La creciente ambigüedad de Estados Unidos respecto a su papel en la protección de sus aliados atlánticos, justificada por los desprecios del presidente Donald Trump y su buena sintonía con el Kremlin, ha llevado a las naciones europeas a replantearse su arquitectura de seguridad. Como respuesta, los Veintisiete han intensificado el gasto en defensa y ultiman un ambicioso plan de rearme conjunto que pretende desvincularse, en parte, de la dependencia norteamericana.
En el centro de este nuevo paradigma se encuentra un fondo paneuropeo de 150.000 millones de euros destinado a financiar la adquisición colectiva de armamento, con especial énfasis en sistemas de defensa aérea y antimisiles. La inclusión del Reino Unido en este mecanismo, pese a su salida de la Unión Europea, está siendo negociada activamente y podría concretarse en una cumbre prevista para el 19 de mayo, que será acogida por el primer ministro británico, Keir Starmer.
“La defensa ha vuelto a unir a Londres y Bruselas”, admitió un alto representante comunitario al Financial Times. “El acuerdo solo necesita formalizarse para consolidar ese acercamiento”.
La Comisión Europea ha condicionado la participación británica en el fondo a la firma de un pacto estratégico más amplio en materia de seguridad. Este texto, que ya cuenta con un respaldo mayoritario entre los embajadores de los Estados miembros, abordaría también aspectos geopolíticos de mayor alcance.
En paralelo, el ministro de Defensa del Reino Unido, John Healey, ha intensificado su coordinación con sus homólogos europeos. La semana pasada coorganizó una reunión de la denominada “coalición de voluntarios” junto a Francia, seguida de un encuentro en Alemania centrado en el suministro militar a Ucrania.
El Reino Unido también ha mostrado voluntad de reforzar la cooperación financiera en este ámbito. La ministra del Tesoro británica, Rachel Reeves, participó recientemente en una cita en Varsovia con sus homólogos europeos, donde abogó por una integración más profunda en materia presupuestaria de defensa.
Además del acuerdo militar, Bruselas y Londres tratan de cerrar otros dos convenios complementarios sobre energía, migración y pesca. Este último tema es especialmente sensible para países como Francia o Dinamarca, que buscan mantener su acceso a caladeros británicos tras la expiración del pacto actual en 2026.
“No podemos permitir que una cuestión como la pesca, de impacto limitado en términos económicos, obstruya una alianza de esta magnitud en el ámbito de la seguridad”, comentó un diplomático europeo al mismo periódico. “París lo está examinando con lupa, mientras el resto ve el valor estratégico evidente”.
El ministro danés de Economía, Stephanie Lose, se mostró favorable a profundizar en la cooperación con socios externos al bloque. “Tenemos vínculos sólidos con Noruega y el Reino Unido. Debemos explorar fórmulas que fortalezcan a Europa en su conjunto”, declaró. El fondo europeo, que funcionaría como un mecanismo de préstamos respaldado por el presupuesto común, permitiría a las industrias británicas de defensa —estrechamente ligadas a fabricantes alemanes, italianos y escandinavos— participar plenamente en los contratos conjuntos.
Reforzar el flanco oriental
La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, se han mostrado favorables a avanzar en esta línea de colaboración. “Reforzar la defensa europea requiere actuar tanto dentro como fuera de nuestras fronteras institucionales”, sostuvo Valdis Dombrovskis, comisario de Economía, en Varsovia. Dombrovskis también anunció que la Comisión está abierta a estudiar nuevas fórmulas de financiación para apoyar a los países del este comunitario, cuya posición geográfica los hace especialmente vulnerables frente a Rusia.
La idea de un fondo intergubernamental, impulsada por el laboratorio de ideas Bruegel, gana adeptos en Varsovia, los países bálticos y otras capitales de primera línea. En la última reunión celebrada en la capital polaca, el ministro de Finanzas de España, Carlos Cuerpo, propuso crear un vehículo financiero específico que otorgue subvenciones y créditos a proyectos de defensa paneuropeos, siguiendo el modelo de los eurobonos emitidos durante la pandemia.
No todos los socios respaldan su idea. Alemania se muestra reticente a asumir nuevas cargas financieras, y naciones conservadoras fiscalmente, como Países Bajos, desconfían de las transferencias masivas entre los miembros.
