Bruselas

"No podemos vivir sin plásticos pero nos pueden matar si no cambiamos nuestras políticas", avisa el vicepresidente primero de la Comisión, el socialista holandés Frans Timmermans. A su juicio, la contaminación por plásticos es una de las principales amenazas para la salud y el medio ambiente en la Unión Europea. "Cada segundo, 700 kilos de plástico se vierten en nuestros océanos. En 2050, habrá más plástico en el mar que peces. Ahora bebemos y respiramos microplásticos y los encontramos en todas las criaturas vivas", alega.

Para contrarrestar estos riesgos, el Ejecutivo comunitario acaba de presentar la primera estrategia europea sobre los plásticos. Su objetivo central es garantizar que en 2030 todos los envases de plástico en la UE sean reciclables o reutilizables. En la actualidad, los europeos generamos 25 millones de toneladas al año de residuos de plástico, pero menos del 30% se recogen para el reciclado. En todo el mundo, el plástico representa el 85% de los residuos en las playas. La decisión de China de prohibir las importaciones de plásticos para reciclar obliga a Bruselas a acelerar: en la actualidad, los países europeos subcontratan el tratamiento de los residuos en Asia.

Sin embargo, una de las propuestas más audaces para reducir el consumo de plástico en la UE ha chocado con una fuerte oposición y dudas incluso antes de nacer. La idea la ha formulado el comisario de presupuestos, el conservador alemán Günther Oettinger, muy cercano a la canciller Angela Merkel. Se trataría de una nueva tasa europea sobre los plásticos, que genera resistencias incluso dentro de la propia Comisión y también en la industria. Aunque los Estados miembros todavía no se han pronunciado, tradicionalmente se han opuesto a cualquier cesión de poderes a Bruselas en materia fiscal.

Oettinger puso sobre la mesa esta propuesta la semana pasada, en el marco de las discusiones sobre el futuro presupuesto de la UE para el periodo 2020-2027. Para el comisario alemán, los ingresos obtenidos con el nuevo impuesto europeo podrían servir para tapar parte del agujero de hasta 14.000 millones de euros anuales que deja el brexit. A su juicio, se trata de una medida "muy eficaz" a la hora de combatir la contaminación y los residuos marinos. El principal interrogante que Oettinger no ha aclarado es si la tasa se aplicará a la producción de plástico o al consumidor final. Dependerá de un análisis de impacto. 

Pero incluso los colegas del alemán en el colegio de comisarios han acogido esta idea con reservas. Como parte de la estrategia del plástico, el Ejecutivo comunitario "explorará la viabilidad de introducir medidas de naturaleza impositiva a nivel de la UE". Pero no se compromete a nada. Y uno de los vicepresidentes responsables del plan, el finlandés Jyrki Katainen, cuestiona abiertamente la iniciativa. "Tengo dudas de que vayamos a encontrar una tasa Europa que funcione bien sobre el plástico", ha dicho Katainen en rueda de prensa. Tampoco cree que vaya a recaudar mucho dinero, sobre todo si se logra el objetivo de reducir progresivamente el consumo de plástico.

La industria europea de plástico apoya las líneas generales de la estrategia de Bruselas, pero se opone a una nueva tasa. "No creemos que sea una idea razonable. Un nuevo impuesto a los plásticos, a los productos plásticos o a los productos que contengan plásticos sería muy complicado. Al final, el consumidor tendría que pagar por ello. Además, debilitaría aún más la competitividad de la industria europea del plástico", ha dicho Karl-H. Foerster, director ejecutivo de Plastics Europe, la organización que representa al sector. En España, la industria del plástico comprende alrededor de 4.000 empresas que generan 80.000 puestos de trabajo y 26.000 millones de euros en volumen de negocio.

Oettinger tiene como principales aliadas a las organizaciones ecologistas. "Las tasas se encuentran entre las herramientas más eficaces para alentar un comportamiento positivo y aumentar a la vez los ingresos. La Comisión debería aprender de los resultados que hemos visto en países como Irlanda, que ha recaudado 200 millones de euros en 12 años tras introducir una tasa sobre las bolsas de plástico y ha reducido la presencia de bolsas de plástico en el medio ambiente del 5% al 0,13% de los residuos", asegura a EL ESPAÑOL Carsten Wachloz, portavoz de la Oficina Medioambiental Europea.

