Unas donaciones con las que el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD) pagó recientes campañas electorales convierten a esa formación, autodenominada anti-establishment, en protagonista del típico escándalo político de supuesta financiación irregular.

“A diferencia de otros grandes partidos, nosotros no tenemos grandes donaciones”. Eso escribía la ahora co-líder de AfD en el Bundestag, Alice Weidel, en sus redes sociales días antes de que su formación se convirtiera en el tercer partido más importante del Parlamento alemán. “Ayúdenos a tener más éxito”, pedía Weidel. Tuvo éxito. Convenció a muchos para que hicieran donaciones.

Pero tal vez fue Weidel demasiado convincente. Porque se ha sabido de unas generosas donaciones a AfD que a muchos dan mala espina. A la circunscripción de Weidel, aunque no sólo la suya, llegaron en los últimos años de forma cuestionable decenas de miles de euros.

Por regla general, los partidos se financian con la contribución de sus miembros, subvenciones estatales y donaciones. Éstas últimas, para AfD, podrían haber tenido un efecto 'dopante' en términos políticos. Así lo parecen indicar las recientes investigaciones del diario alemán Süddeutsche Zeitung y las cadenas de radio y televisión públicas germanas NDR y WDR. Estos medios han revelado que AfD ha recibido y utilizado no menos de 130.000 euros procedentes de una empresa farmacéutica suiza. Días después se supo que hubo otros 150.000 euros que llegaron a las arcas del partido desde una fundación neerlandesa.

Ese dinero entró en el partido a través de las oficinas de AfD en el distrito Bondensee, la circunscripción de Weidel. Parte ese montante se utilizó en el pago de la campaña en Internet de la propia Alice Weidel, incluida la compra de 'Likes' y promoción en Facebook.

La donación de procedencia helvética parece irregular porque “las donaciones que se hacen desde países que no pertenecen a la UE están prohibidas, según la ley de financiación de partidos”, recuerda a EL ESPAÑOL Sebastian Meyer, portavoz de la organización anti-corrupción en la política Lobby Control. Los otros 150.000 euros son problemáticos porque “el partido tendría que haber comunicado de inmediato que recibió ese dinero a la administración del Bundestag”, según Meyer. Aquella comunicación no tuvo lugar.

En Lobby Control también hacen ver que la identidad de los donantes sigue sin estar clara. En el caso de los 130.000 euros de Suiza, hasta ahora sólo se sabe que los donó a través de recurrentes ingresos una persona anónima afincada en la república alpina. Aportó el dinero a través de una empresa farmacéutica.

“Aquí hay otra ilegalidad, porque, según la ley de financiación de partidos, las donaciones no pueden ser anónimas”, apunta Meyer. En vista de la identidad anónima de los donantes, el Süddeutsche Zeitung caricaturizaba a Weidel hace unos días en sus páginas de opinión recogiendo con su camisón fajos de billetes caídos del cielo. Concretamente, caen de una nube en la que se lee el nombre de una ciudad suiza: Zúrich.

Pero no sólo en la circunscripción de Weidel se habrían registrado donaciones sospechosas. La neerlandesa Fundación Identidad Europea también habría sido responsable de otra cuestionable donación de 49.000 euros a AfD en oficinas del partido en Renania del Norte-Westfalia, según han revelado el semanario Der Spiegel y la televisión pública germana ARD. Los responsables de AfD mantienen en el anonimato el nombre y apellidos de la persona que, en concreto, aportó ese dinero.

Un ascenso político cuestionado

Desde hace semanas se viene hablando de la posible financiación ilegal de la que se habría podido beneficiar AfD en su ascenso político. El partido fundado en 2013, en apenas cinco años, ha conseguido representación en todos los parlamentos regionales. En el Bundestag, la formación que lideran Weidel y Alexander Gauland es la principal fuerza de la oposición. En las elecciones generales del año pasado, AfD se hizo con un 12,6% de los votos.

