Roma

Inmigrantes, rescates en el mar y coronavirus. Tres conceptos que, por primera vez, abren un nuevo escenario en el antiguo Mare Nostrum. Con la llegada del verano y junto a él la llamada nueva normalidad tras la crisis del Covid-19, los flujos migratorios en el Mediterráneo central podrían complicarse desde la óptica sanitaria.

Con el buen tiempo, aumentan las probabilidades de que haya migrantes listos para zarpar rumbo a Italia, para que las fuerzas armadas transalpinas o las ONG puedan salvarlos. Según informaciones de la prensa italiana, que citan fuentes de la inteligencia italiana, actualmente habría 20.000 personas a la espera de poder embarcar y salir de las costas de Libia.

A lo largo de la pasada primavera diferentes ONG dedicadas al rescate de migrantes y refugiados en el mar han vuelto a poner en marcha sus operaciones de salvamento marítimo frente a las costas de Libia. Entre ellas destaca la alemana Sea Watch, que este martes salvó a 211 migrantes en aguas internacionales del Mediterráneo.

Tras realizar test a todos ellos, 28 resultaron positivos por coronavirus y han sido trasladados a un ferri destinado a la cuarentena: “El procedimiento garantiza la total seguridad sanitaria del país”, asegura el Ministerio del Interior italiano. Por su parte, Sea Watch afirma que no renunciarán a su “deber de rescatar vidas en el mar” y que “no hay que sorprenderse por los casos positivos, sino gestionarlos de forma segura, como hacen las autoridades italianas”.

Barcos cuarentena

¿Cuál es el procedimiento anticoronavirus, desde un rescate hasta la entrada en Italia? En primer lugar, todos los migrantes y refugiados tienen que pasar un primer control médico. En esta fase se medirá la temperatura y se realizarán test diagnósticos, para comprobar si finalmente hubiera positivos, sintomáticos o asintomáticos.

A partir de ahí, tanto los primeros como los segundos, serán trasladados a la Moby Zazá, la embarcación –con una capacidad para 280 migrantes y 20 sanitarios– que Italia está empleando específicamente para someter a una cuarentena de 14 días a quienes desembarquen en Sicilia. El país transalpino no sólo cuenta con dicho buque sino también con estructuras terrestres para la misma finalidad. En cualquier caso, los barcos-cuarentena están siendo muy útiles en estos momentos sobre todo para los migrantes que, literalmente, no hayan desembarcado en territorio italiano. Una vez transcurridas las dos semanas de aislamiento, en el caso de que se pruebe la negatividad al coronavirus, los migrantes podrán pasar a una estructura de acogida.

El Canal de Sicilia, la ruta que conecta Libia con Italia, es la más peligrosa del mundo y es la zona de tránsito de miles de personas, migrantes y refugiados, que dejan sus países de origen por razones económicas o bélicas. Lo que se define también como Mediterráneo Central es un tramo marítimo muy extenso, de modo que aquellos que zarpan para cruzarlo –con la mediación de los traficantes– pueden tener sólo la esperanza de sobrevivir, sin hundirse, a la espera de que las fuerzas armadas italianas o las ONG humanitarias de distintos países los rescaten frente a las costas norteafricanas. Esta situación –que compromete a países democráticos como Italia a debatir entre los conceptos de frontera y acogida humanitaria– es bien conocida por Libia, un país fragmentado con diferentes poderes de facto que usan regularmente la cuestión migratoria para presionar la acción del Gobierno transalpino.

A nivel político interno, las migraciones en Italia han conocido momentos más tensos que los actuales. El año pasado, el anterior Gobierno de Giuseppe Conte, de corte derechista, resultado de una coalición entre el antiestablishment Movimiento 5 Estrellas (M5E) de fundado Beppe Grillo y la soberanista Liga de Matteo Salvini; aprobó unas duras leyes antimigratorias con fuertes sanciones a las ONG humanitarias que incumplieran la prohibición de entrar sin permiso en un puerto italiano.

Uno de los casos más sonados fue, en agosto de 2019, el pulso mutuo entre el barco Open Arms, propiedad de la homónima ONG española, y el entonces ministro del Interior italiano, Matteo Salvini; una controversia que dejó la embarcación a la deriva 20 días, con más de un centenar de migrantes abordo, a menos de un kilómetro de Lampedusa. Hoy, sin embargo, el mismo premier Conte lidera una coalición izquierdista, donde el socialista Partido Democrático (PD) de Nicola Zingaretti querría acelerar el proceso de modificación de los decretos Salvini, mientras que los grillinos preferirían esperar, al menos, al final del verano.

No obstante, la cuestión migratoria es, desde hace algunos años, uno de los puntos fuertes de la propaganda de los partidos soberanistas como la Liga de Salvini o Hermanos de Italia (HDI) de Giorgia Meloni; el coronavirus ha cambiado completamente su percepción. Según una reciente encuesta publicada en el diario transalpino La Repubblica, la inmigración preocupa sólo al 9% de los italianos, consolidándose así como la cuarta temática más importante, pero después de la economía, la corrupción política y la criminalidad. Respecto a hace dos años, momento en el que el leguista Matteo Salvini entró en el anterior Ejecutivo italiano como ministro del Interior, el porcentaje de personas que consideran un “peligro” a los inmigrantes ha bajado del 40% al 33%.

Más allá de lo relativo a los migrantes rescatados por las ONG o las fuerzas armadas italianas frente a las costas de Libia; en el sur de Italia, como en la conocida isla de Lampedusa, se suman otros flujos: mediáticamente más discretos, pero constantes. Son los denominados “desembarques autónomos”, difícilmente rastreables por las autoridades marítimas, ya que son el resultado de breves travesías entre Túnez e Italia.

En la propia Lampedusa –el territorio más al Sur del país, una isla a medio camino entre Italia, Libia, Malta y Túnez–, a lo largo de esta primavera, se han producido incluso tres desembarques al día de este tipo, por un total de más de medio millar de personas incluso en una misma semana. Según lo publicado por la prensa del país, en el primer semestre de 2020 se ha registrado la llegada de unas 6.000 personas a través de esta fórmula, el triple que en 2019. Mientras tanto Lampedusa, que vive fundamentalmente del turismo, teme que este año no haya visitantes como consecuencia del coronavirus.

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