"En general, estamos a favor del uso de instrumentos económicos para reducir la contaminación por plásticos en origen. Sobre esta tasa en particular, como no hemos recibido muchas explicaciones de la Comisión sobre cómo podría funcionar, somos cautamente optimistas y estamos contentos de que se mencione en la estrategia", señala la coordinadora de Zero Waste Europe, Delphine Lévi.

La primera respuesta sobre la viabilidad de la tasa al plástico la tendremos en mayo, cuando Bruselas presentará sus propuestas para el presupuesto 2020-2027, incluidas las nuevas fuentes de financiación. Pero la decisión final dependen del acuerdo unánime de los 27, que hace muy difícil que la iniciativa prospere.

Oportunidad para la industria

Al margen de la tasa, Bruselas sostiene que su estrategia sobre el plástico no sólo ayudará a reducir los residuos en tierra, mar y aire, sino que además representa "una gran oportunidad para que la industria europea desarrolle su papel de líder mundial en nuevas tecnologías y materiales". En la actualidad, sólo el 5% del valor de los envases de plástico se queda en la economía, el resto se pierde tras un primer uso muy corto. La factura anual representa entre 70.000 y 105.000 millones de euros, un coste que según la Comisión la UE no puede permitirse. Estos son los principales pilares de su plan.

-Hacer que el reciclaje resulte rentable para las empresas. Bruselas aprobará en 2019 nuevas reglas sobre el envasado para mejorar la reciclabilidad de los plásticos utilizados e incrementar la demanda de plásticos reciclados. Una de las razones de la falta de demanda para plástico reciclado es que los fabricantes tienen dudas sobre su calidad, por lo que la Comisión impondrá también estándares comunes. Al aumentar la cantidad de plástico recogido, se instalarán plantas de reciclaje con mayor capacidad, así como un sistema mejor de clasificación de residuos y recogida separada en la UE. Con ello, se ahorrarán cerca de 100 euros por cada tonelada recogida.

-Reducir los residuos plásticos. La UE ya cuenta con legislación que obliga a los Estados miembros a reducir el consumo de bolsas de plástico hasta 90 por persona en 2019 y 40 por persona en 2026. El nuevo plan se centrará en otros plásticos de un solo uso (como botellas de agua, filtros de cigarrillos, bastoncillos de algodón, toallitas higiénicas, paquetes de patatas fritas o envases alimentarios), así como en los equipos de pesca. La norma para limitar su fabricación se presentará a lo largo de este año 2018.

-Restringir los microplásticos. Los microplásticos son las partículas de plástico de menos de cinco milímetros que acaban en las aguas superficiales y el medio ambiente marino, y llegan hasta la comida y la bebida, con consecuencias para la salud que todavía se desconocen. Bruselas quiere prohibir que se utilicen como componentes de determinados productos como los cosméticos, las pinturas o los detergentes. También impondrá etiquetas para los plásticos biodegradables y compostables.

-Acabar con la basura marina. La primera iniciativa concreta de esta estrategia es precisamente una directiva que obliga a los puertos de la UE a dotarse de instalaciones para la recogida y el tratamiento de los residuos de plásticos generados en los buques o recogidos por ellos en el mar.

-Fomentar la inversión y la innovación. Lograr la mayoría de los objetivos que se ha marcado la estrategia de la UE sobre el plástico exigirá investigación e innovación en varias áreas y por tanto inversión adicional. Hasta ahora, el programa de I+D de la UE ya ha destinado 250 millones de euros a estas cuestiones. Una cantidad a la que Bruselas pretende añadir otros 100 millones de aquí a 2020. La prioridad será desarrollar materiales plásticos más inteligentes y fáciles de reciclar, hacer que los procesos de reciclaje sean más eficientes y controlar y supervisar las sustancias nocivas y los contaminantes de los plásticos reciclados.