Bruselas

Todavía en la cumbre de diciembre de 2017, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, defendía la necesidad de dotar a la eurozona de un presupuesto propio de estabilización, de un superministro de Finanzas y de eurobonos con el fin de garantizar la supervivencia del euro cuando llegue la próxima crisis. Sin embargo, el plan español para reformar la eurozona que ha remitido este lunes al resto de socios comunitarios el nuevo ministro de Economía, Román Escolano, rebaja el nivel de ambición: apuesta por concentrar todos los esfuerzos en crear un fondo europeo común de garantía de depósitos bancarios y renuncia a eurobonos, superministro y presupuesto.

La propuesta minimalista de Escolano constituye un intento de tender puentes entre los países del norte y los del sur, cuyas diferencias irreconciliables bloquean la reforma de la eurozonaLos primeros, cuyo líder es ahora el holandés Mark Rutte, rechazan transferir más poder o dinero a la UE. Su fórmula consiste en disciplina fiscal y reformas a nivel nacional. Los segundos -impulsados por el presidente francés, Emmanuel Macron- sostienen que se necesitan más instrumentos a nivel europeo para asistir a los países en crisis, dado que la pertenencia a la eurozona les impide recurrir a la receta tradicional, que era devaluar la moneda.

"Nuestra prioridad ahora es desatascar este impasse, sin descartar otras medidas en el futuro", explican en el ministerio de Economía. En particular, España quiere vencer la resistencia de Alemania a cualquier medida que suponga compartir riesgos en la eurozona. El Gobierno de Berlín tiene miedo de convertirse en el pagador de último recurso de la UE. Por eso, Madrid plantea ahora una eurozona con distintas velocidades de acceso: sólo podrán beneficiarse del sistema europeo de garantía de depósitos los países que reduzcan el nivel de morosidad en sus bancos; y sólo accederán a los fondos anticrisis aquellos que cumplan el déficit y hagan reformas.

Para el Gobierno de Rajoy, el establecimiento de condiciones estrictas de entrada -como ya ocurrió con los criterios de convergencia cuando se creó el euro- es la mejor forma de tranquilizar a Alemania y los países del norte y lograr progresos a corto plazo. "Llevamos varios años de funcionamiento del mecanismo único de supervisión (el Banco Central Europeo) y del mecanismo único de resolución (la JUR, que liquidó el Banco Popular) y se ha avanzado poco en la mutualización de riesgos. Esto genera una distorsión que en el corto plazo se sobrelleva pero a largo plazo no es sostenible", señalan en el ministerio de Economía.

España aspira a estar en el pelotón de cabeza gracias a la reforma del sector bancario que impuso el rescate concedido por la UE en 2012. Pero también cree que el establecimiento de requisitos de entrada podría generar un "efecto emulación" que lleve al resto de países a acelerar para acceder todos a la vez a los nuevos beneficios. El documento español no habla de fechas, pero reclama que se fije ya un calendario definitivo en la cumbre de junio.

Un sistema europeo de garantía de depósitos

Es el tercer pilar inconcluso de la unión bancaria, sin el cual España considera que la integración financiera se queda coja. "El objetivo es tener un mecanismo práctico que permita en un plazo razonable garantizar el mismo nivel de seguridad a todos los depositantes de la zona euro. La crisis puso de manifiesto, con los fenómenos de fragmentación financiera, que eso no se cumple siempre y en todo lugar", explican en el ministerio de Economía.

El nuevo sistema de garantía de depósitos (EDIS, por sus siglas en inglés) debe estar plenamente mutualizado, es decir, todos los países de la eurozona deben compartir los riesgos bancarios, aunque España aceptaría un periodo de transición. Cuanto más rápido reduzca un país su tasa de morosidad bancaria, antes podrá beneficiarse de la cobertura del EDIS. El Gobierno de Rajoy quiere que en la cumbre de junio se establezca una fecha concreta y final para la entrada en vigor completa de este sistema de garantía de depósitos.

Dos minifondos anticrisis

En lugar del potente presupuesto de estabilización para la eurozona que propone Macron, el plan de España apuesta por dos minifondos anticrisis mucho más modestos. Otro intento de vencer la resistencia de Berlín y los nórdicos. El primero sería una especie de hucha para situaciones de emergencia, que se financiaría con pequeñas contribuciones anuales de cada país en las épocas de bonanza. La hucha se romperá en caso de crisis severa y el dinero acumulado se utilizará para prestar apoyo presupuestario a los Estados miembros afectados.

No obstante, el propio ministerio de Economía admite que el tamaño de este fondo resultará insuficiente en caso de una perturbación que afecte a todos los países del euro al mismo tiempo. Por ello, propone también un segundo instrumento cuyo objetivo sería mantener la capacidad de inversión incluso en momentos de crisis. Esto se lograría proporcionando capital y garantías adicionales de los Estados miembros al Banco Europeo de Inversiones (BEI), una institución que Escolano conoce perfectamente porque fue su vicepresidente. El plan español no concreta cuál sería la dotación necesaria para estos dos nuevos fondos.

Un fondo de rescate reforzado

Francia y Alemania han propuesto transformar el actual mecanismo de rescate de la UE (MEDE) en un auténtico Fondo Monetario Europeo, aunque no están de acuerdo en sus nuevas funciones. El plan de España se abstiene de proponer este cambio de nombre, aunque apuesta también por reforzar el papel del MEDE. No sólo proporcionaría asistencia financiera a los países con problemas para acceder a los mercados, como ha hecho hasta ahora, sino que también actuaría como garante del fondo de resolución de crisis bancarias y del sistema europeo de garantía de depósitos. Para ello, el ministerio de Economía considera suficiente la actual potencia de fuego del MEDE, que es de 500.000 millones de euros.