J.A.
Publicada

En una guerra en curso es difícil calcular la cifra exacta de bajas de un bando y de otro. Sobre todo si las dos partes evitan, con sentido estratégico, difundir el número de militares muertos o heridos. No obstante, según una reciente investigación conjunta del Servicio Ruso de la BBC, el medio independiente Mediazona y una red de voluntarios, el año pasado fue el más letal para el Ejército ruso desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania en febrero de 2022. En total, se calcula que al menos 45.287 soldados rusos perdieron la vida en 2024 en el frente. Esto es el triple de lo registrado en el primer año del conflicto

Desde el 24 de febrero de 2022, cuando las tropas del Kremlin cruzaron la frontera ucraniana y comenzaron a bombardear indiscriminadamente al país vecino, el número de bajas se ha convertido en uno de los indicadores más sensibles —y controvertidos— del coste humano de la guerra. Porque Moscú, que tardó en reconocer que había una guerra, guarda silencio oficial sobre el balance de sus muertos, el trabajo de organizaciones independientes permite trazar una imagen más precisa, aunque inexacta. 

La evolución del conflicto en 2024 ha estado marcada por un avance lento pero sostenido de las líneas rusas, especialmente en el frente oriental. A diferencia de los grandes asaltos del primer año —como la batalla de Mariúpol o la ofensiva fallida sobre Kiev—, la actual fase de la guerra se libra palmo a palmo, con un altísimo coste humano por cada kilómetro ganado. Según el análisis, basado en los datos abiertos, las fuerzas rusas han sufrido una media de 27 bajas por cada kilómetro cuadrado de territorio ucraniano capturado en los últimos meses. Se incluye aquí también la región rusa de Kursk, donde el pasado verano Kiev lanzó una incursión a gran escala y se hizo con el control de gran parte del territorio. 

Militares ucranianos preparan un obús autopropulsado César para disparar contra las tropas rusas , en medio del ataque de Rusia contra Ucrania, en un frente en la región de Donetsk. Reuters

El ejemplo más paradigmático fue Bakhmut, donde en 2023 se libró la batalla más larga y sangrienta hasta la fecha. Sin embargo, el cómputo de 2024 ya ha superado con creces las cifras de aquel enfrentamiento, lo que sugiere que el desgaste es constante y, en muchos casos, insostenible.

Los investigadores han documentado los nombres de 106.745 soldados rusos fallecidos desde el comienzo de la invasión, utilizando fuentes abiertas como registros de cementerios, monumentos conmemorativos y obituarios publicados en redes sociales o prensa local. Aun así, los propios autores del informe reconocen que esta cifra sólo refleja una parte del total real. Estimaciones de expertos militares sitúan la cobertura de esta base de datos entre un 45% y un 65%, lo que elevaría el número total de muertos a una horquilla que va de 164.000 a 237.000 efectivos, recoge la BBC. 

Más allá de las cifras, el impacto de esta sangría humana ya se percibe en las distintas capas de la sociedad rusa. El alistamiento forzoso, las campañas de reclutamiento en prisiones y la intensificación de la propaganda patriótica reflejan una maquinaria militar que necesita reponerse de forma constante para sostener su ofensiva. Todo esto ocurre mientras Moscú lo niega y los medios, sometidos a la censura militar o directamente bloqueados por el Gobierno, no informan al respecto, según denuncia Reporteros sin Fronteras (RSF) en su último informe. 

Por su parte, Ucrania intenta contener la presión y reorganizar sus defensas, consciente de que el desgaste, aunque avance lentamente, puede acabar siendo determinante. Más aún si se considera que las negociaciones de paz que el expresidente estadounidense Donald Trump asegura haber promovido ni siquiera han logrado comenzar. Según las últimas informaciones que llegan del frente de fuentes oficiales y blogueros militares, las fuerzas ucranianas han intentado esta semana repetir su incursión su incursión de agosto de 2024 en Kursk

Un 2025 aún peor

Este 2025 tampoco ha empezado con buen pie para las fuerzas de ocupación. De hecho, según los servicios de Inteligencia británica, este año podría acabar convirtiéndose en el más letal para las tropas del Kremlin, ya que el elevado número de bajas entre sus filas no está siendo correspondido con avances significativos en el frente.

"En lo que llevamos de 2025”, indica el Ministerio de Defensa británico en su evaluación, publicada en su cuenta de la red social X, "Rusia ha sido incapaz de traducir estas bajas tan constantes y cuantiosas en avances significativos dentro de Ucrania".