En el complicado y difuso organigrama de la OTAN, pocos nombres han ejercido tanta influencia con tanta discreción como el del francés Fabrice Pothier. Durante seis años, su sombra estuvo pegada al despacho más poderoso de la organización. O, mejor dicho, a dos: al del danés Anders Fogh Rasmussen primero y al del noruego Jens Stoltenberg después.
Entre 2010 y 2016, como director de Planificación Política del secretario general, Pothier fue una figura clave entre bastidores. Participó en las negociaciones que culminaron en la cumbre de Gales, cuando los aliados (entonces 30) acordaron elevar su gasto en defensa hasta el 2% del PIB en diez años, en respuesta a la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia. "Alemania era uno de los más reticentes", recuerda. "Pero ha entendido que el mundo está cambiando. Pedro Sánchez, en cambio, parece no haberlo hecho".
Fundador de Carnegie Europe —uno de los think tanks más influyentes del continente en política exterior y seguridad— y actual director ejecutivo de la consultora Rasmussen Global, Pothier es crítico ante la negativa del Gobierno español a asumir el nuevo objetivo pactado en la última cumbre de La Haya: destinar el 5% del PIB a defensa para 2035.
Una cifra que, insiste, no nace de un capricho de Donald Trump, sino del cálculo de los estrategas militares para disuadir a una Rusia que sigue en guerra, asesinando a los ucranianos, mientras finge negociar. "Esto no es serio, ni lo será hasta que Estados Unidos comience a ejercer una presión real sobre Putin", asegura Pothier durante su conversación con EL ESPAÑOL.
Usted estuvo en la OTAN cuando se fijó como objetivo destinar el 2% del PIB a defensa. Ahora, el compromiso es del 5% para 2035. ¿De dónde viene esa cifra?
Viene, en primer lugar, de la amenaza oriental: de Vladímir Putin y la convicción de los aliados sobre el riesgo significativo y persistente que supone Rusia en las fronteras de la OTAN, incluyendo el extremo norte y las amenazas híbridas internas. Esto ha llevado a planificadores militares, y también a los líderes políticos, a la conclusión de que es esencial invertir más en defensa para poder responder. El segundo factor, y el más ruidoso, es Donald Trump. No sólo porque presiona para que los aliados gasten más, sino porque también genera incertidumbre sobre la fiabilidad de Estados Unidos. Por ello, los europeos deben tener más capacidades para afrontar amenazas e incertidumbres de forma autónoma.
Sostiene que es una respuesta a las amenazas, ¿pero por qué el 5% y no el 3% o el 4%?
La cifra del 5% no es simbólica. Si le preguntas a la mayoría de planificadores militares, te dirán que esa cifra sale de las necesidades, de una evaluación de las amenazas que vienen del este, de lo que se necesita en términos de formaciones blindadas, de mayor masa militar, de capacidades de ataque profundo de largo alcance… Por ejemplo, en términos de defensa aérea Europa tiene que incrementarla un 400%.
El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, envió una carta a la OTAN sosteniendo que el objetivo es "irrazonable y contraproducente".
Pedro Sánchez puede gritar y patalear y decir: "Esto es demasiado". Pero en realidad, está siendo muy político en algo que en realidad es muy lógico. Tan lógico que te enfrentas a una potencia que sacrifica mil soldados diarios en el campo de batalla, dedica el 10% de su PIB a la guerra y produce millones de proyectiles de artillería anualmente. Una potencia que además está en conflicto con Ucrania y desafía el orden de la posguerra fría. Si tienes enfrente a un país que puede hacer todo eso, es tan fácil como sumar uno más uno, y obtienes fácilmente un 3,5% de gasto.
¿Y el otro 1,5%?
Se necesita para responder a las enormes deficiencias en infraestructuras críticas en Europa. Solo hay que pensar en los centros de datos de inteligencia artificial: no tenemos ninguno en Europa, y son fundamentales para la contingencia militar, la defensa aérea y la guerra de drones. Tenemos grandes problemas de movilidad porque nuestras infraestructuras actuales no permiten mover fuerzas fácilmente por tren o carretera. Si sumas todo esto, alcanzar el 5% se logra con bastante facilidad.
La cifra, sin embargo, fue una exigencia desde el inicio por parte de Donald Trump, que la veía como una forma de asegurar condiciones comerciales más favorables para Estados Unidos.
