El 24 de febrero de 2022, Rusia cambió el mundo como lo conocemos. Decidió, ocho años después de anexionarse Crimea y ocupar los territorios del Donbás, entregarse a una invasión a gran escala de Ucrania que esperaban que concluyesen con éxito en apenas unas horas. Hoy, sin embargo, se cumplen tres años de resistencia civil y militar, con millones de desplazados, sí; con miles de muertos, sí; con las posiciones del frente más bien estancadas, sí; pero sobre todo con la incertidumbre creada por el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ha iniciado unas negociaciones con la Rusia de Vladímir Putin de las que los ucranianos y los europeos están, por el momento, al margen.
¿Está más cerca la paz justa y duradera que pide Volodímir Zelenski o el cierre en falso que temen los invadidos y sus aliados? Cinco periodistas de EL ESPAÑOL explican la situación desde la óptica (y sobre el terreno) de Kramatorsk, Kyiv, Bruselas, Nueva York y Madrid.
Kramatorsk
En Kramatorsk, dentro del Donbás, las declaraciones incendiarias de Donald Trump no han dejado indiferente absolutamente a nadie, ni en las ciudades ni en el frente de combate. Aquí, a muy pocos kilómetros de las líneas rusas, el ambiente que se respira en las trincheras recuerda a los primeros compases de la invasión, esas primeras semanas de febrero de marzo de 2022, cuando todo el pueblo ucraniano se unió en esta lucha y decidió que no querían dejar de existir como país. Que iban a combatir con lo que tenían.
Ahora, desde las trincheras, vuelven a decirlo. Vuelven a decir que, aunque dejen de recibir la ayuda de Estados Unidos, no se van a rendir. Van a seguir cumpliendo las órdenes de sus comandantes y luchando con lo que tengan.
Las declaraciones de Trump han indignado y envalentonado a partes iguales a una población que lleva tres años sufriendo los estragos de esta terrible guerra, de esta invasión rusa a gran escala que no ha perdonado ni a las ciudades ni a los objetivos civiles. Tampoco, por supuesto, a los combatientes que a lo largo de estos tres años han caído a miles. Ni a las decenas de miles de familias que han perdido sus hogares. Así que rendirse, capitular con una serie de condiciones absolutamente desventajosas, no está en la mente de ningún ucraniano. — María Senovilla
María Senovilla informa desde el frente de combate en Kramatorsk sobre la situación de la guerra de Ucrania cuando se cumple el tercer aniversario
Kyiv
Durante un encuentro privado, una diputada ucraniana me explicó que el principal cambio para su país entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump es que el segundo es imprevisible. Puede dejarnos tirados, especuló, o puede llevarnos a la victoria contra Rusia con una lluvia de armas y millones. Lo cierto es que esta conversación se produjo antes de que Trump culpara de la invasión a Ucrania y difamara sin piedad a Zelenski: no sólo lo llamó “actor de segunda fila”, también lo definió como “dictador”, como movido por los deseos de Vladímir Putin. Ahora son más los ucranianos que temen que la primera hipóteis se haga realidad.
Los más optimistas esperan que la presión de Estados Unidos a Zelenski sirva para cerrar un trato milmillonario sobre minerales críticos y tierras raras que, a su manera, servirían como garantía de seguridad para Ucrania. Porque los rusos, argumentan quienes más confían en Washington, no atacarán las regiones donde ellos estén presentes. Los más pesimistas se malician que Trump sólo busca una paz rápida, un titular que vender puertas adentro: la del pacificador que detiene la sangría en el frente, al peor precio. Zelenski, por su parte, no quiere ser un impedimento. Lo dijo ayer mismo: estará encantado de dimitir si, a cambio, la OTAN accede a incorporar a Ucrania. — Jorge Raya Pons
Jorge Raya, redactor jefe de Internacional de EL ESPAÑOL, informa desde Kiev sobre la situación de la guerra de Ucrania cuando se cumple el tercer aniversario
Nueva York
Las acciones de Estados Unidos en la última semana demuestran que Trump ha dado un bandazo a la trayectoria geopolítica del país. Si hace años preguntabas a cualquier candidato presidencial, ya fuera conservador o progresista, sobre cuál era el principal rival de Washington, coincidían: el Kremlin. Pero la decisión de Trump de culpar a Kiev de la invasión rusa y de reunirse con los consejeros de Putin sin contar con la Unión Europea ni tampoco con Ucrania, demuestran que Moscú no va a ser visto como un enemigo tan fuerte como lo era anteriormente.
