Bruselas

Cuando Jaume Duch (Barcelona, 1962) habla del Parlamento Europeo, se refiere a él como "la Casa". Recibe a EL ESPAÑOL en su despacho recién estrenado, con algunas cajas de la mudanza todavía sin abrir. Un espacio luminoso pero desangelado en un nuevo edificio acristalado que se acaba de terminar en el barrio europeo de Bruselas. Todavía pocos elementos personales, sobre todo fotos: de su mujer y sus tres hijos, de su equipo o con visitantes ilustres como el rey Felipe VI o el papa Francisco. Dos son las que más llaman la atención, las más antiguas. En una de ellas, un jovencísimo Duch de poco más de 20 años saluda al expresidente del Gobierno Adolfo Suárez. En otra, aparece junto al primer presidente de la Generalitat de la transición, Josep Tarradellas.

Lo cierto es que el Parlamento Europeo es "la Casa" de Jaume Duch. Cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Barcelona coincidiendo con los años finales de las negociaciones para la entrada de España a lo que entonces era la Comunidad Europea, que se hizo efectiva el 1 de enero de 1986. En aquel momento, en nuestro país apenas se estudiaba nada que tuviera que ver con el derecho comunitario o las instituciones de la UE. Un catedrático de la facultad, Oriol Casanovas, convocó el primer seminario sobre este tipo de temas. "Me interesó porque era una cuestión muy relacionada con la política, con el mundo jurídico y que estaba presente en los medios de comunicación todos los días porque se seguía la negociación para la adhesión", relata. 

Una vez terminados los estudios, compaginó el trabajo de profesor asociado de Derecho Internacional Público en la misma Universidad de Barcelona con el asesoramiento a la eurodiputada de Unió, Concepció Ferrer. En 1990, sacó el primer puesto en las oposiciones a funcionario de la Eurocámara. La única plaza libre era en el servicio de prensa, que en aquella época estaba en Luxemburgo. Su jefe de entonces le pidió que se quedara al menos "un año y medio o dos" antes de optar a puestos "con más rango". La asignación le apasionó tanto que desde entonces -y ya van casi 30 años- ha trabajado siempre en puestos relacionados con la comunicación. Eso sí, escalando todos los peldaños: de funcionario de prensa raso a portavoz del presidente del Parlamento José María Gil-Robles (1997-1999), jefe de la sala de prensa o director de medios.

Jaume Duch, con el ex presidente de la Eurocámara, el popular José María Gil-Robles, en 1997 Parlamento Europeo

En febrero de 2017 fue nombrado director general de Comunicación, función que combina con la de portavoz de la Eurocámara. Es uno de los más altos funcionarios de España en las instituciones de la UE. Habla fluidamente (además de castellano y catalán) inglés, francés e italiano y tiene nociones básicas de alemán. "Mi trabajo consiste en poner en contacto la Casa con los ciudadanos. Es decir, consiste en conseguir que el máximo número de gente en la UE sepa qué es lo que está pasando en el Parlamento Europeo. No tanto qué es el Parlamento Europeo, que también, como sobre todo qué está pasando aquí", señala Duch.

Eso significa trabajar mucho con los medios, que son aún "la primera vía de comunicación con la ciudadanía y la más potente". Pero cada vez más con canales más directos como Facebook o Twitter. "La presencia del Parlamento en las redes sociales es bastante fuerte, más que la de mayor parte de instituciones europeas y nacionales", presume. Fuera del trabajo, lo que más le gusta es escuchar música, sobre todo clásica y ópera, y viajar con la familia.

En el ojo del huracán por la crisis catalana

Acostumbrado al segundo plano, a trabajar más detrás que delante de las cámaras, el portavoz de la Eurocámara se vio hace unas semanas involuntariamente en el ojo del huracán por la crisis catalana. El periódico VilaWeb, de línea editorial separatista, lo señaló como "un peón al servicio de España para detener al independentismo en la Eurocámara". Le acusaban de utilizar su puesto "para combatir el proceso catalán" haciendo el trabajo sucio al anterior Gobierno de Mariano Rajoy. Si el rey Felipe VI le concedió el pasado marzo la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica fue únicamente como pago de los servicios prestados, sostenían. 