Es cierto que ha sido presentada por el presidente estadounidense como "su número", el "número Trump", pero en realidad, y aquí es donde Sánchez se muestra reacio, es también el número de los planificadores militares y de los expertos cautelosos en Europa, incluyendo a países como Alemania. Cuando estuve en la OTAN y negociábamos el 2%, Alemania era uno de los países más difíciles de convencer, muy reacio a aumentar el gasto. El hecho de que los alemanes estén ahora alcanzando los 162.000 millones de euros de gasto anual para finales de esta década —el doble de lo que gastan los franceses— te dice mucho: el mundo ha cambiado. Quien no ha cambiado es Pedro Sánchez.
Países como España, pero también Eslovaquia o Bélgica, sostienen que ese esfuerzo adicional podría amenazar el Estado del bienestar. ¿Cuánto de verdad hay en esa vieja dicotomía de "o cañones o mantequilla"?
Mira, nadie quiere gastar tanto dinero en armas. Yo mismo prefiero gastar dinero en la educación de mis hijos, en lidiar con el cambio climático y convertir Madrid en una ciudad apta para el cambio climático, algo que no es actualmente. Y hay que seguir invirtiendo ahí, no podemos dejar de hacerlo, pero tampoco podemos estar sin protección de seguridad. Si no nos protegemos, no habrá qué proteger.
¿Se puede, como propone Sánchez, alcanzar los objetivos de capacidades militares que exige la OTAN con una inversión menor?
No, no puedes sacar más de menos, menos cuando has sido uno de los aliados de la OTAN que menos ha invertido. Hasta el año pasado el gasto estaba en el 1,28%, que era el más bajo, incluso por detrás de Italia y Bélgica. Eso significa que tu industria de defensa se ha atrofiado. Y para reconstruirla necesitas hacer una gran inversión, mayor del 2% en términos de producción. Creo que esto es conveniencia política.
"El 5% en defensa no es el 'número de Trump'; es el de los planificadores militares"
¿A qué se refiere?
A que el rechazo de Sánchez se debe a la dinámica política interna. Porque sucede en medio de ataques dentro de su propio partido y de miembros de la coalición de izquierdas por un caso de corrupción. Sánchez necesitaba una distracción y "carne roja" para su base. ¿Y qué mejor que decir: "No voy a hacer lo que EEUU quiere; estoy a favor de la paz, no de la guerra"? Encaja perfectamente con el discurso de la izquierda. Más allá de Sánchez, persiste una realidad en el sistema político español: muchos aún creen que España está segura.
Entiendo que por una cuestión geográfica, estamos lejos de Rusia.
Y es cierto, la amenaza rusa no se percibe igual, pero no deja de ser una visión miope. España se beneficia de las garantías de defensa colectiva de EEUU y de otros aliados europeos. Si eres parte del club, debes aceptar que las cuotas de membresía pueden aumentar. Y si quieres seguir siendo miembro tienes que aceptarlo. Además, España no está en un entorno seguro. En el Sahel y África en general, Rusia está extremadamente activa. Aunque cada país tiene intereses políticos propios y es en cierto modo una entidad política egoísta, este es un desafío colectivo, desde el este y desde el oeste. La postura del Gobierno de Sánchez, presentándose como el eslabón más débil, socava tanto la credibilidad como la seguridad de España.
Entonces, ¿no hay margen para una "mayor flexibilidad" para países como España?
La OTAN es un club de 32 naciones soberanas. Es decir, no hay un mecanismo de fuerza, aparte de que Estados Unidos ejerce tácticas de presión. Pero, quiero decir, la UE tiene más mecanismos para forzar a sus miembros a cumplir ciertas reglas que la OTAN, que es realmente más gubernamental. La clave no reside en si España puede o no obtener una excepción, sino en el impacto que esto tiene en su reputación y en cómo es percibida como socia por el resto de los países europeos y aliados de la OTAN. Y esa es, en realidad, más importante que las medidas de castigo comercial, porque significa que España no forma parte del club de liderazgo en Europa, se le verá como un país problemático si continúa así.
Al término de la cumbre de La Haya, los aliados, "los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN", emitieron una declaración conjunta en el que se comprometían con el nuevo objetivo. Sánchez dijo que no había firmado nada. ¿Podría explicarme esta aparente contradicción?
