La vida de Mário Soares tiene muchos paralelismos con la de Felipe González. Ambos militaron en el socialismo, lucharon contra la dictadura en la clandestinidad, fueron decisivos en la transición a la democracia, se hicieron con el control de la izquierda en detrimento de los comunistas, combatieron desde el Gobierno el atraso de sus países, colocaron la Península Ibérica en Europa y resultaron incómodos como expresidentes por sus continuas injerencias. Sin embargo, sus formas de pensar se distanciaron con la edad. Mientras Soares fue acercándose a postulados cada vez más izquierdistas, González hizo el camino inverso hacia el conservadurismo.

Nacido el 7 de diciembre de 1924 en el barrio lisboeta de Coração do Jesús, mamó la política desde la cuna. Su padre fue ministro de las Colonias en 1927, durante la I República, y un activo luchador contra la dictadura instaurada por Salazar en 1933. Tal es la influencia familiar, que el pequeño Mário empezó sus estudios en el Colégio Moderno (Institución similar a la Institución Libre de Enseñanza española), que había fundado su propio padre.

En 1951 se licenciaría en Historia y en Filosofía y, seis años más tarde, en Derecho por la Universidad de Lisboa. En su época de estudiante, Soares llegó a militar en el Partido Comunista, el más activo, al igual que en España, en la lucha contra el régimen. Participó y organizó numerosos actos, entre ellos una gran manifestación en Lisboa para celebrar el triunfo de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial. Toda una acción subversiva, ya que el salazarismo, como el franquismo, simpatizaba con las derrotadas potencias del Eje.

En 1946, el joven estudiante sufrió su primera detención por parte de la temida policía política del “Estado Novo”, la PIDE. Su infatigable lucha contra el régimen le volvería a llevar a prisión en otras once ocasiones. Años más tarde, el político relataría que había sido objeto de torturas: “Me pegaron y me aplicaron el castigo de la privación del sueño”. Este método, que hace perder al preso su capacidad cognitiva y sufrir alucinaciones, es conocido como “la tortura blanca”.

Su infatigable lucha contra el régimen dictatorial de Salazar le llevó a prisión hasta en 12 ocasiones

En 1949, durante otra estancia en la cárcel de Aljube -vetusta prisión de referencia del régimen, hoy convertida en Museo de la Resistencia y Libertad-, se casó con María Barroso, actriz, profesora y política, a la que había conocido en la Universidad. María era, como él, una ferviente opositora a la dictadura y, durante la democracia, llegaría a ser diputada. Tuvo una carrera artística fugaz, aunque llegó a interpretar importantes papeles en el teatro y a participar en películas de los más reconocidos directores portugueses, como Paulo Rocha y Manoel de Oliveira. Mário y María tuvieron dos hijos: João Soares, que llegaría a ser alcalde de Lisboa, e Isabel Barroso Soares, que en la actualidad dirige el Colégio Moderno que fundara su abuelo.

Bajo el salazarismo, Mário Soares se empleó a fondo como defensor de opositores al régimen. Entre ellos, la familia del general Humberto Delgado, que se presentó a la elección presidencial en 1958, y que en 1965 fue asesinado en España por agentes del PIDE. También defendió los intereses de María Pia de Bragança en su reclamación del trono portugués y a su compañero de viaje, enemigo político y antiguo profesor, el comunista Alvaro Cunhal.

Mário Soares, que cada vez que salía de prisión volvía a participar de forma activa en la oposición al régimen, fue deportado en 1968 a la isla de Santo Tomé y Príncipe, en el Golfo de Guinea. Allí permaneció con su mujer y sus dos hijos durante ocho meses, hasta que el gobierno totalitario de Lisboa decidió hacerse un lavado de cara, liberar a presos y levantar castigos a los opositores.

En 1968 fue deportado junto a su mujer y sus dos hijos a Santo Tomé y Príncipe, donde permanecería ocho años

De vuelta a la capital, en el simulacro de elecciones de 1969, organizadas por Salazar para mejorar su imagen en el exterior, hizo campaña en favor de la Coligação Eleitoral de Unidade Democrática (CEUD). La coalición se mostraba abiertamente contraria al régimen, a la vez que se alejaba de las tesis revolucionarias de los comunistas. Como era de esperar, los comicios fueron sólo un espejismo. La represión seguía. Así que Soares partió en 1970 hacia el exilio, primero en Roma y luego en Francia, donde fijó su residencia. Realizó numerosos trabajos docentes en las universidades de Vicennes, París y Rennes. Pero aquel tiempo fue fructífero sobre todo para establecer contactos políticos.

