Berlín

En Berlín ya no hace falta ir a pillar cocaína. De hecho, puede pasar que sea la droga la que pille al consumidor si éste se despista en la calzada en el momento en que llega su 'Kok-Taxi', algo así como "Coca-Taxi". Así han decidido llamar en Alemania a un servicio ilegal que plantea crecientes dificultades a las autoridades policiales de la capital alemana, una ciudad que, en lo que a drogas se refiere, es una excepción en el país de la canciller Angela Merkel.

Los taxis de la cocaína, previo contacto telefónico, traen hasta el portal de la casa del consumidor la cantidad de droga acordada. Hasta 35 casos relacionados con estos taxis mantiene abiertos la policía berlinesa en lo que va de año. "Uno pide [la droga, ndlr.] como si fuera pizza, como si fuera algo completamente normal. A mí me daba la sensación de que no había nada malo en ello", ha contado a la radio-televisión pública berlinesa RBB un usuario de estos servicios que ha terminado en una clínica de rehabilitación.

La RBB ha sido el primer medio en dar cuenta del grado en que los "Coca-Taxis" se han convertido en un problema para las autoridades berlinesas. De hecho, desde el pasado mes de mayo, en las estadísticas policiales figura ahora un flamante concepto para ayudar a contabilizar delitos: servicio a domicilio de narcóticos.

En la calle, sin embargo, estos camellos a domicilio se conocen con otros nombres más discretos. El periódico berlinés Berliner Morgenpost, por ejemplo, hacía referencia en una de sus informaciones sobre este fenómeno a cómo en algunos locales nocturnos, llegado el momento, circulan tarjetas de visita nada sospechosas si uno no conoce la existencia de estos taxis de la cocaína. En una de estas tarjetas perteneciente a uno de esos camellos se leía "Alex Taxi de Frutas", según el citado diario germano. Obviamente, en lugar de frutas, es cocaína lo que este "Alex" hace llegar a domicilio.

Según la descripción del servicio de los "Coca-Taxis" que ha hecho el Berliner Morgenpost, el camello no llega "en ningún cochazo de marca BMW" a lo traficante adinerado. Los taxistas de la coca tienen un aspecto de "lo más inocente". Van montados en coches muy normales. Sin embargo, en esos vehículos de apariencia banal pueden transportarse auténticos alijos.

El pasado mes de mayo, la policía en Berlín informaba de la detención y encarcelamiento de dos responsables de un "servicio de entrega de cocaína" a domicilio que, según trascendió en la prensa local, se movían en su "Coca-Taxi" con un kilo de esa sustancia, una cantidad valorada en 40.000 euros.

Ese no es ni mucho menos un caso aislado. Escuchar a los responsables de la lucha contra la droga de la capital alemana da cuenta de un fenómeno ciertamente extendido. "Sabemos por investigaciones que a los teléfonos [de los conductores de los taxis de la cocaína, ndlr.] les llegan al día un número de llamadas que se cuentan con tres cifras”, según ha explicado a la RBB Olaf Schremm, responsable policial encargado de los casos de criminalidad relacionados con sustancias ilegales. Éstas se han convertido en un lastre para la imagen de la capital teutona. Tanto es así que a Berlín se llama - y con razón - “la capital de las drogas de Alemania”. No sorprende que haya sido en la capital germana donde han surgido ideas, aunque en vano, como la del “camellódromo”.

Crece el número de muertos por drogas en Berlín

Según el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías, en Alemania, "el uso de la cocaína está concentrado en Berlín y Dortmund". Sin embargo, para temas de drogas, Berlín es una excepción. Por ejemplo, en Alemania, el número de muertes por consumo de drogas apenas crece desde los años 90, según apuntan a EL ESPAÑOL desde la oficina de la comisaria del Gobierno alemán para asuntos relacionados con las drogas, Daniela Ludwig.

En Alemania, el número de muertes por consumo de drogas alcanzaba los 1.276 personas en 2018, según los datos oficiales. En Berlín, el año pasado se contaron hasta 191 muertes relacionados con el uso de drogas. Son 23 muertes más que las registradas en 2017.

También en los estudios de las aguas residuales de la ciudad, en los que pueden registrarse sustancias ilegales consumidas por sus habitantes, se observan números que van al alza. Así, un estudio reciente de la Universidad Técnica de Dresde citado por la RBB ha dado cuenta de cómo la cantidad de droga detectada en esas aguas va al alza en Berlín.

En 2014, por ejemplo, se detectaron al día 172,2 miligramos de cocaína por cada 1.000 habitantes en la capital alemana. El valor de 2018 se ha multiplicado por dos (343,1 miligramos por cada 1.000 habitantes). Lo mismo ha ocurrido con la cantidad de éxtasis (28,9 miligramos por cada 1.000 habitantes en 2014 y 59,5 miligramos en por cada 1.000 habitantes en 2018).

"Berlín es la ciudad más habitada de Alemania, esto hace ver, en muchos ámbitos, más problemas, sencillamente porque hay más personas que viven y visitan la ciudad, algo que no ocurre en Kaiserlautern o Wuppertal”, plantean en la Oficina de la comisaria del Gobierno para asuntos relacionados con las drogas. El tamaño de la ciudad-estado que es Berlín, una metrópolis en la que viven 3,6 millones de personas, es un factor que explica las diferencias de la capital respecto a otras ciudades germanas.

La existencia de una arraigada y diversa escena nocturna, con abundantes clubes, discotecas y otros locales donde se consumen sustancias ilegales también parece contribuir a la existencia de una industria de la droga que, según algunas estimaciones, movía nada menos que 155 millones de euros en 2017. Frente a esta industria, los diversos centros de prevención contra las drogas están "gravemente infrafinanciados". Los términos son de la Oficina Central Alemana para Cuestiones de Adicción (DHS, por sus siglas alemanas). En este contexto que denuncia la DHS, los taxis de la cocaína continúan haciendo sus rutas ilegales.