Los derechos de los ciudadanos, la factura de salida y la situación de Irlanda son temas vitales para el Consejo Europeo a la hora de trazar las directrices que servirán de guía al bloque europeo para negociar la salida del Reino Unido con el Gobierno de Theresa May.

Así lo ha explicado el presidente del Consejo, Donald Tusk, en una carta al resto de jefes de Estado y Gobierno de la UE, asegurando que solo cuando determinen “suficientes progresos” en estos asuntos se abordarán las negociaciones sobre las futuras relaciones con Reino Unido.

El primer ministro irlandés, Enda Kenny, aprovechará la reunión de los líderes europeos que se celebra este sábado en Bruselas sin la participación de la primera ministra británica, para pedir a sus socios que tomen posición respecto a algo clave en el proceso del ‘brexit’: Irlanda del Norte, al igual que ocurrió con Alemania Oriental en 1990, sería miembro de pleno derecho de la UE en caso de que se acordara la reunificación con la República de Irlanda. 

El primer ministro irlandés ya había expresado a Bruselas su interés en incluir en la negociación con Londres una clausula que garantice el acceso automático a la UE de Irlanda del Norte en caso de reunificación. Lo que pretende Kenny de cara a la cita de este sábado es que los otros 26 miembros respalden políticamente lo que los expertos legales irlandeses y de la UE consideran que es legal en base al derecho internacional vigente que aplica a tales cambios territoriales.

“Indicaría, simplemente, lo obvio. Es decir, también una Irlanda unificada seguiría siendo miembro de la Unión Europea”, ha afirmado a Reuters una fuente cercana a los preparativos del Consejo Europeo. “La UE no hará, obviamente, valoraciones sobre la posibilidad de una reunificación. Si esta cuestión surge, serán los ciudadanos de Irlanda y de Irlanda del Norte los que deban decidir de acuerdo al Acuerdo de Viernes Santo”.

Este acuerdo de paz, firmado en 1998 por Reino Unido y ambas Irlandas, establece que se realizará un referéndum en cada territorio para aprobar la reunificación de la isla. El Gobierno británico es consciente de que si Irlanda del Norte se une a Irlanda estaría en posición de volver a ser parte de la UE. 

La situación plantea la misma problemática para May que con Gibraltar. Una vez que Reino Unido abandone la UE, deberá afrontar esta situación de forma bilateral con Irlanda. Los líderes europeos no sólo han rechazado el estatus especial que reclamaba Gibraltar, sino que además otorgan a España poder de veto en cualquier decisión sobre las relaciones futuras entre la Unión Europea y el Peñón, incluido en lo que se refiere a la frontera.

"Una vez que Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido se aplicará al territorio de Gibraltar sin que haya pacto entre el Reino de España y Reino Unido", subraya el punto 22 de las directrices presentadas por Tusk a finales de marzo.

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