Allí conoció a François Mitterrand, a la duquesa Roja (Luisa Isabel Álvarez de Toledo) y también a los exiliados españoles, entre ellos Jorge Semprún, del que pronto se hizo amigo, y Santiago Carrillo. En una entrevista concedida en 2014 a El País, recordaba que “Carrillo era una persona fantástica. El mismo día que lo conocí me dijo que tenía que ir a cenar a su casa. Un tipo normalísimo e inteligente.” Vamos, nada que ver con el estirado comunista portugués Alvaro Cunhal, también en París, que iba siempre protegido por una corte de guardaespaldas.

En abril de 1964, Soares, que había dejado el Partido Comunista en 1951, fundó en Ginebra la Acção Socialista Portuguesa. Esta asociación defensora de la economía de mercado sería la base del futuro Partido Socialista de Portugal. Pero la constitución oficial del partido no llegaría hasta 1973 en la localidad alemana de Bad Münstereifel, y bajo el manto protector del gran líder de la socialdemocracia europea, Willy Brandt.

Mário Soares, junto a Otelo Saraiva Carvalho, en el 40 aniversario de la Revolución de los Claveles. Efe

La fecha clave en la vida de Mário Soares y en la historia portuguesa del siglo XX sería el día 25 abril de 1974. Ese día triunfó la Revolución de los Claveles sin disparar un solo tiro. Marcelo Caetano, sucesor de Salazar, fue depuesto. Las imágenes de los soldados, agasajados con flores y aclamados por los ciudadanos, dieron la vuelta al mundo, provocando un gran impacto sobre todo en España, aún bajo la dictadura. El titular “Tan cerca, pero tan lejos” de la revista Cambio 16 se convirtió en un lema de la lucha antifranquista.

El primera Día del Trabajo en libertad, el uno de mayo, una multitud recibe en Lisboa a los dos principales políticos de la oposición, Mário Soares y Alvaro Cunhal, secretario general del Partido Comunista Portugués, ambos exiliados en París. Los dos líderes, cogidos del brazo, recorrieron las calles de Baixa Pombalina y la avenida de la Liberdade. Fue una imagen para la Historia. Nunca más volvieron a estar tan unidos. Soares llegó a denunciar que “Cunhal aspiraba a que Portugal se convertirse en la Cuba europea”.

En sus memorias, Um político assume-se (Publicadas en España por Biblioteca Nueva en 2013 con el título Memoria viva), Soares revive su relación con los líderes españoles con esta anécdota que tuvo lugar en diciembre de 1974, durante la celebración del primer congreso del Partido Socialista Portugués en Lisboa: “Apreciaba la línea eurocomunista de Carrillo, sabía que su presencia incomodaba a Álvaro Cunhal, y me interesaba su voz en el congreso. Felipe González se enfadó mucho. Me dijo que si Carrillo hablaba, él se marchaba. Yo me mantuve firme. Me interesaba el contraste entre Carrillo y Cunhal, puesto que ya se esbozaba el grave enfrentamiento entre los socialistas y los comunistas portugueses. Felipe dio un portazo. Al cabo de unos instantes, regresó, asomó la cabeza y me dijo, muy solemne: ‘Mário, los comunistas de los otros siempre son mejores que los nuestros’. Dio otro portazo y se marchó”.

Timor Oriental, Mozambique y Angola

Soares fue ministro de Exteriores del primer gobierno provisional, entre mayo de 1974 y marzo de 1975. Su prioridad fue impulsar el complejo proceso de descolonización. En 1976, siendo ya presidente del Gobierno, toma la controvertida decisión de conceder la independencia a Timor Oriental, que de inmediato fue invadido a sangre y fuego por Indonesia, causando la muerte de más de 250.000 timorenses. Soares negoció personalmente con los líderes independentistas de Mozambique y Angola, que llevaban años en guerra contra la metrópoli. Al igual que las colonias en Asia, se independizaron de Lisboa.

Ese mismo año, 1975, el entonces primer ministro, el general izquierdista Vasco dos Santos Gonçalves, partidario de nacionalizar los bancos entre otras medidas contundentes, fue acusado por los socialistas de Soares de ser un agente al servicio de la Unión Soviética. Los dos partidos también libraron una enconada batalla por el control del influyente diario República.

El distanciamiento entre las dos fuerzas se hizo tan extremo que, tras las elecciones de 1975 para la Asamblea Constituyente, fue imposible alcanzar un acuerdo de colación de los dos partidos de izquierda y Soares tuvo que gobernar en una precaria minoría. Ahí empezó su trayectoria como primer ministro. Una vez aprobada la constitución en 1976, y tras ganar las primeras elecciones verdaderamente democráticas, sólo pudo formar gobierno después de desbaratar un golpe de estado de la extrema izquierda.

