Bruselas

La debilidad interna de la primera ministra británica Theresa May, y la dependencia de su Gobierno de los unionistas de Irlanda del Norte (DUP), han impedido concluir el acuerdo de divorcio entre la UE y Reino Unido este lunes, el plazo tope que había fijado Bruselas. Debido al rechazo del DUP, May se ha visto obligada a dar marcha atrás en el compromiso que ya había aprobado para dejar una frontera invisible con Irlanda. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha avisado a May de que las posibilidades de pasar en diciembre a la segunda fase del brexit, las negociaciones sobre el acuerdo comercial entre Bruselas y Londres que desea el Gobierno británico, son ya muy justas.

"Pese a todos nuestros mejores esfuerzos y los progresos significativos que nosotros y nuestros equipos hemos realizado en los últimos días sobre los temas pendientes de la separación, no ha sido posible alcanzar un acuerdo hoy", ha lamentado el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, en rueda de prensa tras un almuerzo de trabajo fallido con May en Bruselas. "Tenemos una visión común sobre la mayoría de los temas, y sólo dos o tres abiertos que requieren más consultas, mas negociación y más discusión", ha agregado.

Tusk estaba preparado para desvelar este mismo martes la posición negociadora de la UE sobre el futuro acuerdo comercial con Londres tras el brexit y la transición de dos años que pide May. Pero Reino Unido y la Comisión, que negocia en nombre de los 27, le han pedido más tiempo. "Cada vez resulta más ajustado, pero un acuerdo en el Consejo Europeo de diciembre todavía es posible", sostiene.

May cede y después rectifica

A primera hora de la mañana del lunes, el acuerdo de divorcio estaba al alcance de la mano. Los últimos escollos se despejaban y todas las piezas parecían encajar. El viceprimer ministro irlandés, Simon Coveney, anunciaba fumata blanca sobre la difícil cuestión de Irlanda del Norte, el último problema pendiente. "Nos han dado garantías de que no va a resurgir una frontera" en la isla, ha declarado. Se trata de una prioridad para las dos partes con el fin de preservar los acuerdos de paz en el Ulster.

La primera ministra británica había cedido y aceptaba que Irlanda del Norte mantenga una "armonización regulatoria" con la Unión Europea. En la práctica, eso significa que Belfast continuaría aplicando las reglas de la UE y se mantendría con un estatus especial dentro del mercado único, mientras que el resto de Reino Unido saldría y seguiría su propio camino.

May ya había accedido a pagar alrededor de 60.000 millones de euros en concepto de factura de salida y también consentía que el Tribunal de Justicia de la UE se pronunciara sobre los derechos de los ciudadanos en los casos más delicados. Los otros dos temas del divorcio estaban también prácticamente resueltos.

May y Juncker, durante su rueda de prensa conjunta Yves Herman/Reuters

El propio presidente del Consejo Europeo escribía poco antes de las 14:00 horas un tuit eufórico en el que prácticamente ha dado por hecho el acuerdo de divorcio y el pase a la segunda fase del brexit. "Animado tras mi conversación telefónica con el primer ministro Leo Varadkar sobre los progresos en las cuestiones del brexit que afectan a Irlanda. Más cerca de lograr progresos suficientes en la cumbre de diciembre", ha asegurado.

Pero la arriesgada jugada de May para desbloquear las negociaciones ha acabado volviéndose en su contra. Los unionistas del DUP se han revuelto contra la primera ministra británica y han vetado sus concesiones sobre Irlanda. Sobre las 15:00 horas, la líder del partido, Arlene Foster, ha hecho una declaración pública sin aceptar preguntas para censurar el acuerdo que había alcanzado May con Dublín. 

Irlanda del Norte debe dejar la UE

"Hemos sido muy claros: Irlanda del Norte debe dejar la Unión Europea en los mismos términos que el resto del Reino Unido y no aceptaremos ninguna forma de divergencia regulatoria que separe a Irlanda del Norte económica o políticamente del resto de Reino Unido. La integridad económica y constitucional de Reino Unido no debe quedar comprometida de ninguna manera", ha dicho Foster.

El primer ministro irlandés, Leo Varadkar Clodagh Kilcoyne/Reuters

A mitad de su almuerzo con Juncker, May ha hablado por teléfono con la líder del DUP y el principio de acuerdo sobre el divorcio ha saltado definitivamente por los aires. "Sobre la mayoría de los problemas hay una posición común. Y está claro, de forma crucial, que queremos avanzar juntos. Pero sobre un par de cuestiones quedan algunas diferencias que requieren más negociación y consultas", ha explicado la primera ministra británica en la rueda de prensa final. Ni ella ni Juncker han admitido preguntas.

A la revuelta del DUP se han sumado también, aunque por razones inversas, Escocia, Gales y Londres. Los tres reclaman que se les de un trato similar al que May ha prometido para Irlanda del Norte. Es decir, poder quedarse en el mercado único de la UE aunque el resto de Reino Unido se vaya. 

El primer ministro irlandés ha criticado a May por haber reculado sobre el acuerdo que habían alcanzado sobre Irlanda del Norte. "Teníamos un compromiso esta mañana. Estamos decepcionados y sorprendidos al saber que este acuerdo no puede concluirse hoy, pero estamos dispuestos a dar al Gobierno de Reino Unido más tiempo, si lo necesita, para poder concluir los próximos días", ha dicho Varadkar en Dublín.

Tanto Juncker, como Tusk y May coinciden en que todavía es posible recuperar el tiempo perdido antes de la cumbre del 14 y 15 de diciembre. Los negociadores de las dos partes tienen previsto volver a reunirse en Bruselas antes de que acabe la semana. Pero el tiempo corre. El Consejo Europeo es la última oportunidad que tiene la primera ministra británica para frenar la fuga de empresas que se marchan de Reino Unido por la incertidumbre del brexit.