Berlín

Ludwig sale a mediodía del quiosco de la Lüderitzstraße con el diario amarillista B.Z. bajo el brazo. Tiene 66 años y está jubilado. Tal vez por eso se para a hablar con EL ESPAÑOL de un tema sobre el que no todos aquí opinan abiertamente. La Lüderitzstraße lleva su nombre en honor a Adolf Lüderitz. Este hombre de negocios fue el fundador de la otrora llamada África del Sudoeste Alemana, la actual Namibia. Levantó la primera colonia del imperio alemán, una posesión que estuvo entre 1884 y 1915 en manos germanas.

En la Lüderitzstraße no es difícil encontrar vecinos como Ludwig, gente que se opone al cambio de nombre que tienen previsto llevar a cabo las autoridades del distrito de Mitte, en el centro de Berlín. “Desde 1938 la calle se llama Lüderitzstraße. Pero ahora hay una gente sentada en su oficina que piensa que es mejor llamar esta calle de otra manera, quieren darle el nombre de la Reina Ana Nzinga, que resulta que traficó con esclavos”, comenta visiblemente descontento Ludwig.

El jubilado menciona una de las opciones que tienen para renombrar la calle los responsables de Mitte. En ese distrito se encuentra el “barrio africano”. Ésta es una barriada que tiene sus orígenes en los años 20 y 30 del siglo pasado. Está dedicada en buena medida a los lugares y figuras del colonialismo alemán de principios del siglo XX. Por eso, por ejemplo, con la Lüderitzstraße, se cruzan, entre otras, la Kamerunerstraße - “calle de Camerún” - y la Kongostraße - “la calle del Congo”.

En esa zona también está afectada por los cambios previstos la Petersallee, un paseo que lleva el nombre de Carl Peters, un oficial y político germano considerado como otra figura clave del colonialismo. Se le responsabiliza, entre otras cosas, de la creación del África Oriental Alemana. Ese territorio es la actual Tanzania. Estuvo en manos germanas entre 1885 y 1919. Peters destacó por ser un regidor brutal al que los locales africanos apodaban “el hombre con manos ensangrentadas”.

El otro lugar afectado por los cambios de nombre es la Nachtigalplatz, una plaza que lleva el apellido de Gustav Nachtigal, otra importante figura del imperialismo germano. En su día, fue regidor del África Occidental Alemana – los actuales Togo y Camerún. Aquel territorio estuvo bajo control germano entre 1884 y 1919.

Desde los años 80 se han escuchado voces en Berlín en contra de que Nachtigal, Peters y Lüdertiz tengan calles en su honor en este barrio residencial de la capital alemana. Sin embargo, sólo desde finales del año pasado las autoridades del céntrico distrito berlinés, donde son mayoría los representantes del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), la formación ecologista de Los Verdes y los izquierdistas de Die Linke, se han mostrado decididas a cambiar los nombres de esos lugares.

“Las calles son declaraciones políticas”

“Las calles son declaraciones políticas. Una ciudad tiene que elegir qué nombres acepta para sus calles”, explica a EL ESPAÑOL Sabine Weißler, representante local de Los Verdes y una de las responsables del proceso del cambio de nombre de las calles.

La decisión está tomada. Sin embargo, aún parece no tener fecha el que figuren otros nombres en las placas afectadas del “barrio africano”. “El debate aún no se ha terminado”, reconoce Weißler mientras en Estados Unidos se reactivan los esfuerzos por retirar símbolos confederados.

Varias asociaciones de vecinos llevan años buscando el modo de convencer a los políticos locales para cambiar esos nombres. Ahora se muestran satisfechas. “Los criminales del tiempo de la colonización no deben tener estas calles, por eso queremos que dejen de llevar esos nombres”, comenta a este periódico Ursula Truper, integrante de una de esas asociaciones. La suya se llama “Barrio Africano”.

