En la cumbre que se celebra este jueves en Pekín, la Unión Europea y China conmemoran el 50 aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas, pero ni el ambiente será de fiesta ni se espera ningún resultado concreto que permita avanzar en esta alianza.
Muy al contrario, el encuentro -en el que por parte europea participan la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen; el jefe del Consejo Europeo, António Costa; y la Alta Representante de Asuntos Exteriores, Kaja Kallas- se celebra en un momento de máxima tensión entre los dos bloques.
De hecho, la delegación china ha recortado la duración de la cumbre a un único día (en lugar de los dos inicialmente previstos) y hasta el último minuto no ha confirmado la participación del presidente Xi Jinping. Los dirigentes de la UE tienen prevista además otra sesión de trabajo con el primer ministro, Li Qiang.
"Para la Unión Europea, el (único) logro (que saldrá de la cumbre de Pekín) es una conversación sustantiva, abierta, directa, buena y constructiva entre ambas partes sobre todos los aspectos de esta relación", explica un alto diplomático europeo.
Las fuertes discrepancias entre Bruselas y Pekín han impedido acordar una declaración conjunta, y a lo máximo que aspiran los dirigentes comunitarios es a un comunicado limitado únicamente a la lucha contra el cambio climático, que ni siquiera se da por seguro.
Este pesimismo contrasta con la ofensiva de seducción mutua que emprendieron los dos bloques a principios de año -tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca- en un intento de resetear relaciones, que ya estaban gravemente deterioradas por el apoyo de Pekín a Moscú en la guerra de Ucrania o los aranceles de la UE a los coches eléctricos chinos.
En varios discursos, la propia Von der Leyen apostó entonces por un deshielo con China como alternativa o como contrapeso a la guerra arancelaria desatada por Trump. También el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, defendió en su última visita a Pekín en abril "unas relaciones sólidas entre China y la Unión Europea".
Kaja Kallas, Ursula von der Leyen y António Costa han visitado este martes la Expo Osaka 2025, antes de viajar el jueves a la cumbre de Pekín
Tras reunirse con Sánchez, Xi Jinping también apeló a un frente común entre la UE y China con el fin de "oponerse conjuntamente a los actos de acoso unilateral" de Estados Unidos. "Una guerra comercial basada en aranceles no tiene ganadores y ponerse en contra del mundo solo conduce al aislamiento", alegaba el presidente chino.
Como parte de este propósito de reconciliación, Pekín levantó a finales de abril las sanciones impuestas en 2021 contra 5 eurodiputados, que les impedían acceder a territorio chino. "Nuestra relación con China sigue siendo compleja y multifacética. La mejor manera de abordarla es mediante el diálogo", dijo la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola.
Sin embargo, en todos estos meses la UE y China nunca han llegado a materializar ese frente común contra los Estados Unidos de Trump, sino que por el contrario no han parado de distanciarse.
El principal punto de discrepancia sigue siendo la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania, que para la UE es un asunto existencial. Pekín no sólo se niega a presionar a Vladímir Putin para que acepte un alto el fuego sino que suministra al Kremlin el 80% de bienes de doble uso civil y militar para la guerra.
En una reunión con Kallas a principios de julio, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, admitió que Pekín no puede permitirse que Putin pierda su guerra contra Ucrania porque eso permitiría a EEUU centrar toda su atención en China.
El pasado 15 de julio, Xi recibió en Pekín al ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, ante el que defendió "profundizar la construcción de la asociación estratégica integral de cooperación entre China y Rusia".
En el decimoctavo paquete de sanciones contra Rusia por la guerra en Ucrania, la UE ha incluido por primera vez a dos bancos chinos por ayudar al Kremlin, provocando la condena inmediata y el anuncio de represalias por parte de Pekín.
"Sabemos que el apoyo inquebrantable de China a Rusia está generando una mayor inestabilidad e inseguridad aquí en Europa. Podemos decir que China está, de facto, facilitando la economía de guerra de Rusia. No podemos aceptar esto", denunció Von der Leyen en un reciente discurso en la Eurocámara.
En materia comercial, las tensiones entre Bruselas y Pekín han llegado también a un punto "insostenible". La UE se queja de que, a medida que su economía se desacelera, China inunda los mercados globales con productos baratos subsidiados que su propio mercado no puede absorber.
"China registra el mayor superávit comercial en la historia de la humanidad. Su superávit comercial con nuestra Unión superó los 300.000 millones de euros el año pasado. Y esto ocurre mientras cada vez es más difícil para las empresas europeas hacer negocios en China", critica la presidenta de la Comisión.
Las últimas escaramuzas entre Bruselas y Pekín se han producido a cuenta de las restricciones de este último a la exportación de imanes permanentes de tierras raras, mercado que controla en situación de casi monopolio. O la decisión de la UE de excluir a las empresas chinas de las licitaciones de dispositivos médicos.
En la cumbre de Pekín no se esperan avances ni en materia comercial ni hacia un entendimiento sobre la guerra en Ucrania. El encuentro sólo va a servir para escenificar el fracaso de este intento de deshielo entre la UE y China para hacer frente común contra Trump.
