuestra principal tarea es apoyar a Trump y ayudarle en su misión de establecer la paz", apuntó este mismo jueves el autócrata bielorruso, sabedor de que la postura del Kremlin dificulta su estrategia de acercamiento a Estados Unidos. Los ejercicios militares conjuntos con Moscú también reman en la dirección contraria.
Amenaza sin precedentes
Las maniobras comienzan poco más de 48 horas después que Rusia atacara por primera vez el espacio aéreo polaco. "Hablando claramente, la tesis de que estos drones son un anticipo o parte de lo que podemos esperar [de las maniobras militares] parece justificada", declaró Kierwiński en los micrófonos de la emisora TOK.
"Si Rusia emprende tales acciones, significa que tolera el riesgo de escalada que se deriva de ellas. Ergo, nuestra disuasión es ineficaz", apunta el analista Bartłomiej Kot. "El mensaje para el futuro debe ser muy claro: cualquier cosa que entre en territorio polaco —incluidos los aviones enemigos— será derribada inmediatamente”.
"Sin embargo, el ataque demuestra una cosa: cualquier despliegue en Ucrania bajo garantías de seguridad deberá contar con líneas logísticas extremadamente seguras en Polonia. Esto solo subraya el papel de Polonia en la Coalición de los Dispuestos, que tiene un aspecto diferente al despliegue de Reino Unido o Francia", añade.
Los aliados de la OTAN cerraron filas con Polonia. "No hay absolutamente ningún motivo para suponer que se debiera a errores de corrección de rumbo o algo por el estilo. Es evidente que estos drones fueron dirigidos deliberadamente hacia ese rumbo", declaró desde el Bundestag el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius.
Polonia y Lituania emitieron junto a Ucrania una declaración conjunta para denunciar un "ataque deliberado y coordinado".
Pero no todos parecen estar de acuerdo. El comandante supremo aliado de la OTAN en Europa, Alexus Grynkewich, declaró este jueves que la Alianza sigue sin determinar si hubo intencionalidad por parte de Rusia.
Además, el propio Trump tardó 20 horas en pronunciarse sobre el incidente. Rompió su silencio con una sucinta publicación en Truth Social. "¿Qué es eso de que Rusia viola el espacio aéreo de Polonia con drones? ¡Allá vamos!", recoge el mensaje.
Después, el mandatario estadounidense mantuvo una conversación telefónica con el presidente polaco, Karol Nawrocki, un estrecho aliado ideológico que, sin embargo, no consiguió arrancarle ningún compromiso.
Según el diario Rzeczpospolita, Trump volvió a deslizar en su diálogo con Nawrocki la posibilidad de aumentar el despliegue de 10.000 soldados estadounidenses en su territorio. Nada más. Una vaga promesa que ya le había planteado una semana antes cuando mantuvieron su segundo encuentro oficial en Washington.
Después de reunir este jueves al Consejo de Seguridad Nacional, el ultraconservador Nawrocki, que ha enterrado el hacha de guerra en su enfrentamiento con el liberal Tusk, declaró que "si alguien todavía tenía dudas de que desde hace cuatro años Polonia participa directamente en una guerra híbrida, creo que el 10 de septiembre de 2025 debería disiparlas por completo".
Las palabras acompañan a los actos. Las autoridades polacas han activado el artículo 4 de la OTAN, han introducido restricciones en el espacio aéreo y han reforzado su despliegue militar en la frontera con Bielorrusia. Frontera que cerró a medianoche hasta nuevo aviso.