Duch quita hierro a estos ataques. "Yo como portavoz del Parlamento Europeo tengo que contar las cosas como son. Y eso algunas veces va a gustar más o va a gustar menos. Es verdad que a veces se va contra el mensajero y no al mensaje. En mi caso eso ha pasado una vez, de manera muy puntual, pero no le doy ninguna importancia. Para mi lo más importante es que mi trabajo me permite tener una relación cordial con todos los eurodiputados de todos los grupos parlamentarios de todas las procedencias y eso no se ha visto afectado en absoluto", asegura. 

Jaume Duch, con el actual presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani Parlamento Europeo

La Eurocámara sólo ha debatido una vez en pleno la crisis catalana. Fue el cuatro de octubre del año pasado en Estrasburgo, días después de que las imágenes de las cargas policiales durante el referéndum del 1-O asustaran en algunas capitales europeas. "A nadie le gustaron los acontecimientos del domingo (en referencia al 1-O), pero decisiones unilaterales, incluida la proclamación de independencia respecto de un Estado soberano, no sólo son contrarias al ordenamiento jurídico europeo, sino que además están destinadas a provocar peligrosas divisiones", dijo entonces el presidente del Parlamento, Antonio Tajani, que pidió diálogo respetando el marco constitucional español.

"Fue un debate muy importante porque se pasaron mensajes muy claros y prácticamente consensuales. Todos los grupos parlamentarios que tomaron la palabra, con diferentes tonalidades, dijeron más o menos las mismas cosas", señala Duch.

Un observador privilegiado de la escena política de la UE

Desde su posición de observador privilegiado en Bruselas y Estrasburgo, ha visto pasar a todos los líderes europeos de las tres últimas décadas. ¿Cuál le ha marcado más en las distancias cortas? "El que realmente impresionaba de verdad, incluso físicamente, era Helmut Kohl. Cuando llegaba Helmut Kohl al Parlamento, se notaba que llegaba Helmut Kohl y eso no pasa muy a menudo", explica. Duch participó hace ahora un año en la organización del primer funeral de Estado europeo, en el hemiciclo de la Eurocámara: fue precisamente para rendir homenaje al excanciller que hizo posible la reunificación de Alemania. 

¿Hasta qué punto es difícil explicar cómo funciona el Parlamento Europeo? ¿En qué se diferencia de los parlamentos nacionales? Las funciones básicas son las mismas: aprobar leyes, aprobar presupuestos y controlar al Ejecutivo, que en su caso es la Comisión. "La diferencia es que es un Parlamento para 500 millones de personas de 28 Estados miembros con 23 lenguas oficiales. Un Parlamento que reúne culturas políticas muy diferentes. Un Parlamento que tiene que luchar por su legitimidad todos los días porque es muy joven y en evolución permanente. Un Parlamento mucho más independiente y por tanto mucho más influyente", explica Duch.

Jaume Duch, en una rueda de prensa con la canciller Angela Merkel Parlamento Europeo

Sin embargo, a menudo la Eurocámara salta a los titulares más por polémicas relacionadas con su funcionamiento o sus gastos que por los asuntos que debate. Dos ejemplos de las últimas semanas: la negativa de la mesa de la institución a publicar cómo gastan los eurodiputados los 4.400 euros que reciben al mes en dietas; y la escasa presencia de parlamentarios en el debate en pleno sobre la crisis del Aquarius, el barco con más de 600 migrantes acogido por España tras ser rechazado por Italia y Malta. ¿Es algo que frustra a su portavoz? "Sí, claro que frustra. Porque mientras se habla de eso no se habla de lo fundamental en esta Casa, que es la tarea legislativa".

