Bruselas

“El euro sigue teniendo problemas y no se le debe permitir destruir la Unión Europea”. Con rotundidad, el multimillonario George Soros describió ante el Foro Económico de Bruselas su visión del estado actual de la construcción europea y echó un jarro de agua fria a los partidarios de la Europa federal.

Soros abogó por romper con el mito de que todos los países de la UE querrán algún día unirse a la moneda común y propuso sustituir la Europa de múltiples velocidades hacia un mismo objetivo por una basada en múltiples vías para conseguir diversos objetivos.

Para Soros, la migración del poder en la Unión Europea desde la Comisión (poder ejecutivo de la UE) al Consejo Europeo (reunión de jefes de Estado y Gobierno de la Unión), provocada por la crisis de 2008, “está en el corazón de la ‘Tragedia de la Unión Europea’”.

La Rusia de Putin, la Turquía de Erdogan, el Egipto de Sisi y la América que Trump quiere crear pero no puede

Añadió que ve en peligro la construcción europea y que es necesario “salvar la Unión y reinventarla radicalmente… esta reinvención hará revivir el apoyo que la UE tenía”.

“La UE está ahora en una crisis existencial”, dijo Soros. A su juicio, las nuevas generaciones la ven “como un enemigo que las priva de seguridad y de su futuro”. Han surgido movimientos xenófobos y antieuropeos cargados de “valores opuestos a los que fundaron la UE”. Externamente, la UE está rodeada de potencias hostiles: “La Rusia de Putin, la Turquía de Erdogan, el Egipto de Sisi y la América que Trump quiere crear pero no puede”.

La Eurozona, lo contrario de lo que pretendía



Soros abogó por evitar que la Eurozona “destruya” la UE. Afirmó que los tratados de funcionamiento interno están obsoletos. “La más simple de las innovaciones requiere acuerdos intergubernamentales al margen de los tratados… esto es disfuncional”. La UE fue concebida como una asociación voluntaria donde se cedía soberanía para lograr un objetivo común. Según Soros, tras la crisis de 2008, la Eurozona se ha transformado “en lo contrario de lo que se pretendía”, en un club de deudores y acreedores, donde estos últimos imponen las reglas. “Ni hay voluntariedad ni hay equidad”, subrayó.



El millonario propuso que, en primer lugar, se diferencie radicalmente entre la UE y la Eurozona y en segundo, que todos admitan que el euro tiene graves problemas no resueltos. Es preciso, a su juicio, romper con la idea de que todos los países de la UE quieren unirse al euro. “Esto ha creado la situación absurda de que países como Suecia, Polonia o la República Checa sigan siendo tratados como aspirantes al euro cuando han dejado claro que no tienen ninguna intención de unirse a él”.

Límites a la Europa federal



Soros abogó por poner límites pragmáticos al sueño de una Europa federal. Se ha asumido, dijo, que hay países que con distintas velocidades quieren llegar al mismo sitio y no es cierto. El mantra de que todos buscan una unión aún más estrecha ha sido rechazado expresamente por varios países.



Defendió la idea de que en vez de hablar de una Europa de “múltiples velocidades” se hable de una Europa de “múltiples vías” que pueda permitir a sus miembros una variedad de objetivos.

El empresario presentó su análisis sobre lo que ha sucedido en Europa en los últimos años . A su juicio, la apuesta original de los creadores de la UE fue seguida con entusiasmo por generaciones de europeos hasta el Tratado de Maastricht firmado en 1992. El Tratado contenía una arquitectura incompleta y sus promotores pensaron que cuando se quisiera completarla surgiría la voluntad política para hacerlo.

Sin embargo, dos hechos, según Soros, modificaron los planes originales: el colapso de la URSS y la reunificación alemana. “El canciller Kohl reconoció que Alemania sólo podría reunificarse en el contexto de una Unión Europea más unida” y aceptó convertirse en la locomotora europea. Mitterrand por su parte quería ligar más estrechamente a Alemania sin hacer nuevas concesiones de soberanía. “Esta negociación franco-alemana fue el fundamento del Tratado de Maastricht”.

Los daños del 'brexit'



A partir de entonces, explicó Soros, el fiasco del tratado constitucional, rechazado por Francia y Holanda, impidió dotar de poder al Parlamento Europeo y a la Comisión y la crisis de 2008 puso “de facto” el poder en manos del Consejo Europeo, donde los jefes de Estado y de Gobierno tenían el poder de tomar decisiones rápidas. Cuando la canciller Merkel dijo que cada país debía salvar a sus propios bancos “se pasó de un proceso de integración a uno de desintegración”, afirmó.



A su juicio, la actitud de los países europeos hacia una mayor integración ahora es negativa, pero eso puede cambiar si se fijan objetivos asequibles y se consiguen. Hay tres problemas claves que abordar: los refugiados, la desintegración territorial ilustrada por el brexit y la falta de una política económica procrecimiento.



El millonario afirmó que el brexit será “un proceso inmensamente dañino y perjudicial para las dos partes” y abogó porque Bruselas abandone la perspectiva de querer castigar al Reino Unido y negocie desde un espíritu constructivo.