Berlín

Si el fútbol no tuviera nada que ver con la política, el flamante presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, no habría estado esta semana deseando suerte y prometiendo el apoyo de la afición patria a la selección nacional de cara al Mundial de fútbol de Rusia. De no tener nada que ver el “deporte rey” con la política, una estrella de la 'Roja' como Gerard Piqué, alguien que lo ha ganado casi todo con su selección, no estaría harto como está el defensa del Barça de hablar de si hay pitos o no contra él cuando juega en suelo español. Y si el fútbol fuera completamente ajeno a las dinámicas de la política internacional, la Rusia de Vladimir Putin no sería la sede del Mundial de fútbol que comienza la semana próxima.

“Los deportes siempre han tenido un significado especial en Rusia, son importantes para la autoevaluación del Estado y la nación”, dice a EL ESPAÑOL desde Moscú Andrei Kolesnikov, investigador en la capital rusa del Fondo Carnegie para la Paz Internacional. Para el Mundial de fútbol, que se estima tendrá a buena parte de la humanidad pendiente durante las cuatro semanas que dura el campeonato, Putin ha pedido a su selección un fútbol “tenaz y sin compromisos”. 

Esos términos también pueden aplicarse a la política exterior del inquilino del Kremlin. Porque poco o ningún efecto parecen tener sobre la actitud internacional de la Rusia de Putin las sanciones económicas por su comportamiento en el conflicto civil del este ucraniano y su anexión de Crimea. Tampoco han traído consecuencias los reproches por la intervención militar rusa al servicio del dictador sirio Bashar al-Assad ni las acusaciones de injerencia en las votaciones del 'brexit', de la elección presidencial estadounidense e, incluso, en el procès catalán.

El gobierno ruso prepara los últimos detalles para el Mundial Reuters Media Rusia

Moscú hace oídos sordos y no se espera que el Mundial vaya a cambiar algo. “El objetivo de las élites rusas es demostrar soft power, se han hecho todos los esfuerzos posibles para ello”, comenta Kolesnikov, aludiendo a la voluntad rusa de mostrar su capacidad de influencia en el mundo durante el campeonato de fútbol más importante del planeta.

Sólo en la media docena de nuevos estadios que ha construido Rusia para albergar la mayor cita futbolística que existe, se han empleado cerca de 9.500 millones de euros. Esos coliseos ultramodernos darán la cara por un país que figura entre lo que el Democracy Index de la consultora británica Economist Intelligence Unit llama “regímenes autoritarios”.

¿Tarjeta roja para el Mundial de Fútbol de Rusia?

“Durante un mes, el mundo entero va a tener la mirada puesta en Rusia. Obviamente, se prestará atención a los resultados deportivos, pero más allá de eso, el Mundial de fútbol es una oportunidad para Putin de mostrar lo mejor de su país, su dinamismo social, económico y la calidad de sus infraestructuras”, dice a EL ESPAÑOL Carole Gomez, investigadora del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París (IRIS).

Para esta experta dedicada al estudio del impacto del deporte en las relaciones internacionales, el Mundial es, “evidentemente, un evento político”. En el palco, habrá encuentros entre mandatarios, diplomáticos y empresarios. Cabe pensar que hará política antes de cada partido, en cada descanso y al final de cada encuentro. “El Mundial es una ocasión para que los jefes de Estado y de Gobierno se vean con la excusa del deporte. La ventaja es que el lado político de esos encuentros se cree que queda olvidado en las mesas de los despachos, pero no es el caso”, comenta Gomez. 

Prueba de los resultados que puede ofrecer la política internacional ejercida a través del deporte, según esta investigadora, es el reciente acercamiento entre Corea del Norte y Corea del Sur. Ambos países asiáticos, separados por 65 años de hostilidades, están ahora comprometidos a firmar la paz y la desnuclearización de la península asiática después de que el líder norcoreano, Kim Jung-un, y el presidente surcoreano, Moon Jae-in, protagonizaran un histórico encuentro a finales de abril.

