Londres

El rey Carlos III ha celebrado su coronación bajo la lluvia. Pero lo que para algunos podría ser un mal augurio es, para la mayoría, un reflejo de que en Reino Unido hay algunas cosas que se mantienen constantes.

Pocas instituciones pueden conjurar la pompa, tradición y espectáculo presentes en una coronación británica. Miles de banderas decoran ventanas, restaurantes, supermercados y pubs de todo el país, entre las estrictas medidas de seguridad. En The Mall, la calle que conecta el Palacio de Buckingham y Trafalgar Square, los fans de la familia real han colocado pancartas, figuras de cartón de la reina Isabel I, y algún que otro corgi hinchable. Allí, han sido testigos de la procesión real, en la que más de 4.000 miembros de las fuerzas armadas - junto con representantes de 39 países de la Commonwealth - han acompañado al 'Carruaje de Estado de Oro' en la mayor operación militar ceremonial de la última generación.

"¡No podías estar en otro sitio!", decía Patricia Ferrier, que ha presenciado el saludo de los reyes desde el balcón del palacio, llevando su propia corona y capa. Braden Miller, de 17 años, ya acampó en The Mall para asistir al Jubileo de Isabel II, y ha vuelto a traer su tienda de campaña desde California para la coronación. "Es una experiencia increíble", cuenta Miller. "¡Haces muchísimos amigos y todo el mundo se lleva bien! Hubo muchas canciones y muy pocas horas de sueño."

Aunque no ha empañado los ánimos, la lluvia sí ha causado algunos estragos. El mal tiempo ha acortado el desfile aéreo y forzado a los espectadores a sacar sus paraguas y ponchos. Catherine Yuefang Tang, de 23 años, pensaba ver la ceremonia desde una de las enormes pantallas instaladas en Holland Park, "pero la lluvia ha complicado las cosas". Aún así, el agua no le ha restado importancia a la ocasión. "Es un momento histórico y me encanta la grandeza de la ceremonia," decía.

Marta Navarro, una estudiante española residente en Londres, también ha visto sus planes afectados por la lluvia,"pero el domingo tenemos pensado ir a ver el concierto de St James Park". Allí, una pantalla gigante retransmitirá el espectáculo que tendrá lugar en Windsor, donde cantantes como Katy Perry y Lionel Richie - un conocido amigo del Rey - cantarán sus grandes éxitos. La celebración continuará el lunes con un Big Lunch, en el que se anima a la gente a aprovechar el festivo nacional para donar y compartir comida con sus vecinos.

Entre los que han seguido el evento en redes sociales, la protagonista de la jornada no tenía sangre real. Lord Penny Mordaunt, presidenta del Consejo Privado, ha llevado las dos espadas ceremoniales, siendo la primera mujer en realizar esta importante función. "Siento que es el gran día de Penny", decía la periodista Ayesha Hazarika en Twitter. El bostezo del príncipe Luis y la confusión de Katy Perry buscando su asiento en la abadía también han sido muy comentados entre los ciberusuarios y motivo de sonrisas en las calles de la ciudad.

Pero no todos los británicos sienten el mismo cariño por su recién coronado rey. Muchos londinenses han aprovechado el festivo adicional para alejarse del bullicio de la capital. Como comentaba Lina, de 24 años: "casi todas las personas que conozco se han ido de puente". Además, activistas del grupo Republic han marcado el día manifestándose en contra de la monarquía, dando lugar a arrestos policiales y quejas sobre el derecho a la protesta pacífica.

A pesar de los debates sobre el coste del evento, que podría estar entre los 50 y 100 millones de libras, se espera que las ganancias económicas que genere superen sobradamente esta cifra. Cientos de miles de turistas han llegado a Londres durante el fin de semana y los precios de los hoteles de la ciudad han subido un 60% en estas fechas. Según UK Hospitality, los tres días que duran las celebraciones pueden generar 350 millones de libras para el sector del turismo.

Además de los gastos en transporte y restauración, toda ceremonia real británica que se precie es motivo de compra de merchandising monárquico, una especialidad británica. Camisetas, vajillas, sellos, pijamas, tartas y hasta gnomos de jardín llenan los estantes de las tiendas y supermercados londinenses. La australiana Jan Hugo, de 64 años, ha viajado desde Australia para vivir este momento y cuenta que posee más de 10.000 objetos con imágenes de la familia real. "He llenado una maleta entera y he enviado tres cajas más", cuenta. "Seré demasiado mayor cuando Guillermo se convierta en rey, así que era ahora o nunca."