La del miércoles fue una noche larga en Polonia. El motivo: diecinueve drones de combate rusos que se dedicaron a sobrevolar diferentes zonas del país. Hasta el punto de obligar a las autoridades polacas a cerrar cuatro aeropuertos –el de Varsovia incluido– mientras se instaba a la población civil a quedarse en casa. Entre tanto, varios cazas y helicópteros de la OTAN –Black Hawks, MI-24, MI-17, F-16 y F-35– tuvieron que alzar el vuelo para perseguir y derribar a los drones rusos.
Aunque desde Rusia se han limitado a decir, a través del Ministerio de Defensa, que en ningún momento ha existido intención de atacar objetivos polacos, y aunque desde Bielorrusia han catalogado el incidente de "accidente", tanto el Gobierno polaco como infinidad de analistas geopolíticos consideran la acción premeditada. Creen, en otras palabras, que el Kremlin buscaba testear la reacción de la OTAN. O algo peor.
"Esto no ha sido solo una prueba para ver cómo reacciona la OTAN; esto ha sido un cambio de paradigma sobre lo que está o deja de estar permitido", comentaba Eerik-Niiles Kross, antiguo director de los servicios de inteligencia de Estonia, en sus redes sociales poco después de saber lo ocurrido.
"Anoche llegó la factura de las falsas negociaciones de Trump y de la debilidad que ha mostrado Occidente en los últimos seis meses: ataque de drones contra Polonia", escribía por su parte el historiador alemán Jan Claas Behrends, especialista en la Rusia contemporánea y en todo el espacio postsoviético.
"No ha ocurrido en Ucrania sino en Polonia, un país aliado y un miembro de la OTAN", sentenciaba el analista estadounidense Ian Bremmer, fundador de la consultora de riesgo geopolítico Eurasia Group. "Por eso supone una prueba crucial para la Alianza Atlántica".
De momento, y tras invocar Polonia el Artículo 4 de la OTAN, sus miembros van a reunirse para discutir lo ocurrido y para discutir cómo responder a un episodio que muchos en Occidente han calificado de "agresión". A fin de cuentas, es la primera vez que se derriban drones rusos sobre el territorio de un miembro de la Alianza Atlántica desde que Rusia invadió Ucrania, hace ahora casi cuatro años.
"Esta situación es la que más nos acerca a un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial", ha declarado el primer ministro polaco Donald Tusk.
Visita fructífera a China
La pregunta que muchos se hacen ahora mismo es por qué. ¿Qué ha ocurrido en fecha reciente para que el líder ruso, Vladímir Putin, haya dado luz verde a una incursión aérea de tal calibre en Polonia?
Hay quien señala la cumbre celebrada hace unas semanas en Alaska, donde el presidente estadounidense, Donald Trump, recibió con una alfombra roja (literalmente) a Putin. Hay quien señala la debilidad de los principales gobiernos europeos –la popularidad de Emmanuel Macron en Francia o de Friedrich Merz en Alemania se encuentra bajo mínimos– y la polarización política que reina en buena parte del viejo continente. Y hay quien señala lo ocurrido la semana pasada en China.
¿Y qué ocurrió la semana pasada en China? Pues un desfile militar sin precedentes con motivo del ochenta aniversario de la victoria del Ejército Popular de Liberación sobre Japón en el que Putin figuró como invitado destacado y, dos días antes, un encuentro de la Organización de Cooperación de Shanghái en donde el presidente ruso también fue agasajado.
La Organización de Cooperación de Shanghái, cabe aclarar, es una poderosa alianza regional que abarca el 24% de la superficie del globo (el 65% solo de Eurasia) y que engloba al 42% de la población mundial. Liderada por China, Rusia, Kazajistán, India, Pakistán, Irán y Bielorrusia, suele ejercer de contrapeso frente a la influencia (y aspiraciones) de la OTAN.
Putin, Xi Jinping y Kim Jong-un durante el desfile militar.
Más allá de dejar una serie de fotos demostrando que Rusia goza de favor diplomático en esas latitudes, el par de eventos permitió al líder ruso estrechar lazos con el mandamás chino, Xi Jinping, con el primer ministro indio, Narendra Modi, y con el dictador norcoreano: Kim Jong-un. Además, la presencia en el citado desfile militar del primer ministro eslovaco, Robert Fico, pareció dejar un mensaje claro: el frente atlantista no está tan cohesionado como gustaría en muchas capitales europeas.
"Aunque los rusos continúan enfrentándose a grandes sanciones por parte de los europeos buena parte del resto del mundo parece dispuesto a seguir trabajando con ellos", decía Bremmer hace dos días a la hora de valorar, precisamente, el trabajo diplomático desplegado por el Kremlin en China.
En otras palabras: según el analista estadounidense Putin está "envalentonado" por el apoyo de Pekín y "envalentonado", también, por la falta de consistencia demostrada por Trump a la hora de pintarle líneas rojas. "El peligro se encuentra en lo que sucederá si los rusos sienten que pueden empezar a atacar a los aliados europeos [de Trump] con mayor impunidad", sentenciaba el analista en una declaración ciertamente premonitoria.
El precedente: febrero del 2022
Tras lo ocurrido durante la noche del miércoles en Polonia hay quien ha recordado que, en febrero del 2022, tres semanas antes de dar luz verde a la invasión de Ucrania, Putin se reunió en Pekín con Xi Jinping en el marco de las Olimpiadas de Invierno de aquel año. Un evento deportivo celebrado, precisamente, en la capital del gigante asiático.
Aquella fue la primera visita oficial de Putin al exterior en el 2022. No volvería a realizar otra hasta el verano, cuando visitó Turkmenistán y Tayikistán. En los meses siguientes el líder ruso también se dejó ver en Irán, Uzbekistán, Kazajistán, Armenia, Kirguistán y Bielorrusia.
Putin regresó a China año y medio después, en el otoño del 2023, tras visitar de nuevo Kirguistán y poco antes de volar a Kazajistán, Bielorrusia, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí.
Amenazas a Finlandia
Por otra parte, el incidente ruso-polaco llega después de que el presidente del Consejo de Seguridad ruso, Dimitri Medvédev, amenazara directamente a Finlandia el pasado fin de semana.
Fue a través de una columna de opinión publicada en la agencia de noticias estatal TASS. El político ruso dijo que Finlandia "no debe olvidar" que una confrontación con Rusia "puede llevar al colapso definitivo del Estado finés". Además, Medvédev acusó al Gobierno finlandés de "rusófobo" y de tener "sed de lucro a toda costa desde la época de Hitler".
Las alusiones al régimen nazi que gobernó Alemania entre 1933 y 1945, y que provocó la Segunda Guerra Mundial, ya sonaron en Moscú durante los meses y años previos a la invasión de Ucrania. De hecho, según la retórica del Kremlin las tropas rusas atacaron al país eslavo en febrero del 2022 para "desnazificarlo".
En su columna, Medvédev afirmó que las autoridades finlandesas "han intentado históricamente borrar la identidad cultural de los rusos étnicos y cometer genocidio contra la población eslava". Y afirmó, también, que Finlandia se ha unido a la OTAN bajo el "disfraz" de fortalecer sus capacidades de defensa cuando, en realidad, estaría preparándose "para la guerra contra Rusia".
