Manifestaciones y protestas xenófobas en Alemania, elecciones en Suecia en las que los ultras se posicionan como tercera fuerza, cierre de fronteras a refugiados en Hungría e Italia, deportaciones de gitanos en Francia... No es ningún secreto que la derecha radical europea ha experimentado un auge durante estos años.

Italia, Hungría y Polonia ven cómo estos partidos alcanzan una voz mayor, cada vez más apoyada. Incluso lideran el Gobierno o se quedan a las puertas, como en Francia y Holanda. Los datos de las últimas elecciones generales de los países de la UE revelan que la representación que han ganado los ultra derechistas es significante.

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Difusión del radicalismo

¿Qué ha sucedido para que estos grupos consigan cada vez más representación parlamentaria? La presencia de la extrema derecha en Europa no es cosa de estos últimos años. Su historia se remonta a la Primera y Segunda Guerra Mundial. Aunque hayan pasado unas cuantas décadas desde entonces, y la situación política haya cambiado ampliamente, los motivos por los que estos partidos han logrado extenderse no distan tanto. En su día fueron el miedo a los bolcheviques y al comunismo, el descontento militar generalizado y una recesión económica muy dura. En el presente, existen varios factores que favorecen su crecimiento. Por ejemplo, la crisis económica, que todavía hoy arrastra consecuencias, la ola de migrantes que sacude a Europa, el terrorismo islámico y la globalización, su gran enemigo.

Aunque los miedos se puedan reducir a ideología y migración, la globalización ha generado una sensación de inseguridad general en la población europea. Este fenómeno va ligado al concepto de que hay "perdedores" y "ganadores". Mientras que algunos países salen favorecidos, como China, otros, como los occidentales, experimentan un crecimiento escaso, por lo que se sienten más vulnerables y necesitan protegerse de los "otros".

Al no crecer al mismo ritmo que otros países, las clases medias de los países de Europa consideran su situación más inestable. A ello se le suma el terrorismo islámico, que amenaza con el estilo de vida occidental, y la llegada masiva de migrantes. Si además las condiciones laborales son precarias y el trabajo escasea, la aparición del racismo es cuestión de tiempo. Por un lado, consideran que peligra su puesto de trabajo y que arramblarán con el resto de empleos, sin dejar nada para los locales. Por otro, creen que vienen a imponer su forma de vivir a base de ataques terroristas y que la multiculturalidad genera la pérdida de identidad. Es decir, que implantar otro tipo de culturas supone abandonar la propia, en vez de ser algo enriquecedor. En definitiva, son estos miedos los que provocan que la gente busque protección ante la sensación de inseguridad y precariedad.

La crisis múltiple a la que se enfrenta Europa refleja una mayoría social que busca un cambio. La caída y el deterioro de los partidos moderados y la izquierda se debe a que su incapacidad de dar respuesta a esta crisis, mientras que la ultraderecha ha conseguido avanzar de casilla. Aunque todavía no se consolide como una mayoría firme y no gobierne en todos los países, sí han logrado calar en la población y hacerse un hueco en los distintos parlamentos. Y, por el momento, no parecen tener intenciones de frenar su avance.