A su juicio, se solapan dos problemas. En primer lugar, los medios de comunicación tienen una presencia insuficiente en Bruselas, dado que aquí no se debate sobre política internacional sino sobre política interna. "Eso crea disfunciones en cuanto a la visibilidad del trabajo no sólo del Parlamento sino también de las demás instituciones", afirma Duch. El segundo problema es el "choque de culturas": "Hay decisiones que toma el Parlamento que son asumidas como perfectamente normales en determinados países y que en cambio no lo son en otros. La cuestión de las dietas genera inmediatamente una crítica muy fuerte en países como Gran Bretaña u Holanda, pero no en Alemania o Francia. ¿Por qué? Porque tanto la opinión pública como los medios tienen como referencia mental sus propios parlamentos", señala.

La triple sede de la Eurocámara y los grupos de presión

Luego está la eterna polémica sobre la triple sede de la Eurocámara: celebra un pleno al mes en Estrasburgo, las comisiones parlamentarias se reúnen en Bruselas y la secretaría está en Luxemburgo. El coste de Estrasburgo asciende a 100 millones de euros al año. Los parlamentarios ya han pedido en múltiples resoluciones que todas las actividades se concentren en la capital belga, pero la decisión final está en manos de los jefes de Estado y de Gobierno por unanimidad. Y ni el presidente francés ni el primer ministro luxemburgués van a renunciar a sus sedes. 

"La gran desventaja para el Parlamento no es tanto la trashumancia o el dinero que eso cuesta, que cada vez es menor porque las nuevas tecnologías te permiten reducir mucho el presupuesto de estar trabajando en dos sitios a la vez", señala Duch. A su juicio, lo peor es que durante las sesiones de Estrasburgo se concentra mucho trabajo en forma de reuniones de pleno, comisiones y grupos políticos, lo que se traduce en agendas imposibles y explica también la escasa presencia de parlamentarios en algunos debates.

Además, dificulta la política de comunicación. "No es lo mismo adoptar 3, 4, 5, incluso 10 leyes comunitarias por semana, que adoptar 30 en tres días en Estrasburgo. Ese es un poco el precio de la manera en que hay que construir la UE, que es repartiendo el poder incluso desde el punto de vista geográfico, apunta.

Jaume Duch saluda al papa Francisco durante su visita a la Eurocámara en 2014 Parlamento Europeo

Uno de los termómetros que a su juicio demuestra el poder legislativo creciente del Parlamento Europeo es la enorme presencia de lobistas y grupos de presión, que también actúan en las otras instituciones comunitarias. "En ninguna capital de la UE, ni siquiera Londres o París, hay como en Bruselas 80.000 personas dedicadas al lobby, en el sentido positivo de la palabra lobby". El caso más espectacular ha sido el de la reciente reforma de la ley sobre derechos de autor, donde a su juicio se sobrepasaron incluso algunas líneas rojas. "En menos de una semana, los eurodiputados recibieron en torno a 6 millones de emails y miles y miles de llamadas telefónicas. En algunas de esas llamadas telefónicas incluso se pronunciaron amenazas de muerte", relata Duch.

Lo que está en juego en las elecciones de 2019

La próxima gran cita para la Eurocámara son las elecciones europeas que se celebran entre el 23 y el 26 de mayo de 2019, las primeras tras el brexit. El servicio de comunicación ya prepara estos comicios decisivos con campañas de información a través de los medios y las redes sociales y la organización de actividades de movilización. Pero Duch deja claro que no es el Parlamento como institución el responsable de hacer que la participación, muy baja en algunos países, aumente. Ese trabajo corresponde a los partidos políticos. "Nuestra obligación es conseguir que la gente tenga la información necesaria para decidir si quiere votar o no", dice.

