Cracovia

Cuando las restricciones impidieron a miles de polacos poder asistir a los funerales de sus seres queridos fallecidos por el coronavirus, Jaroslaw Kaczynski, líder del partido del Gobierno -pero sin ningún puesto oficial-, ordenó que se abriese para él solo un cementerio de Varsovia y así poder visitar, en limusina y con escolta, la tumba de su madre. Ni él ni ningún miembro de su numerosa comitiva portaban mascarilla ni respetaron la distancia de seguridad.

Este “escupitajo en la cara a quienes han perdido seres queridos por el Covid-19”, como lo calificó un editorial, enfureció al popular y veterano cantante Kazik, conocido por su aversión a los políticos de todos los colores, a pesar de sus simpatías por los conservadores.

La canción Twój ból jest lepszy niż mój (Tu dolor es mejor que el mío), que critica la arrogancia de Kaczynski, fue votada como la mejor de la semana en un programa de radio estatal que desde hace décadas se distingue por confiar a los oyentes, en vez de a los patrocinadores, la confección de su lista de éxitos.

Sin embargo, la canción desapareció de la lista y dejó de emitirse sin ninguna explicación. Como protesta, el conductor del programa presentó su dimisión y dijo que en las 1.998 emisiones de dicho espacio radiofónico nunca le había ocurrido nada semejante. A su renuncia ha seguido la de otros periodistas de la emisora y algunos de los artistas más conocidos del país han pedido que su música no se emita jamás en la cadena pública.

El caso ha destapado la polémica de los políticos que son incapaces de cumplir con las reglas que ellos mismos imponen. Por ejemplo, cuando se sabía que muchos de los casos de coronavirus en Polonia habían sido importados por personas que habían estado esquiando en los Alpes, el portavoz del Senado se fue de vacaciones a esquiar al norte de Italia. “Dicen que serían capaces de cualquier sacrificio, de morir por su país y los polacos; pero resulta que ponerse una mascarilla o cumplir con las reglas es pedirles demasiado”, se quejaba a este periodista un estudiante de Cracovia.

“El abuelo de mi novia murió en Katowice por el virus y solo dejaron asistir al funeral a cinco personas”. La letra de la canción censurada, dice, resume bien lo que siente (“solo tú puedes aliviar tu dolor / los demás que se aguanten / el cementerio entero se abre para ti / una, dos limusinas…).

Pocos días antes, el presidente Andrzej Duda había hecho público un rap de apoyo a los sanitarios que ha sido ridiculizado por soso y alejado de la realidad. En mangas de camisa y con una tableta en la mano, Andrzej Duda recitaba a duras penas frases que aludían al “espíritu salvador” pero no hacían referencia a la reciente campaña electoral en la que él fue el único candidato con apariciones en público. Mientras los otros candidatos renunciaron a ello para evitar riesgos en plena pandemia mundial, Duda ha viajado por todo el país visitando fábricas y hospitales y dando mítines.

Precisamente las elecciones presidenciales y su celebración a pesar del coronavirus han sido motivo de controversia. Durante meses, el Gobierno se empeñó en jugársela y seguir adelante con la preparación de los comicios, a pesar de que la Comisión Electoral, la oposición, el Tribunal Supremo, la Comisión de Derechos Humanos, la OSCE, la Unión Europea, tres de cada cuatro polacos e incluso el líder del principal partido aliado del Gobierno -que dimitió por ello- pensaban que era una mala idea.

Finalmente, y tras un proceso al margen de toda legalidad, tres días antes del día de las elecciones el propio Kaczynski -que no ostenta ningún cargo en el Gobierno- anunciaba de manera informal que las elecciones se celebrarían pero que el Tribunal Constitucional las declararía nulas, por lo cual nadie debía ir a votar. 

Coronavirus en Polonia

Polonia está capeando por ahora la pandemia con un éxito relativo. La decisión de cerrar las fronteras internacionales antes de que se extendiera el virus ha sido, según coinciden los expertos, la clave para que el país “solo” tenga que lamentar unas 1.000 muertes y unos 20.000 casos.