Ya en el año 1977, Soares inició el proceso de adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea y suscribió, como primer ministro, el Tratado de Adhesión el 12 de julio de 1986, un año después que España. Entre una fecha y otra, había perdido dos veces las elecciones, dejando el Gobierno en manos de los conservadores hasta que en 1983 volvió a recuperar su cago de premier y dirigir la fase final de la integración en Europa.

Soares, en 1986, durante la campaña posterior a la entrada de Portugal en la Unión Europea. Efe

Aprovechando la euforia europea, Soares se presentó a las presidenciales el mismo año de la adhesión. Consiguió ser elegido con una pírrica ventaja del 2 por ciento frente al conservador Diogo Freitas do Amaral. En 1991, fue reelegido de forma contundente con el 70 por ciento de los votos. Durante la mayor parte de sus dos presidencias, se vio obligado a cohabitar con el gobierno de centro derecha de Aníbal Cavaco Silva, tiempo en el que volvió a demostrar sus dotes de negociador.

Acuñó el término político “Presidência Aberta”, que aún se sigue utilizando en Portugal. Hacía referencia a la serie de viajes temáticos que el presidente realizó por diversas regiones del país, cada uno con un asunto concreto: el medioambiente, el turismo, la agricultura, etc. Habitualmente fue recibido con cordialidad, pero no por eso dejó de ser duramente censurado por “extralimitarse en el papel que le otorgaba la Constitución”, por sus “agrias críticas al gobierno” o por el “estilo de cortes medievales” de aquellos singulares viajes.

Premio Príncipe de Asturias y de nuevo candidato a la Presidencia

En 1995 recibió el Premio Príncipe de Asturias, el más alto honor internacional en su carrera, y un año después anunció su retirada de la vida pública. Se atrincheró en la fundación que lleva su nombre, pero fue por poco tiempo. En 1999 consiguió un escaño en el Parlamento Europeo, que mantuvo hasta 2004. Incluso llegó a presentarse como candidato a la presidencia de la cámara, pero perdió frente a la francesa Nicole Fontaine, a quien Soares, en una de sus cada vez más frecuentes salidas de tono, llamó despectivamente "ama de casa".

Dos años después volvió a presentarse como candidato de los socialistas a las presidenciales portuguesas. El pueblo portugués dio la espalda al viejo líder. Sólo consiguió un 14 por ciento de los votos. Fue duramente derrotado por el conservador Aníbal Cavaco Silva.

Teóricamente retirado de nuevo y dedicado a escribir libros y dar conferencias, nunca perdió la ocasión de dar su opinión y ejercer de referente de la izquierda en Portugal y en Europa. Con la libertad que dan los años, arremetió siempre que pudo contra los mercados, la “troika” de Bruselas y Angela Merkel, su gran bestia negra. ¿Por qué le preguntaron? “Porque es la responsable de lo que pasa en nuestros países”, respondió.

En esta línea populista, en 2008 llegó a entrevistar a Hugo Chávez, encuentro que fue emitido a bombo y platillo por la televisión pública venezolana. “Chávez –dijo el mandatario portugués- nunca fue un dictador, porque siempre fue elegido por su pueblo. (…) Es una persona especial, un militar que hizo una revolución, que ha conseguido vencer en las elecciones, y que tiene un gran amor por sus conciudadanos.” 

Merkel es la responsable de lo que pasa en nuestros países

Después de las elecciones generales de 2011 en Finlandia, de nuevo soltó la lengua y aseguró que el estado nórdico “se había convertido en un país extremadamente conservador, en el que se desconocía el significado de la solidaridad”. Como muestra de lenguaje incendiario en sus últimos años, baste esta cita: “Esos enanos que ahora dirigen el país (…) creen que los especuladores, los mercados y los criminales del crédito pueden destruir naciones con nueve siglos de historia”.

En la mencionada entrevista concedida al diario El País en 2014, explicaba lo que él entendía como un político de verdad, un político profesional, como le gustaba decir: “El que se ocupa de su país por encima de todo, el que es patriota y busca no su bien, sino el bien del país al que pertenece”. De forma sucinta y clara explicaba en la misma entrevista cuál era su actividad: “Sólo leo, escribo y hablo: mis tres actividades fundamentales”. A partir de 2015, año en que perdió a su mujer, cada vez fueron más esporádicas sus apariciones, apenas hablaba y hasta dejó de escribir su columna semanal. 

Su última aparición pública fue el pasado 28 de septiembre, en un homenaje a su esposa María Barroso. La madrugada del 13 de diciembre ingresó en el hospital Cruz Roja de Lisboa en situación crítica.

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Mario Soares, expresidente portugués, nació el 7 de diciembre de 1924. Murió el sábado 7 de enero a los 92 años.