La Comisión Electoral de Bosnia-Herzegovina ha convocado este jueves elecciones anticipadas en la República Srpska para el 23 de noviembre. La medida responde a la destitución del actual presidente de la entidad, Milorad Dodik, inhabilitado judicialmente y condenado a prisión por desobedecer sentencias del Tribunal Constitucional y resoluciones del Alto Representante internacional.
El dirigente serbobosnio, uno de los principales aliados de Moscú en la región, mantiene un pulso abierto con las instituciones centrales. Aunque pesa sobre él una prohibición de seis años para ejercer cargos públicos, continúa actuando como jefe de la entidad y ha instado a sus seguidores a bloquear los comicios.
El Parlamento de la República Srpska, controlado por fuerzas nacionalistas afines, rechazó de inmediato la convocatoria. Además, aprobó un referéndum para el 25 de octubre en apoyo a Dodik con el objetivo de cuestionar la autoridad de la Comisión Electoral y reforzar la estrategia de boicot.
La obligación de celebrar elecciones derivaba del fallo del tribunal de Bosnia-Herzegovina del 18 de agosto, que desestimó el recurso de Dodik contra su inhabilitación. La ley fija un plazo máximo de 90 días para convocar nuevos comicios.
En paralelo, el líder del SNSD abonó una multa de 18.500 euros para evitar el ingreso en prisión, pero la condena de un año de cárcel y la prohibición de ejercer cargos públicos siguen en vigor. Dodik, sin embargo, ha reiterado que permanecerá en su puesto mientras cuente con el respaldo de la Asamblea regional.
La situación ha elevado la tensión política a niveles no vistos desde la posguerra. Diplomáticos y analistas consideran que la deriva separatista de la República Srpska representa la mayor amenaza a la estabilidad de los Balcanes desde los acuerdos de Dayton de 1995, que pusieron fin al conflicto en Bosnia.
El Alto Representante internacional, el alemán Christian Schmidt, es el blanco de las autoridades secesionistas. Desprecian su autoridad. Desde febrero, el Gobierno de la RS ha impedido la actuación de la policía estatal en su territorio, que cubre la mitad del país.
El ministro de Asuntos Exteriores de Bosnia y Herzegovina, Elmedin Konaković, relativizó la gravedad de la crisis y aseguró que Dodik terminará cediendo como en ocasiones anteriores.
“Dodik es un cobarde y ha insinuado diferentes obstrucciones, bloqueos y secesiones cientos de veces, pero al final siempre ha acatado las decisiones de las instituciones de Bosnia y Herzegovina”, declaró.
Konaković recordó que la publicación de las resoluciones del alto representante en el boletín oficial de la República Srpska, el pago de la multa penal, sus comparecencias ante el tribunal y el funcionamiento normal de la policía estatal en la entidad son pruebas de que, pese a la retórica incendiaria, el líder nacionalista acabará aceptando las decisiones judiciales.
El discurso de Dodik, sin embargo, no ha perdido fuerza. Ha calificado las elecciones anticipadas de “trampa política contra el pueblo serbio” y ha confirmado que su partido no participará en ellas. También ha pedido al resto de formaciones de la República Srpska que adopten la misma postura.
“Nadie ha solicitado elecciones. Son una imposición de Sarajevo”, afirmó en declaraciones a la televisión pública local.
El dirigente llegó incluso a advertir de que, si la República Srpska mantiene el boicot, la Comisión Electoral podría intentar organizar la votación en la Federación de Bosnia-Herzegovina, el otro ente del país. A su juicio, esa posibilidad demuestra “el plan de Sarajevo de decidir sobre la República Srpska desde fuera de su territorio”.
Mientras Dodik refuerza su control interno con una remodelación de su Gobierno —tras la dimisión del primer ministro Radovan Višković y la designación de Savo Minić como nuevo jefe del Ejecutivo—, las instituciones centrales confían en que el proceso electoral permita restablecer una mínima normalidad política.
