Roma

Apenas recibido el encargo para guiar al próximo Ejecutivo italiano, el jurista Giuseppe Conte puso en orden sus prioridades: “El Gobierno deberá ocuparse inmediatamente de la negociación en curso del presupuesto europeo, la reforma del derecho de asilo y de la consolidación de la unión bancaria”. El futuro primer ministro garantizó la “posición europea” de su país y aseguró que “defendería los intereses de todos los italianos en las sedes europeas e internacionales, dialogando con las instituciones y los representantes de otros países”.

Es probable que el responsable del tono europeísta del discurso no fuera tanto Giuseppe Conte, sino el presidente de la República, Sergio Mattarella, con quien acababa de reunirse minutos antes durante casi dos horas. Ante las posiciones euroescépticas que han mantenido el Movimiento 5 Estrellas (M5E) y la Liga, que sostendrán el Gobierno, el jefe de Estado está actuando como verdadero y casi único elemento de estabilidad en las relaciones con la Unión Europea.

El mensaje fue acogido con cierto alivio en la pasada reunión del Eurogrupo. A finales de junio debe reunirse el Consejo Europeo con los tres temas citados por Conte como principales aspectos y la posición de Italia no está nada clara. Se trata de una de las reuniones más decisivas de los últimos tiempos, a la espera de comenzar a afrontar esa renovación que abandera el presidente francés, Emmanuel Macron.

Giuseppe Conte será nuevo presidente de Italia

Italia llegará con un Gobierno recién formado por dos fuerzas que en los primeros borradores de su acuerdo llegaron a plantear la salida del euro, plantarse ante distintos tratados y volver a la situación anterior al Pacto de Maastricht. El acuerdo final utilizó un tono mucho más conciliador, pero las dudas ya se han instalado tantos en los mercados –la bolsa italiana ha caído más de un 7% durante la semana y la prima de riesgo se ha elevado por encima de los 200 puntos como en los despachos de Bruselas.

“Es difícil prever si se impondrá la racionalidad o un puñetazo en la mesa por parte de los nuevos socios de gobierno, que de esta forma querrían enviar un mensaje a sus electores”, sostiene Massimiliano Panarari, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Luiss. El estudioso del M5E reconoce que “el 5 Estrellas ha cambiado frecuentemente su posición ante la UE en los últimos tiempos”, por lo que su postura es “imprevisible”. Mientras, “la Liga se ha mantenido más firme con un discurso eurófobo”.

Desde el partido ultraderechista rechazan la unión monetaria y han defendido de forma recurrente reducir la aportación italiana a los fondos comunitarios si no se imponen sus demandas de reforma de diferentes tratados. Se mira con atención a la regulación de Dublín, que establece que los solicitantes de asilo tengan que permanecer en el primer país en el que pisaron suelo europeo. Un tratado que prácticamente todas las fuerzas políticas italianas quieren reformar, aunque ninguna lo defiende con la virulencia que lo hace la Liga.

Formación de Gobierno

Uno de los elementos que servirán para valorar la posición que termine adoptando Italia será la formación del nuevo Gobierno, opina el profesor Panarari. La Liga ha escogido como ministro del Tesoro a Paolo Savona, un economista de 81 años que defiende que el euro es una imposición de los sucesivos gobiernos alemanes, a los que compara con el Tercer Reich. “Alemania no ha cambiado la visión de su papel en Europa después del final del nazismo, pese a haber abandonado la idea de imponerla militarmente”. Ese es un ejemplo de las frases que se leen en su libro Como una pesadilla, como un sueño.

La elección de Savona se ha convertido para el líder de la Liga, Matteo Salvini, en una línea roja, hasta el punto de afirmar que si no permiten su nombramiento “está en riesgo el pacto de Gobierno”. “Salvini estaría tratando de mandar un mensaje a la UE de cuál es su proyecto”, defiende Panarari. De momento el presidente Mattarella ha frenado su elección, lo que está retrasando además la composición del Gobierno.

El líder del M5E, Luigi di Maio, en el centro, esta semana en Roma. Reuters

Ejercicio del cargo

Una vez que esto se produzca, tocará comenzar a cumplir el programa. Un acuerdo que, según estudios como el del prestigioso Observatorio sobre las cuentas públicas de la Universidad Católica del Sacro Cuore, podría tener un coste de hasta 125.000 millones de euros. El primer ministro tendrá una capacidad de decisión limitada, ya que han sido los líderes del M5E y la Liga quienes han redactado el texto, aunque Conte ya ha recalcado que una de las primeras medidas que quiere aplicar es la llamada renta de ciudadanía, propuesta por el 5 Estrellas.

Se trata de uno de los planes más costosos junto a la reducción del IRPF desde un tipo máximo actual del 43% a sólo dos tramos del 15% y el 20% -medida de la Liga- y la reforma de las pensiones, consensuada entre ambos partidos. Lo lógico sería que hubiera que esperar a la tramitación de los próximos presupuestos para que se conviertan en realidad, ya después del verano.

Se especulaba con que Italia tuviera que revisar las cuentas aprobadas para este año debido al desajuste del déficit, pero finalmente la Comisión Europea ha evitado por el momento esta acción, presumiblemente para evitar un choque frontal súbito con el nuevo Gobierno. El mensaje, no obstante, que reitera el comisario europeo para asuntos económicos, Pierre Moscovici, es que “Italia debe continuar reduciendo el déficit”. Mientras, desde dentro, el presidente de la patronal también reiteró a los partidos que no gasten lo que no tienen. Este viernes, Giuseppe Conte se vio además con el gobernador del Banco de Italia, Ignazio Visco, aunque apenas trascendieron detalles.

El Gobierno también tendrá que afrontar una nueva posición en materia migratoria, ya que ambos partidos lo han planteado como uno de sus principales retos. Su receta es reducir el número de desembarcos en su país y aumentar las repatriaciones, por lo que de su cumplimiento se valorará hasta qué punto tienen fundamento sus promesas.

En el terreno internacional, Conte tendrá que acudir a su primera reunión del G7 en apenas un par de semanas y más tarde participar a nivel europeo en el debate sobre las sanciones a Irán y Rusia. En este sentido, los nuevos socios italianos han incluido en su programa su oposición a estas medidas contra Moscú, en contra de la postura de sus socios de la UE.