Roma

Como el cuerpo de Camisas negras durante el periodo de entreguerras en Italia, para los Blackflag todo aquel que no piense como ellos es el enemigo. Por eso, actúan al margen de toda legalidad y evitan a toda costa a la Policía.

Italia vuelve a estar preocupada por el fenómeno de las 'rondas nocturnas' de jóvenes violentos ochenta años después de la disolución de las milicias que sembraron el terror y alcanzaron su auge durante los peores años del fascismo. Destacan, sobre todo, los conocidos como los Blackflag, una organización cuyo único objetivo es pegar a adolescentes, inmigrantes y profesores. Cualquiera que se sitúe a su izquierda (algo fácil teniendo en cuenta su ideología extremista) es considerado un traidor.

Los neofascistas Blackflag tienen su base en la ciudad véneta de Vicenza, pero hay más bandas similares repartidas por el noreste de Italia. Usan las redes sociales para comunicarse, pero al cabo de un tiempo éstas terminan siendo bloqueadas porque sus contenidos están inundados de mensajes de odio y violencia. Las fuerzas del orden les conocen y les tienen vigilados, a la espera de que den cualquier paso en falso.

"Tú, niñato europeo, despierta. Diez mil años de historia pesan sobre tus hombros y tienes la posibilidad de formar bandas junto a otros como tú, que puedan contrarrestar esta escoria que invade nuestras calles", era uno de los mensajes que podía leerse en la cuenta de Instagram de los Blackflag, que recientemente ha sido cerrada por las autoridades.

Las redes sociales, gracias al anonimato que ofrecen, son uno de los principales instrumentos de estas bandas violentas que actúan escondidas y camufladas para desquitarse libremente cuando llega noche; y que tratan de ganar adeptos entre los más jóvenes a través de sus dispositivos móviles.

No tienen una iconografía especial, más allá del recurrente uso del negro, un color que evoca sin duda alguna una simpatía evidente hacia la violencia, la extrema derecha y los neofascistas. Un color que rinde homenaje a los temibles Camisas negras.

"Visten como ultras de estadio, sin símbolos de pertenencia: vaqueros, cazadora negra con capucha, bufanda negra y mascarillas negras", escribe el conocido diario italiano La Repubblica, medio que ha sacado a la luz el tema a nivel nacional, tras las recientes informaciones publicadas por la prensa regional del Véneto y local de Vicenza.

"Si quieres ir contra las bandas juveniles sólo puedes contar contigo mismo y con tu gente", aseguran, para captar la atención de sus seguidores. La tienen tomada con los inmigrantes y los profesores de instituto que supuestamente los "protegen". Y por si no fuera suficiente, los Blackflag se vanaglorian de "no ser chicos de la parroquia, ni boy scouts, ni tímidos burgueses que piden cómodas soluciones", como si entendieran algo de clases sociales, política y valores.

Su sentimiento de seguridad y fortaleza es tan grande que prefieren actuar por su cuenta, como si pudieran valerse por sí mismos: "Nosotros no llamamos ni a la Policía, ni a los periodistas que escriben reportajes en los que denuncian la degradación social".

No. Ellos prefieren la violencia, amenazando a sus "enemigos" con frases del tipo: "Iremos a por vosotros y os echaremos, al igual que al resto de vuestros tutores, que repiten continuamente que todo irá bien mientras nuestra civilización deja paso a las serpientes".

Según los medios de comunicación de la ciudad véneta de Vicenza, la Policía de Estado italiana está investigando este fenómeno violento juvenil a través de sus departamentos no uniformados. Según lo publicado en las últimas semanas por los periodistas locales, por el momento (y afortunadamente), la existencia de los Blackflag llama más la atención por su agresivo lenguaje (especialmente en las redes sociales), que por el resultado visible de sus acciones violentas.

Herederos de las 'rondas padanas'

No es la primera vez que aparece en Italia el fenómeno de las 'rondas nocturnas' de jóvenes violentos. Además de los tristemente célebres Camisas negras, en Italia fueron muy conocidas las 'rondas padanas' que surgieron hace más de una década; pequeños grupos de personas que no pertenecían a ninguna fuerza del orden o policial y que se encargaban de "vigilar" algunas ciudades del norte del país, con uniforme verde y sin necesidad de portar armas.

Dichos "vigilantes", en su gran mayoría, estaban directa o indirectamente vinculados a la entonces llamada Liga Norte, hoy rebautizada simplemente Liga; animados por la necesidad de "controlar" a los extranjeros.

Para más bochorno, el gobierno de Silvio Berlusconi, allá por 2009, permitió su legalización a través de un decreto, bajo el impulso del ministro del Interior de entonces, Roberto Maroni, miembro del Ejecutivo italiano.

Con el tiempo, el fenómeno de las 'rondas padanas' se disipó hasta quedarse en nada. Pero grupos similares, cada vez más violentos, han terminado por reaparecer regularmente en la escena social italiana vinculada a los movimientos de extrema derecha, como los neofascistas de Casa Pound y Fuerza Nueva. En los últimos años este tipo de bandas nocturnas han ido progresivamente dejando la política a un lado, conforme empleaban la violencia como herramienta racista.

El coronavirus ha dado un nuevo impulso a los grupos violentos como los Blackflag, entre otras cosas, porque actualmente en Italia no hay partidos de fútbol abiertos al público y por tanto los ultras no tienen lugares en los que reunirse. Ante esta situación generada por la pandemia, buscan excusas para ejercer su violencia libremente, ya no sólo la verbal, sino también la física.

Tal y como se desprende de los medios de comunicación italianos, preocupa especialmente la bajada de la media de edad de los miembros de este tipo de bandas violentas de extrema derecha (en torno a los 21 años). Los neofascistas italianos son cada vez más jóvenes, extremistas y violentos. Y la pandemia, con sus restricciones y sus cierres de negocios, está siendo el caldo de cultivo perfecto para el resurgir de este tipo de movimientos. Ante la inacción y el aburrimiento, los Blackflag han llegado para desatar el caos.

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