Los jefes de Estado y de Gobierno, todos, acordaron un comunicado claro que establece los objetivos del 3,5% y 1,5%. Y puedes decir que "no firmaste el documento", y decir que habla de la suma de aliados, no de los compromisos individuales. Pero eso es un tecnicismo. Al final, no se trata de si el compromiso está formalizado o no, sino de si compartes la urgencia estratégica y el sentido de unidad colectiva. Si estás de acuerdo en que Europa enfrenta tiempos peligrosos, pero que podemos salir de esto más fuertes e independientes. La pregunta es: ¿quieres ser parte de este esfuerzo o prefieres ser el que se queda discutiendo sobre la letra pequeña?
¿Cuál cree que es la estrategia de Sánchez?
Sánchez está jugando con la letra pequeña, pero la confianza no depende de eso, sino del espíritu del acuerdo. Y la confianza es la verdadera clave de la disuasión. Al final, Europa necesita llegar a un punto en el que pueda defenderse y disuadir a Rusia. Eso es lo que está en juego.
Pedro Sánchez, en el extremo derecho de la foto, tras el resto de líderes de la OTAN tras la cumbre de la Alianza Atlántica en La Haya.
¿Cómo es posible garantizar que ese incremento de la inversión en defensa de los países se traduzca realmente en una mayor autonomía europea?
La Comisión Europea y los Estados miembros ya están tratando de abordar esa dependencia externa. El objetivo es claro: comprar y desarrollar más soluciones europeas, sobre todo en sistemas críticos. Esto es vital para ser independientes y evitar depender excesivamente de socios indispensables pero ahora menos fiables, como Estados Unidos. Por ejemplo, en defensa aérea, si bien no disponemos de sistemas tan avanzados como los Patriot, contamos con soluciones como el IRIS-T y el SAMP/T que tenemos que potenciar. La clave está en diversificar, como lo demuestra Dinamarca al comprar tres tipos diferentes de sistemas de defensa aérea de distintos fabricantes. Aunque esto puede plantear retos para la producción en masa, el camino a seguir implica una mayor diversificación e integración europea en el sector.
"Las negociaciones de paz serán un fraude hasta que EEUU decida ejercer presión real"
Estados Unidos se está desentendiendo de la seguridad de la UE, a la que ha acusado de "gorrona". ¿Cómo definiría la relación transatlántica actual?
Siempre fue cooperación y competencia. Ya sabes, incluso con los presidentes estadounidenses anteriores, por ejemplo, la cooperación en tecnología siempre fue muy difícil. Hubo barreras comerciales bajo Biden. Así que no es que Trump sea el primero, pero Trump, creo, lo ha llevado a una nueva etapa en la que ve a Europa, especialmente a la Unión Europea, como un adversario. Como, ya sabes, una entidad que está ahí para, básicamente, como él dice, para "fastidiar" a Estados Unidos, lo cual obviamente no es lo que es, pero bueno. Y creo que tenemos que tomar nota de eso y simplemente aceptar que vamos a tener una relación más complicada con Estados Unidos.
¿Prima ahora la competencia ante la cooperación?
Espero que todavía haya muchas áreas en las que podamos seguir colaborando, porque seguimos muy integrados, incluso en defensa. En España, por ejemplo, está la base naval de Rota, que es realmente importante, tanto para Estados Unidos como para España. Así que existe ese nivel de integración, pero ahora vamos hacia un nivel más alto de competencia. Y no diría que eso es malo para Europa. Creo que nos saca un poco de nuestra zona de confort, de esa dependencia excesiva y algo complaciente con Estados Unidos. Nos obliga a ser más europeos.
¿Cuál puede ser el coste de plantarle cara a EEUU?
Me parece peligroso entrar en una relación de confrontación con EEUU porque la Administración Trump está desmantelando sistemáticamente el orden internacional basado en reglas, o lo que quedaba de él, que ya colgaba de un hilo y que, en gran medida, era sostenido por EEUU. Y el hecho de que actúen sin ningún respeto por el derecho internacional, sin consideración por las Naciones Unidas o que ataquen preventimanete a Irán sin una base legal, deja a Europa —que ha invertido mucho en ese orden— en una posición muy vulnerable. Por eso, lamentablemente, veremos menos justicia en el mundo y más poder. Y por eso tenemos que adquirir poder, ser más poderosos. Por mucho que no nos guste.
Ha hablado de ser menos complacientes con Trump. Tras la cumbre, salió a la luz una conversación en la que se veía una actitud adulatoria por parte del secretario general de la OTAN, Mark Rutte, hacia Donald Trump. "Europa va a pagar a lo grande, como debe ser, y será tu victoria", le decía. ¿Cuánto hay de estrategia política y cuánto de convencimiento detrás de este trato?
