La comunidad de paracaidismo británica quedó conmocionada tras la confirmación de que Jade Damarell, una experimentada deportista de 32 años, murió de forma deliberada al lanzarse desde 4.700 metros sin abrir el paracaídas.
El hecho ocurrió el pasado 27 de abril en Shotton Colliery, en el condado de Durham, apenas un día después de que finalizara su relación sentimental, como informó The New York Post.
El forense Leslie Hamilton declaró durante la investigación que la causa del fallecimiento fue un traumatismo severo provocado por el impacto y que la acción fue intencionada.
La joven, con más de 500 saltos en su historial, había desactivado el dispositivo automático de emergencia que se abre en caso de no desplegarse el paracaídas a cierta altitud y velocidad.
Además, a diferencia de otras ocasiones, no portaba la cámara que acostumbraba a llevar en sus descensos.
Ruptura sentimental
Damarell había terminado la relación la noche anterior con su compañero de saltos, identificado como Ben Goodfellow, de 26 años.
Según declaró un amigo al Daily Mail, la pareja era vista como “inseparable”, pero la ruptura se produjo horas antes de la tragedia.
Goodfellow acudió a trabajar al día siguiente, mientras Jade realizaba lo que sería su último salto.
Mensajes de despedida
En la investigación también se presentaron pruebas que confirmaban la intencionalidad. La deportista dejó notas en su teléfono dirigidas a su familia, en las que pedía perdón y agradecía el apoyo recibido.
Incluso incluyó instrucciones financieras y datos de acceso al dispositivo en caso de su fallecimiento.
Reacciones familiares
La familia de Damarell, originaria de Caerphilly (Gales), aceptó el veredicto de suicidio y agradeció el apoyo de la comunidad de paracaidismo.
En un comunicado, destacaron que se sintieron “increíblemente reconfortados por lo admirada, respetada y profundamente querida que era”.
La describieron como una mujer “brillante, hermosa, valiente y verdaderamente extraordinaria” y pidieron que su muerte sirva para fomentar una cultura en la que los problemas de salud mental sean tratados con “bondad y apoyo”.
El caso ha puesto en evidencia la vulnerabilidad emocional que pueden sufrir incluso deportistas altamente preparados.
En el Reino Unido, distintas organizaciones han insistido en la necesidad de reforzar la prevención y ofrecer más recursos de ayuda psicológica en los clubes y asociaciones deportivas.