Sin embargo, la promesa del Gobierno de que se llevarían a cabo 20.000 tests diarios sólo se ha podido cumplir tres veces hasta ahora, y actualmente Polonia ha completado unas 17.000 pruebas del virus por millón de habitantes, menos que países como Bután, Yibuti o Venezuela, y muy lejos, por ejemplo, de los 65.000 tests por millón de habitantes hechos en España o los 62.000 de Bélgica.

Tras el cierre de fronteras y comercios y una semana en la que camiones de la Policía pedían con altavoces que todo el mundo se quedase en casa, Polonia ha acelerado al máximo -demasiado, según algunos expertos- la vuelta a la normalidad absoluta, y ahora mismo hoteles, bares, cafeterías, restaurantes, parques, peluquerías y prácticamente todos los comercios permanecen abiertos.

Sin mascarilla

Oficialmente sigue estando prohibido formar grupos en la calle, no llevar mascarilla, comer en lugares públicos o no mantener dos metros de distancia, pero en la práctica muy poca gente cumple estas normas y el primer día de reapertura las terrazas del centro de Cracovia estaban completamente llenas y había colas de gente para sentarse. Es normal ver gente sin guantes ni mascarilla en los supermercados, donde incluso las cajeras han dejado de usar líquido desinfectante o protección facial. 

En Silesia, una región minera al sur del país, las minas de carbón se han convertido en uno de los principales focos del virus, con cientos de casos nuevos cada día. En Katowice, la capital, los casos se cuentan por miles, mientras las autoridades no se plantean cerrar las minas porque son el motor económico de la provincia.

El Gobierno central tampoco considera la posibilidad de poner a Silesia en cuarentena por miedo a que revivan las reivindicaciones de autonomía en esta región histórica de 4,5 millones de habitantes. En las explotaciones de carbón se pide a los trabajadores que mantengan en lo posible la distancia de seguridad, pero es sencillamente imposible cuando, por ejemplo, en los ascensores viajan juntos decenas de mineros en trayectos que duran casi dos minutos. De los 60.000 mineros de Silesia, solo 15.000 han podido ser analizados para ver si tenían el virus. La respuesta del Gobierno ha sido prometer 3.500 pruebas diarias; el presidente Duda tuiteó: “Todos somos Silesia, juntos venceremos al virus”.

Manifestaciones

En la frontera con Alemania y en Varsovia se han producidos disturbios por las protestas de quienes pedían el fin de las restricciones y poder cruzar la frontera para trabajar en los países vecinos. Durante una de esas manifestaciones, un senador de la oposición fue detenido por la Policía y empujado en un furgón, y un grupo de activistas que protestaba contra la celebración de las elecciones presidenciales ha sido multado por no mantener la distancia de seguridad.

Las miles de multas que la Policía impuso a los ciudadanos que sorprendió incumpliendo las restricciones hace semanas han sido calificadas de anticonstitucionales o por lo menos simplemente ilegales, ya que el Gobierno hasta ahora no ha declarado el estado de emergencia que permitiría a las autoridades limitar la libertad de movimiento en lugares públicos. Pero bajo el estado de emergencia se habrían anulado automáticamente los comicios presidenciales que tan desesperadamente el Ejecutivo quería celebrar, pues teme que la recesión económica que provocará el virus afectará a las posibilidades de reelección de Duda. 

Para reactivar a la industria del turismo, Polonia reabrirá sus fronteras internacionales el 3 de junio. El gobierno ha anunciado un plan que concederá un cheque de 225 euros a cada trabajador polaco cuyo sueldo no supere el salario mínimo en más del 50%, para que se vayan de vacaciones por el país. Sin embargo, los cientos de miles de personas que han perdido su empleo en los últimos meses en Polonia y que en el mejor de los casos tendrán un subsidio de 185 euros durante tres meses, no podrán beneficiarse de esta ayuda. Su dolor también es peor que el de otros.

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