Roma

Su carrera política se reduce a una fugaz experiencia en 2017, cuando en las elecciones municipales se presentó como candidato por la Liga Norte en la remota localidad de Corridonia, de 15.000 habitantes. No consiguió ningún voto, Luca Traini no tenía por qué ser protagonista. Pero entre lecturas del Mein Kampf y un repertorio de propaganda fascista que tenía en su cuarto, no pudo reprimir sus impulsos cuando vio cómo encontraban el cuerpo descuartizado de una joven italiana en el municipio vecino de Macerata.

Habían arrestado a un traficante de drogas nigeriano como principal sospechoso, por lo que Traini, de 28 años, decidió que la mejor forma de vengar el asesinato era disparar contra todos los negros que encontrara en el pueblo. Nunca lo hubiera pensado, el aspirante a concejal convertido en el principal protagonista de las elecciones generales. Desde entonces no se ha hablado de otra cosa en la campaña italiana.

Macerata se ha abstraído del mapa, que la ubica en el centro de la península, para convertirse en una metáfora de las dos Italias. O mejor dicho, de todas las Italias. Porque donde unos ven un preocupante brote de violencia racista, otros lo han convertido en el paradigma del debate migratorio, un tema que ha dominado la agenda en los últimos años y que vuelve a monopolizar el discurso político.

La policía forense investiga la escena del crimen en Mcerata Reuters

Arma arrojadiza

La formación que ha utilizado más duramente la llegada de unos 600.000 migrantes en los últimos cinco años como arma arrojadiza contra el Gobierno marca el paso. Pero en estas elecciones se presenta en coalición con Hermanos de Italia, que recoge la tradición posfascista que aún tiene poso en este país, y un partido de derechas más clásico como es la Forza Italia de Silvio Berlusconi. Así, este último se vio obligado a no levantar el pie del acelerador para asegurar que esos 600.000 inmigrantes representaban una verdadera “bomba social” y que habría que expulsarlos inmediatamente.

El detenido por el tiroteo racista en Italia es un ultraderechista simpatizante de la Liga Norte

Las encuestas revelan que los italianos se han cansado de asumir el flujo migratorio ante la inacción de la Unión Europea y que el asunto favorece a la derecha, defensora de unas deportaciones que a la hora de bajar a la realidad chocan con la negativa de los países de origen. “Italia era antes un país europeísta, pero primero por una cuestión económica y después por la inmigración ha dejado de serlo”, asegura el politólogo Giovanni Orsina. El último sondeo de la compañía demoscópica Piepoli sostiene que el tiroteo de la pasada semana no ha hecho crecer a la derecha, pero sí que la sitúa a unos cientos de miles de votos de la mayoría absoluta.

Manifestación contra el racismo en Macerata Reuters

Una estrecha diferencia que podría decantarse con todas las fuerzas movilizadas. Con Macerata siempre como campo de operaciones, una manifestación ilegal del partido fascista Forza Nuova terminó el pasado jueves en enfrentamientos con la policía. Para impedir nuevos choques, el alcalde del socialdemócrata Partido Democrático (PD) trató de impedir otra marcha de protesta convocada este sábado por movimientos de izquierdas, que finalmente se celebró tras la autorización de la Policía. La respuesta fue masiva, con miles de personas en las calles. Los convocantes criticaron que se tratara de igual modo una convocatoria fascista con otra antifascista.

“La postura del alcalde de Macerata representa un símbolo de debilidad del PD, que ha sido incapaz de realizar un acto de repulsa por un algo que tiene todos los elementos del terrorismo”, opina el filósofo izquierdista Michele Prospero. Según el profesor, la formación que ostenta actualmente el Gobierno “teme perder votos al jugar a la defensiva en un terreno que no es el suyo”.

Lo que pasó tiene un nombre: un acto de terrorismo. No es el gesto de un loco o de un criminal aislado, sino que tiene motivaciones fascistas y racistas 

Pietro Grasso

Así, como recuerda el experto, el líder de esta formación, Matteo Renzi, ha transformado su mensaje. En los últimos meses adoptó el “ayudémoslos en sus países” y ahora llama a “rebajar el tono”. Su discurso en esta semana ha pasado al ataque con Berlusconi por haber permitido que los migrantes desembarcados en Italia se quedaran en este país con la firma del Tratado de Dublín. Y al tiempo que defiende la política de acogida, se enorgullece del cambio de rumbo de los últimos meses por el que el Ejecutivo ha logrado bloquear las salidas de migrantes a través de acuerdos con Libia.

El ministro del Interior, Marco Minniti, afirmó también que si se propuso frenar el flujo migratorio es porque temía la aparición de personajes como Luca Traini. Algo que para los partidos más a la izquierda del PD significa claudicar ante la violencia xenófoba. “Lo que pasó tiene un nombre: un acto de terrorismo. No es el gesto de un loco o de un criminal aislado, sino que tiene motivaciones fascistas y racistas mucho más graves”, dijo Pietro Grasso, líder de la formación Libres e Iguales, fundada por una escisión del ala más izquierdista del PD.

Libres e Iguales fue la única fuerza política nacional que acudió a la manifestación de repulsa por el tiroteo de Macerata, enarbolando la bandera de la vieja división italiana entre fascistas y antifascistas. Una disyuntiva que no existe para el Movimiento 5 Estrellas (M5E), un partido que presume de no ser ni de izquierdas ni de derechas en tiempos del fin de las ideologías. El M5E ha defendido su política de frenar los desembarcos, pero también se ha mantenido de perfil en este tema. Y en un escenario tan polarizado las encuestas le siguen colocando como el partido más votado, pero en las últimas semanas ha sufrido un retroceso, aquejado de la indefinición en éste y otros asuntos.