Bruselas

En Bruselas la actitud es de extrema cautela. Teléfonos apagados y silencio. No se quiere dar ningún paso en falso que pueda ser aprovechado por los eurófobos en Londres para hundir el acuerdo sobre el brexit. De hecho, ningún dirigente de la UE ha querido confirmar en público que realmente hay un acuerdo de divorcio, tampoco después de que el número 10 de Downing Street lo anunciara mediante un comunicado oficial. El negociador de la UE, Michel Barnier, ni siquiera ha escrito un tuit. Esperan a que el borrador de compromiso pase (o no) su primera prueba de fuego: una reunión este miércoles del Gobierno británico en la que Theresa May todavía debe convencer a sus ministros más euroescépticos y evitar que caiga su Gobierno.

Principio de acuerdo entre Reino Unido y la UE con el 'brexit'

"El gabinete se reunirá a las 2pm (las 15:00 hora continental) para considerar el borrador de acuerdo que los equipos negociadores han alcanzado en Bruselas y decidir sobre los próximos pasos. Los ministros han sido invitados a leer la documentación antes de esa reunión", reza el escueto comunicado publicado por el equipo de May. Una documentación que según la prensa británica superaría las 500 páginas. 

La noticia del acuerdo saltaba poco después de las 17:00 horas del martes, a punto de que se acabase el plazo que la UE había dado a Londres para convocar una cumbre extraordinaria sobre el brexit en noviembre. "Los negociadores de la UE y de Reino Unido han pactado un texto sobre cómo evitar una frontera dura en la isla de Irlanda", anunciaba en su cuenta de Twitter Tony Connelly, el corresponsal europeo de la televisión irlandesa RTE y uno de los mayores expertos de Bruselas en el brexit. Según ha explicado, el pacto se cerró el lunes hacia las 21:00 horas y se transmitió a Downing Street. Las dos partes habían intensificado los contactos durante el fin de semana y estuvieron dialogando hasta las 3:00 de la madrugada de domingo a lunes.

El escollo final en las negociaciones del brexit ha sido precisamente encontrar una solución a la frontera entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte. May ha tenido que lidiar con presiones contradictorias dentro de su propio Gobierno y de su partido que la situaban en una posición imposible. Por un lado, los tories euroescépticos radicales defienden una ruptura total con la UE que haría inevitables los controles fronterizos. Por otro, el partido unionista irlandés DUP, que apuntala su Ejecutivo, rechaza cualquier estatus especial para Irlanda del Norte que ponga en duda la integridad territorial de Reino Unido.

Una solución que no convence a nadie

El resultado final es una solución alambicada que no convence a ninguna de las partes. El acuerdo de divorcio incluye un protocolo para garantizar que, ocurra lo que ocurra, nunca se erigirá una frontera dura en la isla de Irlanda. Una especie de póliza de seguro o red de seguridad. Tal y como había pedido May, esta solución consistiría en que todo Reino Unido permanezca de forma provisional tras el brexit en la unión aduanera, sujeto a sus reglas pero sin voz ni voto para cambiarlas. Y sin posibilidad de marcharse de forma unilateral. Pero además hay disposiciones específicas para Irlanda del Norte, que se quedaría también en el mercado único europeo. La UE está dispuesta además a ampliar la transición del brexit, que en teoría concluye en 2020, para dar más tiempo a negociar una solución definitiva.

Para los conservadores euroescépticos, el acuerdo de May es totalmente inaceptable. Convierte a Reino Unido en un "Estado vasallo" gobernado por las leyes de la UE, sobre las que no tendrá poder de decisión, ha dicho su ex ministro de Exteriores, Boris Johnson. Y tampoco garantiza la integridad territorial del país porque "Dublín tendrá más influencia que Londres en algunos aspectos del gobierno de Irlanda del Norte". "Espero que el gabinete lo bloquee y si no espero que el Parlamento lo bloquee", ha señalado otro tory destacado, Jacob Rees-Mogg. También el DUP tiene muchas dudas.

Lo que está en juego es la supervivencia del Acuerdo de Paz del Viernes Santo en el Ulster, que se firmó en 1998. Tanto Bruselas como Londres se han comprometido a evitar la aparición de nuevas infraestructuras fronterizas que limiten la libre circulación en la isla, porque temen que reaviven el enfrentamiento entre los protestantes unionistas que quieren seguir en Reino Unido y los católicos partidarios de la unificación con Irlanda. Por eso May ha abandonado el brexit duro que defendió en la primera fase de las negociaciones y acepta seguir manteniendo una relación más estrecha con la UE que minimice los controles.

Aparte de la cuestión irlandesa, el borrador de acuerdo de divorcio garantiza el derecho a quedarse de por vida y en las condiciones actuales a los 3,3 millones de europeos que residen en Reino Unido (entre ellos 100.000 españoles). También incluye una factura de salida para Londres de entre 40.000 y 45.000 millones de euros. Además del protocolo sobre Irlanda del Norte, hay otro dedicado al estatus futuro de Gibraltar a petición del Gobierno español, cuyo contenido se publicará por primera vez en las próximas horas.

La UE acelera los preparativos para un brexit caótico

Si el principio de acuerdo sobre el brexit entre Bruselas y Londres pasa la primera prueba de fuego del gabinete, las dos partes ya han diseñado cuál sería la coreografía de los próximos días. En primer lugar, los embajadores de los 27 examinarán por primera vez el texto final este miércoles a última hora de la tarde. A continuación se publicarían tanto el Tratado de Retirada de Reino Unido como la declaración política sobre las relaciones futuras entre europeos y británicos. El siguiente paso sería la convocatoria por parte del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, de una cumbre extraordinaria para sellar el pacto, probablemente el domingo 25 de noviembre.

Pero los problemas no acaban ahí. El texto tendría que ser ratificado después tanto por la Eurocámara, que lo apoyará seguro porque Barnier la ha involucrado en la negociación, como por el Parlamento británico. May quiere una votación antes de  Navidad. Y allí se opondrán no sólo los tories euroescépticos rebeldes y probablemente el DUP, sino también buena parte de los laboristas de Jeremy Corbyn. "Examinaremos los detalles de lo acordado cuando estén disponibles. Pero por lo que sabemos del manejo caótico de las negociaciones, es improbable que sea un buen acuerdo para el país", ha dicho Corbyn en un comunicado.

¿Tendrá bastantes votos May para su brexit? En Bruselas son escépticos. Por eso no sólo no se ha publicitado ni celebrado el principio de acuerdo con Londres, sino que además se aceleran los preparativos para una salida caótica de Reino Unido el 29 de marzo de 2019. La Comisión Europea ha publicado este martes su plan  de contingencia para un brexit desordenado, que prevé medidas en siete áreas prioritarias cuyo objetivo es limitar cualquier impacto negativo: permisos de residencia y visados, servicios financieros, transporte aéreo, aduanas, reglas sanitarias y fitosanitarias, transferencia de datos personales y política climática.

Estas medidas de contingencia en ningún caso reproducirán los beneficios actuales que tiene Reino Unido, sino que se activarán en áreas limitadas cuando sean necesarias para proteger los intereses vitales de los 27. Se aplicarán de forma temporal sólo en 2019 y serán adoptadas unilateralmente por la UE y por tanto podrán retirarse en cualquier momento sin previo aviso a Londres.