El irresistible ascenso político experimentado por la formación de ultraderecha está ahora en entredicho por culpa de lo que ya se conoce aquí como el “escándalo de las grandes donaciones de AfD”. Porque, además, según recuerdan en Lobby Control, desde hace bien poco se sabe que el partido se benefició de un apoyo valorado en más de 10 millones de euros en sus campañas electorales de parte de la Asociación por la Preservación del Estado de Derecho y las Libertades Civiles.

En virtud de ese apoyo, el semanario Die Zeit se preguntaba, allá por el mes de agosto: “¿Se ha financiado AfD de forma ilegal?”. Para responder a ese interrogante, “todavía se están haciendo comprobaciones”, dice Meyer, el portavoz de Lobby Control.

En su manifiesto, la asociación que ayuda a AfD tiene como grandes directrices la denuncia de asuntos como el “mal uso del asilo”, “el alarmante crecimiento de la criminalidad” o “la incapacidad de la economía alemana de integrar a la mayoría de los millones de inmigrantes”. La claridad con la que esa relación de ideas se identifica con el ideario de AfD contrasta con lo poco que se sabe de la asociación en cuestión.

AfD y el auto-engaño del partido “anticorrupción”

“Quién controla la asociación es algo que se desconoce. La única constante es la agencia de relaciones públicas suiza Goal AG, que juega un papel central en las actividades de la asociación”, dicen en Lobby Control. “Goal AG ha estado antes al servicio del partido populista de la Unión Democrática de Centro [SVP, ndlr.] en Suiza y de otros países de Europa. Tiene al frente a un alemán, Alexander Segert, alguien muy conocido en los círculos de la derecha populista”, explica Meyer.

De ahí que Wolfgang Merkel, politólogo del Centro de Investigación de Ciencias Sociales de Berlín (WZB, por sus siglas en alemán), vea más intereses políticos que otra cosa en las donaciones sospechosas de AfD. “Esas no son donaciones que estén sirviendo intereses económicos. Son donaciones políticas que vienen de los círculos de derechas de Suiza y de Los Países Bajos”, dice Merkel a EL ESPAÑOL.

Pero no es Segert, sino Alice Weidel, quien paga de momento los platos rotos por las campañas de una AfD hasta ahora presentada como el partido anti-establishment. “El escándalo de las donaciones a Weidel ha hecho visible que era un autoengaño pensar que el partido no iba a tener problemas de financiación como los ocurridos en otros partidos”, dice a EL ESPAÑOL Melanie Amann, periodista del semanario Der Spiegel y autora del libro sobre AfD Angst für Deutschland (Droemer HC, 2017) o “Miedo para Alemania”.

“Las donaciones a partidos, legales o ilegales, siempre han existido. Ahora es AfD el partido que se ve atrapado por las donaciones, y eso que era supuestamente el partido contra la corrupción, contra el sistema de los partidos tradicionales, etcétera”, estima Merkel.

Weidel, a un paso de dejar la política

Preguntados por este periódico, los responsables de comunicación de AfD se remiten a un breve comunicado de prensa con fecha del 16 de noviembre en el que se lee, entre otras cosas, que la ejecutiva del partido “no ve ninguna falta cometida por Alice Weidel” en el escándalo. “Todos los pagos recibidos temporalmente han sido devueltos”, se lee en el comunicado. Algunas de esas devoluciones no se completaron hasta bien entrado este año. Y la identidad de los donantes sigue sin conocerse.

La lideresa de la formación ultra ve en lo ocurrido una tentativa para dañarla “políticamente y personalmente”. Pero en sus últimas intervenciones no ha despejado las dudas levantadas por el escándalo. “Creo que casi todo el mundo en AfD piensa que Weidel sabe de dónde viene el dinero, algo que la daña mucho”, según Amann. “Lo único que mantiene a Weidel en su posición, por ahora, es que no hay nadie dispuesto a sustituirla. Pero si el escándalo se amplifica un poco más, yo creo que acaba saliendo de la política”, abunda esta periodista.

Sea como fuere, AfD tiene a un abogado haciendo las comprobaciones pertinentes. El letrado será responsable de informar de lo ocurrido a las autoridades. Más vale que sea convincente como lo fue Weidel en su día. La Fiscalía de Constanza, responsable en el área de la circunscripción de Weidel, quiere investigar lo ocurrido.