Con el auge de las fuerzas populistas, eurófobas y de extrema derecha, lo que está en juego es mucho más importante que en anteriores convocatorias: se dirime "el propio futuro de la Unión". "La UE está en una situación en la que todos tenemos que decidir hacia dónde queremos que vaya. Cuánta más integración europea queremos o, en algunos casos y para una parte de la población, cuánta menos integración. Las elecciones europeas van a ir de eso: en muchos países van a servir para que los ciudadanos pasen el mensaje del tipo de Europa que quieren para los próximos años".

A la dirección política de la Eurocámara le inquieta el auge del populismo y cómo puede afectar a su propio funcionamiento. "El Parlamento Europeo tiene sentido en el marco de la propia UE y la UE tiene sentido en el marco de una voluntad mayoritaria de la ciudadanía de seguir adelante. Por tanto es normal que haya preocupación. Yo no creo que vaya a haber una mayoría euroescéptica en el Parlamento Europeo, las encuestas no dan eso. Pero es verdad que no es lo mismo tener una mayoría proeuropea fuerte que una mayoría europea menos fuerte", dice el director general de Comunicación.

España y la Unión Europea

¿Cómo se ve desde la atalaya de Bruselas la situación política en España? ¿Ejerce España el peso que le corresponde en la escena europea o está demasiado ensimismada en sus crisis internas? "Todos los Estados miembros tienen debates internos que les impiden dedicarse a la UE tanto como querrían o deberían. El caso más evidente en este momento es Alemania y, por razones diferentes, Italia. El caso español responde un poco a ese patrón: hay momentos en los que se ejerce más peso y otros en los que se ejerce menos. Yo sí veo en este momento muchas posibilidades de ejercer más peso, precisamente porque otros países están dejando mucho espacio sin cubrir. Y supongo que el Gobierno español se ha dado cuenta de eso muchísimo antes y muchísimo mejor que yo", afirma.

Jaume Duch, con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero en 2014 Parlamento Europeo

¿Está España infrarrepresentada en las instituciones de la UE? "España en cuanto a porcentaje está representada más o menos como le corresponde. Otra cosa es que haya menos gente en los más altos cargos, que son los más visibles", responde Duch. A su juicio, la novedad positiva es la de funcionarios o cargos españoles en la UE que vuelven a España a asumir puestos de responsabilidad. Los casos recientes más destacados quizá sean los de la ministra de Economía, Nadia Calviño, que era directora general de Presupuestos de la Comisión; y del ministro de Exteriores, Josep Borrell, que fue presidente de la Eurocámara.

"Eso a mi me parece muy positivo, muy importante, porque también hace bien al país: que en los diferentes niveles de responsabilidad de la administración española haya gente con un bagaje europeo importante, que conoce muy bien las instituciones, que sabe cómo hay que moverse aquí y que entiende muy bien el papel de la UE y el papel de España en la UE. Cuando yo llegué al Parlamento Europeo, los eurodiputados venían aquí a acabar sus carreras. Ahora, si uno observa el hemiciclo, muchos de ellos vienen a empezarlas", afirma.

¿Le tienta a Jaume Duch hacer un recorrido similar y regresar a España como alto funcionario o incluso para entrar en política? "Pues la verdad es que no. Cuando yo empecé hace muchos años mis amigos me preguntaban, ¿bueno, pero cuándo vas a volver a España? Y yo les contestaba siempre: el día en que me aburra lo que hago en Bruselas. Llevo 30 años y todavía no me he aburrido", responde.

"La sensación que tengo es que no me voy a aburrir. Aquí no hay manera de aburrirse nunca. Yo veo la utilidad de mi trabajo, así como la utilidad del trabajo de otros muchos funcionarios europeos, y estoy muy contento con lo que estoy haciendo. Y creo que con tu país puedes colaborar de muchas maneras y una es hacer tu trabajo como funcionario europeo de manera honesta y profesional, que es lo que intento".