Este domingo los portugueses irán a las urnas para elegir al nuevo presidente de la República. Lo harán con el país inmerso en la peor ola de contagios de toda la pandemia, con números récord de contagios y muertes, que han obligado al Gobierno a decretar un nuevo confinamiento muy parecido al de marzo y abril

Si en la primera ola, Portugal pudo mantener a raya los contagios y las muertes, esta tercera ola está dejando números dramáticos, llevando el país a liderar el ranking de naciones con mayor número de casos por un millón de habitantes, y a estar tan sólo por detrás de Reino Unido en lo que respecta a muertes, según la página Our World in Data. Este jueves, sumó 13.544 contagios más y 221 muertes

Pese al escenario, que ha llevado al Gobierno de António Costa a decretar un nuevo confinamiento, este domingo sus ciudadanos podrán acudir a las urnas. El aplazamiento de las elecciones llegó a estar sobre la mesa pero implicaba hacer una reforma constitucional para la que no había amparo legal, consenso político ni tiempo.

Primero porque para hacer una reforma constitucional tendría que levantarse el estado de emergencia decretado en noviembre, -y que el Gobierno tiene que renovar cada 15 días- que ampara el confinamiento y todas las medidas de restricción por la pandemia. “Durante el estado de emergencia no se puede reformar la Constitución, en ningún caso, así que sería necesario suspenderlo o no renovarlo y hacer un ‘descanso’ para reformar la Constitución”, explicó el presidente de la República y candidato a la reelección, Marcelo Rebelo de Sousa, en declaraciones a la radio TSF. 

“Suspender el estado de emergencia cuando se está restringiendo la circulación de las personas para parar la cadena de contagios no es viable. Además de eso, haría falta que los partidos se comprometieran a hacer la reforma de la Constitución en menos de un mes. Y luego, habría que prever cuándo sería seguro hacer las elecciones… son demasiadas variables”, señaló.

Así, mientras en Cataluña se intentó aplazar las elecciones, aunque la Justicia, por ahora, obliga a mantenerlas en su fecha original, el país vecino decidió seguir adelante con sus comicios. La ley electoral fue reformada para facilitar el voto anticipado y el de los ancianos y los que estén en confinamiento y fue adoptado un conjunto de medidas de seguridad para facilitar el ejercicio del voto.

Voto anticipado

El primer cambio tuvo que ver con el voto anticipado. Todos los ciudadanos podían pedir el voto anticipado para el fin de semana pasado, el 17 y 18 de enero, sin tener que justificarlo. 

Los portugueses podrían votar en cualquiera de los 308 ayuntamientos del país, con tan solo registrarse en una página web habilitada para el efecto entre el 10 y el 14 de enero, o pedirlo por correo. Más de 246.000 portugueses se inscribieron para votar de forma anticipada y 80% lo hicieron el pasado domingo. 

Voto en residencias y en confinamiento

Las personas que se encuentren en aislamiento profiláctico y los usuarios de las residencias podrán votar sin desplazarse. Entre el 19 y el 20 de enero han podido votar sin moverse de sus lugares de residencia a través de un mecanismo creado para llevar las urnas a domicilio. Equipos especializados, creados por los ayuntamientos, se han desplazado a estos lugares para recoger las papeletas.

De fuera de esta medida se quedan los que hayan dado positivo en los 10 días previos a las elecciones, de forma a contener los contagios y para no exponer a nadie a mayores riesgos.

Más mesas electorales

Otra de las medidas impuestas fue la de ampliar el número de mesas electorales para que incluyan a menos personas y las aglomeraciones sean menores. 

Se han creado 2.800 mesas electorales más, lo que supone una disminución del número de personas incluidas en cada una: pasan de 1.500 a 1.000 por mesa

Más allá de estas reformas, se van a incluido medidas de protección generales, como la existencia de geles desinfectantes en cada mesa, y los ciudadanos deberán llevar su propio bolígrafo para votar.  

Mucha abstención

Pese a las medidas, se prevén unas elecciones marcadas por la abstención. Primero por el descontrol de la pandemia, que hará con que muchos se queden en casa por miedo a contagiarse. Y luego porque la victoria de Marcelo Rebelo de Sousa, el actual presidente, está asegurada. Los últimos sondeos le daban la victoria por un 60%. 

Portugal tiene una larga tradición de abstención en sus elecciones. En las pasadas elecciones legislativas del 2019, en las que António Costa revalidó su mandato, se abstuvo un 51,4% de la población. En las presidenciales de 2016, lo hizo un 51,3%.

Noticias relacionadas