Ese compromiso llegó tras una serie de gestos, incluyendo los deportivos en los últimos Juegos Olímpicos de invierno de Pieonchang. En esa cita deportiva, los dos países desfilaron en la ceremonia de apertura bajo una sola bandera, la de una “Corea unificada”.

¿Mejorar las relaciones con Putin?

Los grandes eventos deportivos planetarios, según Gomez, “ofrecen un contexto a los actores de la escena internacional mucho menos cargado de significado político o económico, por eso el Mundial de Rusia tiene interés, porque abre la puerta a un multilateralismo diferente al de las grandes cumbres políticas”. 

La canciller alemana, Angela Merkel, quien pasa por ser quien lleva la voz cantante en Europa frente a la Rusia de Putin, se encuentra precisamente ahora en una fase de defensa del multilateralismo. Es más, hace un par de semanas se la vio de visita a Putin en Sochi, a orillas del mar Negro. En aquella cumbre, Merkel y Putin tenían dos temas clave sobre la mesa: salvar el pacto nuclear iraní tras el abandono de Estados Unidos y el gasoducto Nordstream 2, una controvertida infraestructura destinada al abastecimiento alemán de gas ruso.

Conversaciones entre Vladimir Putin y Ángela Merkel Reuters Media

Conociendo la pasión futbolera de Merkel – en el Mundial de 2006, en la que su país fue el anfitrión, la canciller estuvo en todos los partidos de la selección germana –, no sería raro que la lideresa teutona se dejara ver de nuevo con Putin por los estadios rusos. Sin embargo, algo muy distinto es que los encuentros políticos oficiosos que ofrezca el Mundial puedan contribuir a desbloquear de verdad las relaciones entre Occidente y Rusia.

“Moscú ya quiere tener más diálogo con Europa y Estados Unidos, y que llegue el momento en que se pueda hablar de concesiones en crisis como la del este ucraniano y empezar a olvidar las sanciones. En Rusia deben pensar que es un buen momento para hablar de esto, pero no creo que el Mundial ayude a que se logren concesiones de Washington o de capitales europeas como Bruselas o Berlín que permitan abandonar la actual relación política”, plantea a EL ESPAÑOL Zachary Witlin, analista del Eurasia Group, una consultora internacional con sede en Washington.

Una imagen internacional de Rusia “demasiado tóxica”

Con él coincide, desde Moscú, Kolesnikov, el investigador del Fondo Carnegie para la Paz Internacional. A nivel internacional, “el Mundial de fútbol no tendrá ningún impacto en la imagen de Rusia. Ésta es demasiado tóxica, tanto como en los Juegos Olímpicos organizados en 1980 por la Unión Soviética de Leonid Brézhnev en Moscú”, señala Kolesnikov.

Putin rumbo al campeonato Reuters Media

En aquella ocasión, la protesta internacional por la intervención soviética en Afganistán llevó a una iniciativa de boicot liderada por Estados Unidos que dejó a más de sesenta países sin participar en esa cita olímpica. España participó en dicho boicot, aunque sus deportistas compitieron en la capital rusa bajo la bandera del Comité Olímpico. Una quincena de países adoptaron esa misma estrategia político-deportiva.

Nada parecido está pensado para el Mundial de fútbol que comienza la semana próxima en suelo ruso. Pero hay media docena de países que han dado cuenta de su intención de no enviar a Rusia a representantes gubernamentales. Protestan así contra las actividades hostiles del Gobierno ruso.

El Reino Unido, representado por la selección de Inglaterra en el Mundial, es el más importante. El Gobierno de Theresa May protesta concretamente por el 'Caso Skripal', a saber, el envenenamiento del ex espía Sergei Skripal en la localidad británica de Salisbury del que se responsabiliza a Moscú. En este contexto, Kolesnikov es pesimista al opinar sobre las opciones del Mundial de influir positivamente en las tensas relaciones que mantienen Occidente y Rusia.

Banco en el que se encontró al agente británico envenenado Reuters Media

No podemos esperar ninguna mejora”, concluye el investigador del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.