Publicada
Actualizada

La situación internacional de Afganistán vive una triple paradoja.

En apenas semanas, la Corte Penal Internacional (CPI) ha emitido órdenes de arresto contra dos altos líderes talibanes por crímenes de lesa humanidad contra mujeres.

Alemania ha comenzado a explorar un pacto migratorio que podría facilitar la deportación de afganos sin asilo.

Y Rusia se ha convertido en el primer país en reconocer oficialmente al gobierno talibán.

Tres movimientos contradictorios que, en conjunto, perfilan un nuevo mapa de relaciones con el régimen fundamentalista instalado en Kabul.

Crímenes de lesa humanidad

En julio de 2025, la CPI emitió órdenes de detención contra el líder supremo de los talibanes, Haibatullah Akhundzada, y contra Abdul Hakim Haqqani, presidente del Tribunal Supremo del Emirato Islámico.

Ambos están acusados de crímenes de lesa humanidad por la persecución sistemática de mujeres y niñas, a quienes se les ha prohibido la educación secundaria, el acceso al trabajo, la libertad de movimiento y de expresión.

La Fiscalía sostiene que esta campaña de represión masiva constituye un ataque generalizado por motivos de género, en violación del Estatuto de Roma.

Karim Khan, fiscal jefe de la CPI, subrayó que también han sido perseguidas personas LGBTQI+ y quienes se manifiestan en defensa de los derechos de las mujeres, incluyendo a quienes los talibanes describen como "opositores pasivos" o "aliados de niñas y mujeres", como recoge EFE.

"Las afganas enfrentan una persecución sin precedentes y continua por parte de los talibanes", denunció.

Las órdenes marcan un hito: es la primera vez que el tribunal apunta a la cúpula talibán por la opresión de género como crimen internacional.

El gobierno de facto afgano ha rechazado la jurisdicción de la CPI y, mediante un comunicado del portavoz Zabihullah Mujahid, tachó las órdenes de "infundadas e ineficacesi", asegurando que no reconocen la autoridad de ninguna institución que actúe como tribunal internacional, informó EFE.

Combatientes talibanes. Reuters

"Hablar de justicia por parte de ese tribunal es motivo de vergüenza y deshonra", añadió Mujahid, acusando al sistema legal internacional de hipocresía frente a la guerra en Gaza.

Aún así, la decisión ha sido celebrada por organizaciones como Human Rights Watch, que instan a la comunidad internacional a colaborar en la captura de los responsables.

Alemania endurece su política migratoria

En paralelo, el gobierno conservador de Friedrich Merz en Alemania ha iniciado gestiones para establecer un pacto migratorio con Afganistán que permita la deportación de ciudadanos afganos condenados por delitos y sin derecho a asilo.

Aunque Alemania no reconoce al régimen talibán, el ministro del Interior, Alexander Dobrindt, defiende que deben establecerse mecanismos directos de contacto para facilitar estas repatriaciones, sin depender de terceros como Catar.

Mujeres afganas con niña. Reuters

Los afganos son uno de los grupos más numerosos de solicitantes de asilo en Alemania, con más de 34.000 peticiones solo en 2024.

La reanudación de deportaciones en agosto de ese año marcó un cambio de rumbo: 28 afganos con antecedentes penales fueron devueltos en un vuelo chárter mediado por CatarLa nueva administración alemana busca institucionalizar esta práctica.

La medida ha sido criticada por Amnistía Internacional y otros organismos que recuerdan que Afganistán no puede considerarse un país seguro bajo el dominio talibán.

La tensión entre los imperativos de seguridad interna y el respeto al derecho internacional humanitario marca el debate dentro de Alemania y en el seno de la UE.

Rusia legitima a los talibanes

Mientras tanto, Rusia ha dado un paso que rompe con el consenso internacional: ha reconocido oficialmente al régimen talibán.

Lo hizo al aceptar las credenciales del embajador nombrado por los talibanes en Moscú, convirtiéndose en el primer país del mundo en otorgar legitimidad diplomática al Emirato Islámico.

Moscú justifica su decisión en la necesidad de cooperación bilateral en seguridad y comercio. Afganistán importa energía, trigo y petróleo rusos, y Rusia busca ampliar su influencia en Asia Central ante la retirada occidental.

De hecho, en abril de 2025, Rusia había eliminado a los talibanes de su lista de organizaciones terroristas.

La reacción internacional ha sido dispar: países como China, Irán o Pakistán mantienen relaciones de facto con Kabul, pero sin un reconocimiento formal.

Activistas afganos y defensores de derechos humanos han criticado el gesto ruso como una legitimación de la opresión talibán. Para los talibanes, sin embargo, es una victoria diplomática que esperan que otros imiten.

La confluencia de estos tres acontecimientos refleja un tablero internacional dividido.

La CPI señala por primera vez a los talibanes como responsables de crímenes de lesa humanidad. Alemania, aunque no los reconoce, quiere negociar con ellos para deportar refugiados. Y Rusia les da la bienvenida diplomática como gobierno legítimo.

Mientras tanto, millones de afganos siguen atrapados bajo un régimen que restringe libertades fundamentales, en un país que se convierte cada vez más en campo de disputa entre principios de justicia internacional y realpolitik geoestratégica.