El pasado mes de marzo se formó por iniciativa de las autoridades un jurado compuesto por una decena de figuras salidas de la comunidad africana y del activismo poscolonial. Eligieron seis nombres candidatos para las calles de Peters y Lüderitz y la plaza de Nachtigal salidos de una lista de casi 200 propuestas. Entre la media docena de nombres que pasaron el filtro del jurado figura la Reina Ana Nzinga. Oriunda de la actual Angola, vivió entre 1583 y 1663. Practicó el esclavismo durante su reinado.

Un debate “importante y constructivo”

“Tenemos ya muchas calles en Berlín tipo Reina Victoria, por ejemplo. En un país republicano como Alemania, yo creo que ya tenemos muchas reinas, se llame Nzinga o como sea. Además, Nzinga no tiene nada que ver con la región ocupada por el Imperio alemán”, comenta a EL ESPAÑOL Reinhart Kößler, experto en cuestiones africanas.

Kößler es el autor del libro Völkermord – un was dann ? Die Politik deutsch-namibischer Vergangenheitsbearbeitung (Brandes & Apsel, 2017), un volumen sobre “la política de enfrentamiento crítico con el pasado” germano-namibia. Actualmente Alemania y Namibia trabajan al más alto nivel sobre una declaración conjunta sobre el genocidio de los Herero y los Nama en tiempos del África del Sudoeste Alemana.

Esas dos tribus pobladoras de la actual Namibia perdieron miles de sus miembros en lo que se conoce como “el primer genocidio del siglo XX”. En él, los Herero perdieron hasta el 80% de su población en la otrora colonia germana. De aquellos genocidios se responsabiliza a Lothar von Trotha, un comandante imperial especialista en apagar focos de resistencia frente a la ocupación en las colonias.

Para Kößler, la determinación de las autoridades en el barrio africano ha generado un debate “importante y constructivo”. “Una ciudad tiene que preguntarse si quiere de verdad tener este tipo de calles”, sostiene Kößler, vecino del distrito de Pakow, muy próximo al de Mitte.

Resistencia entre los vecinos

La respuesta que han dado los responsables del “barrio africano” a ese interrogante es un “no” rotundo. Pero también es claro el rechazo de muchos de los 3.000 vecinos afectados por los cambios previstos. Yasmina, una joven de 25 años propietaria de un bar situado en la Lüderitzstraße, es un ejemplo. “Ahora hay que cambiar porque hay algunos que se sienten dolidos por el nombre, pero eso son tonterías, llevamos muchos años con el nombre de esta y las otras calles”, afirma Yasmina a este diario.

Ella no quiere oír hablar de las injusticias cometidas en nombre del colonialismo alemán en África. Para ella, eso no es motivo suficiente para cambiar los nombres. “¡Puf, qué va!, el nombre nunca se cambió antes y ahora quieren que asumamos costes adicionales de desempadronamiento, de cambios en la documentación del local y las pérdidas por dedicar tiempo a cambiar datos de todos mis papeles”, explica Yasmina hastiada.

Calles sin nacionalsocialismo ni comunismo

Sabine Weißler, la representante local de Los Verdes, es muy consciente de esta actitud en buena parte de los vecinos afectados. “Siempre hay resistencias cuando se trata de cambiar el nombre de las calles”, asume Weißler. “Cambiar el nombre de una calle es de las cosas más difíciles y de las que menos pueden gustar a la gente”, agrega.

En Alemania ya se borraron de los callejeros las referencias al nacionalsocialismo. Tras la caída del comunismo, pasó prácticamente lo mismo con las alusiones a la ideología de la extinta la República Democrática de Alemania (RDA). Ahora no hay motivo para pensar que los peores nombres del colonialismo alemán vayan a perdurar sine die en el “barrio africano”.

“Las calles no son una cuestión que dependa de las personas que viven en ellas, porque las calles sirven para dar cuenta de la actitud de una ciudad”, concluye Weißler.

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