Creo que siempre hay una línea delgada entre, ya sabes, ser obviamente adulador, especialmente cuando lidias con alguien con un ego grande como el de Donald Trump. Y creo que cada secretario general de la OTAN tiene que tratar a EEUU y a su presidente con respeto, con un cuidado especial, digamos, porque al final son el accionista mayoritario. Esto puede no gustarte, pero tenemos que ser realistas. Dicho eso, es cierto que Rutte ha llevado, en mi opinión, ciertas formas de lenguaje demasiado lejos en la adulación, hasta un punto que ya entra en una zona... un poco extraña. Y probablemente innecesaria. Creo que puedes ser inteligente, hacer relaciones públicas —y relaciones públicas psicológicas también— sin perder cierta forma de lenguaje decente y digno.
El compromiso estadounidense con Ucrania parece dar bandazos. Hace apenas unos días Trump paró el envío de armas y luego lo retomó. ¿Qué posibilidades tiene Ucrania de ganar la guerra sin la ayuda de EEUU?
El problema es que Ucrania necesita a Estados Unidos, no sé si para la victoria, pero sí para poder mantener el frente y defenderse. En áreas críticas como la defensa aérea, pero también en lo que llamamos facilitadores estratégicos como la inteligencia, vigilancia y reconocimiento, donde Estados Unidos tiene capacidades únicas. Así que hay un nivel de dependencia que, en realidad, si España o Francia estuvieran en la misma situación, tendríamos el mismo. No es algo único de Ucrania. Pero, obviamente, Ucrania no forma parte de la Unión Europea y la OTAN, por lo que no puede beneficiarse de esa cobertura colectiva. Así que hay una situación realmente problemática.
Llegado el caso de que EEUU se desentienda de Ucrania, ¿podrían los europeos cubrir las necesidades ucranianas?
Los europeos pueden hacer más —están tratando de hacerlo— y podrían incluso ir más allá. Eso seguro. Pero ¿sería suficiente para que Ucrania pudiera defenderse? Probablemente no. Y ahí es donde creo que podría haber un giro más transaccional: que Ucrania y Europa no solo busquen el apoyo de Estados Unidos, sino que lo compren. Sé que suena feo, pero al final, se trata de sobrevivir. El problema mayor, el de fondo en esta guerra, es que no veo un final claro —y mucho menos un final aceptable— sin que Estados Unidos esté dispuesto a presionar a Putin. Porque sí, Putin está enfrentando costes enormes, pero está dispuesto a asumirlos mientras siga creyendo que puede someter a toda Ucrania. Y mientras esos costes —humanos, financieros, militares— no aumenten de forma significativa, no creo que cambie de rumbo.
¿Qué sentido tienen entonces las negociaciones para un alto el fuego que se están llevando a cabo?
Ninguno. Son totalmente falsas. Quiero decir, esto es el arte típico de la diplomacia rusa: fingir que hacen algo mientras siguen matando civiles ucranianos y secuestrando niños ucranianos. Esto no es serio. No es serio porque EEUU no se ha tomado en serio el poner una presión real. Hay un proyecto de ley completo en el Senado listo para ser aprobado y aumentar significativamente las sanciones sobre las transacciones de petróleo y gas rusas. Pero Trump no ha estado dispuesto a activar esto aún. Y hasta que eso sea así, Putin no verá por qué debería cambiar de enfoque.
Estamos de acuerdo en que Rusia es la principal amenaza para la seguridad europea, pero ¿y China?
Rusia, más que China, es y seguirá siendo el mayor desafío. Aunque China es mucho más grande, rica y capaz, y una potencia en ascenso, no tiene ambiciones de socavar el proyecto europeo. Lo que quiere es usar a Europa como un mercado aún más grande. Putin, en cambio, está en guerra con Europa, con sus valores, intereses y reglas porque cree que socava la grandeza de Rusia. Esa es una amenaza mucho más sistémica. Además, va más allá de Putin, porque Rusia no ha hecho su transición de una mentalidad imperial, donde su grandeza depende de su escala y de tener más derechos que sus vecinos, a la de ser una nación normal donde puedes ser grande sin invadir. Esa mentalidad seguirá existiendo más allá de Putin, a menos que haya un cambio interno.