De todas maneras, en Estados Unidos se ha percibido en los últimos meses un cierto desgaste en relación al apoyo a Ucrania. Muchos estadounidenses no entienden bien cuáles son los intereses del país en este territorio. Consideran que están financiando con mucho dinero un conflicto que ni les perjudica ni les beneficia. Y también es verdad que si Estados Unidos avanza hacia un cierto proteccionismo económico, ya no se ve tan necesaria y urgente la colaboración con Europa. — R. J. Pérez
Javier Romualdo, corresponsal en Nueva York, ofrece la postura estadounidense ante el conflicto en Ucrania cuando se cumplen tres años del inicio de la guerra
Bruselas
La Comisión de Ursula von der Leyen ha viajado al completo este lunes a Kiev para expresar el "apoyo inquebrantable" de Europa a "la lucha de Ucrania por su independencia y libertad", coincidiendo con el tercer aniversario del inicio de la guerra de agresión de Rusia. Una visita a la que se ha sumado también el presidente del Consejo Europeo, el portugués António Costa, cancelando compromisos previos. En paralelo, los ministros de Exteriores de los 27 han dado luz verde a un nuevo paquete de sanciones contra Moscú, el número 16, cuyo objetivo es dañar la maquinaria de guerra rusa.
Pero lo cierto es que el inicio de las negociaciones entre Donald Trump y Vladímir Putin ha dejado a los europeos en posición de fuera de juego.
De repente, esta estrategia de sostener al Gobierno de Volodímir Zelenski (en el ámbito político, económico y militar) y sancionar al Kremlin, que es la que Bruselas ha seguido desde el principio del conflicto, ha quedado desfasada, superada por los acontecimientos tras una simple llamada telefónica. La prioridad ahora para los líderes europeos es conseguir un asiento en la mesa de diálogo para Kiev y para ellos mismos. Está en juego la arquitectura de seguridad europea, argumentan. Sin embargo, los dirigentes comunitarios no se ponen de acuerdo en qué ofrecer a Trump para que les admita en la negociación.
El debate en Bruselas, que se ha acelerado de forma vertiginosa en los últimos días, se centra en aumentar masivamente el gasto militar, incrementar la ayuda a Kiev para que negocie en una posición de fuerza y preparar una misión militar europea de paz que supervise un posible alto el fuego. Pero la unidad europea es cada vez más difícil. Al tradicional enfant terrible de la política europea, el ultra húngaro Víktor Orbán, que se siente cómodo en la pinza entre Rusia y Estados Unidos, podría sumarse ahora la italiana Giorgia Meloni, que hasta ahora ha apoyado a Ucrania pero que podría pasarse al bando de Trump. — Juan Sanhermelando
Juan Sanhermelando ofrece el punto de vista europeo sobre la situación de la guerra de Ucrania cuando se cumple el tercer aniversario
Madrid
España ha mantenido siempre una postura firme y clara sobre la guerra en Ucrania. Desde el inicio de la invasión en 2022, ha proporcionado a Ucrania cerca de 1.461 millones de euros en ayuda militar, humanitaria y financiera.
El último barómetro del Real Instituto Elcano, publicado en diciembre, muestra que la mayoría de los españoles apoya el envío de ayuda militar. Solo un 18% cree que Europa debería involucrarse menos. En el resto de países, en cambio, el descontento aumenta de media hasta el 28%. Pero este apoyo podría estar en riesgo. Donald Trump está intentando negociar la paz con Rusia sin contar con Ucrania ni la UE. La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha calificado su estrategia como un "contorsionismo delirante". Por su parte, Pedro Sánchez ha insistido en que cualquier acuerdo debe incluir a Ucrania y no comprometer su soberanía.
Y aunque ha descartado enviar tropas, como han propuesto Francia y Reino Unido, el presidente español ha reafirmado su respaldo a Volodímir Zelenski. Así que conviene no descartar nada. Este lunes, cuando se cumple el tercer aniversario del inicio de la guerra, se reunirá con él en Kiev. Así, será la cuarta vez que Sánchez visite Ucrania. — Jara Atienza
Jara Atienza ofrece la posición de España ante el conflicto en Ucrania cuando se cumplen tres años del inicio de la guerra