Goza del prestigio de ser uno de los mejores bufetes de abogados en materia de derechos humanos en el mundo. En el Doughty Street Chambers, con sede en Londres, trabaja como asociada la abogada Amal Clooney, famosa por su activismo en Oriente Próximo o su labor en el reconocimiento del genocidio armenio. El bufete se ha desempeñado además en conflictos desde Afganistán a Sierra Leona y tiene clientes como Julian Assange. El último de sus representados chirría un poco en este listado. Se llama Silvio Berlusconi y argumenta que el Estado italiano se ensaña contra él.

El ex primer ministro, quien ha reiterado en multitud de ocasiones que existe una persecución de la Justicia en su contra, se ha encomendado a este colectivo de abogados para defender su causa frente a la Corte Europea de Derechos Humanos de Estrasburgo. Este miércoles el tribunal debe examinar el recurso de Berlusconi contra la llamada Ley Severino, que le impide desempeñar un cargo político en su país.

La norma, que fue aprobada en 2012 por el Parlamento italiano bajo el mandato del tecnócrata Mario Monti, determina que todo condenado por delitos relacionados con la corrupción está inhabilitado para ejercer la política en un plazo mínimo de 18 meses. En 2013 Berlusconi fue condenado en primera instancia a cuatro años de prisión por fraude fiscal, por lo que de acuerdo con esta ley, tuvo que abandonar su cargo de senador que desempeñaba entonces. Cuatro años más tarde, el todavía líder de Forza Italia sigue sin poder concurrir a las elecciones. De modo que con 81 años y los comicios a la vuelta de la esquina, su futuro en la primera línea de la política pasa una vez más por los tribunales.

Para ello, su principal defensor será el abogado Andrea Saccucci. Italiano, experto en crimen internacional y derechos humanos, en 2012 litigó –y ganó la causa- contra el gobierno de Silvio Berlusconi por su política de devolver a Libia a los inmigrantes que comenzaban a llegar de aquel país. En una entrevista con el diario La Repubblica dijo recientemente que “los derechos humanos no son una cuestión de derechas o izquierdas”, por lo que veía perfectamente normal defender a quien no hace tanto se enfrentó.

Saccucci es asociado de la Doughty Street Chambers, como también lo son Edward Fitzgerald y Steven Powles, que se sentarán este miércoles del mismo lado del banquillo. Fitzgerald ha recibido varios galardones que lo distinguen como uno de los mejores abogados de derechos humanos en el mundo y entre sus polémicos clientes está el terrorista islámico Abu Hamza, al que el Reino Unido no permite su extradición a Yemen porque considera que allí no tendrá un juicio justo. Por otro lado, Steven Powles se ganó su prestigio defendiendo los derechos del pueblo kosovar en la guerra de los Balcanes.

El trío estrella de la magistratura considera que en el caso de Berlusconi, el Parlamento italiano actuó de modo “arbitrario”, “desproporcionado” y de forma “retroactiva”, ya que los delitos se habían cometido años atrás y además fueron atenuados. La condena se redujo a un año de prisión, mientras que la inhabilitación se extiende hasta 2019. El bufete expresa además que se trata de una ley aprobada por el Parlamento, por lo que no está exenta de “manipulación política”.

Junto al personal del Doughty Street Chambers, Berlusconi presentará a varios de sus abogados de toda la vida. En total, ocho letrados que expondrán sus argumentos ante una corte de 17 jueces. El Gobierno italiano se presenta también para defender la inhabilitación del líder conservador, mientras que la Comisión de Venecia –un grupo de constitucionalistas de la Unión Europea- considera que después de analizar las legislaciones de 62 países, el acusado no ha visto vulnerado ninguno de sus derechos.

El problema de Berlusconi son los tiempos, ya que estos asuntos se suelen dilatar un mínimo de seis meses en la corte de Estrasburgo, mientras que las elecciones se prevén para la próxima primavera. El ex Cavaliere está intentando mover sus hilos para retrasar la convocatoria, aunque en caso de recibir una absolución todavía tendría que ser ratificada por un juez italiano.

La reciente victoria de su partido, Forza Italia, en las elecciones regionales en Sicilia y la ley electoral que prevé la formación de amplias coaliciones le han dado una vida más en su infatigable carrera política. En caso de poder presentarse, el viejo caimán todavía sueña con encabezar una coalición de centroderecha o, en el peor de los casos, presentarse como inevitable socio de gobierno para los socialdemócratas del Partido Democrático, que difícilmente lograrán una mayoría por sí solos.

Insuperable, en cualquier caso, en el arte del oportunismo político, Berlusconi ya ha anunciado que no renunciará a la campaña. Sea como candidato o como mera figura simbólica. De hecho, en los últimos días ya ha perfilado su equipo y ha prometido la creación de un Ministerio para la tercera edad, cuando el actual Gobierno prevé una jubilación más tardía. En caso de salir derrotado ante la Corte de Derechos Humanos o no obtener una respuesta, pocos dudan de que recurrirá de nuevo al argumento de la persecución judicial.

Aunque las últimas noticias de la magistratura le han sido favorables al magnate. Hace sólo unos días que un tribunal de Milán decidió que Berlusconi debería dejar de pagar la pensión mensual de 1,4 millones que le pasaba a su exmujer, Veronica Lario. Con un patrimonio de más de 100 millones de euros, el juez determinó que Lario era “autosuficiente” económicamente, por lo que además ésta le debería devolver a su exmarido 45 millones de euros. Juicios, amoríos y aspiraciones políticas. Definitivamente, Silvio Berlusconi está de vuelta.