En un gesto inusual que supone un giro en la estrategia propagandística de su régimen, Kim Jong-un ha rendido homenaje público a soldados norcoreanos muertos en la guerra de Ucrania, reconociendo por primera vez y de forma explícita que tropas de su país han caído en combate.
Las imágenes de Kim tocando con solemnidad los ataúdes, cubiertos con la bandera norcoreana, fueron proyectadas durante una gala celebrada el domingo en Pyongyang, con motivo del primer aniversario del tratado de defensa mutua firmado entre Corea del Norte y Rusia.
El evento, que tuvo lugar en el Gran Teatro del Este de Pyongyang, combinó actuaciones de artistas locales y rusos con imágenes de exaltación patriótica y glorificación del pacto militar entre Kim y Vladímir Putin, sellado en junio del año pasado.
Entre las fotografías más impactantes figuraban escenas de soldados de ambos países ondeando sus respectivas banderas y una página ensangrentada de un cuaderno, presuntamente recuperado de un campo de batalla en la región rusa de Kursk, como cuenta The Guardian.
Dicho cuaderno contenía frases como: “Ha llegado el momento decisivo” y “Luchemos valientemente esta batalla sagrada con el amor y la confianza infinitos que nos ha dado nuestro amado Comandante Supremo”.
Aunque no se ha precisado cuándo tuvo lugar la ceremonia de repatriación de los cuerpos, la presencia de Kim y altos funcionarios con ropa de invierno -entre ellos su influyente hermana Kim Yo-jong y la ministra de Exteriores, Choe Son-hui- sugiere que el regreso de los restos podría haberse producido meses atrás.
Durante largo tiempo, el régimen negó haber enviado tropas a Ucrania. Sin embargo, esta puesta en escena marca un claro intento de legitimar y glorificar su participación en la guerra como parte de una narrativa de victoria compartida con Moscú.
“Corea del Norte probablemente intenta presentar a sus soldados muertos no como simples víctimas, sino como héroes de una gesta militar exitosa”, declaró Hong Min, investigador del Instituto de Unificación Nacional de Corea del Sur, a la agencia Yonhap.
El homenaje televisado mostró a Kim con gesto compungido, sentado junto a su hija Kim Ju-ae y a la ministra rusa de Cultura, Olga Lyubimova.
La audiencia, compuesta por civiles y militares, rompía en llanto mientras se sucedían los mensajes patrióticos.
Según The Korea Herald, es la primera vez que la televisión estatal muestra a ciudadanos norcoreanos imágenes explícitas de soldados muertos en el extranjero, lo que representa un hito en la propaganda oficial.
La agencia estatal KCNA calificó el acto como una prueba de los “lazos de amistad y la genuina obligación internacionalista entre los pueblos y ejércitos de ambos países, forjada con sangre”.
Kim había anunciado en abril la construcción de un monumento en Pyongyang para honrar a los soldados caídos y la colocación de flores en sus tumbas, lo que supuso la primera admisión pública de bajas militares en Ucrania por parte del régimen.
Desde el otoño pasado, Corea del Norte ha enviado unos 15.000 soldados al frente, según datos compartidos por legisladores surcoreanos.
Se estima que cerca de 4.700 de ellos han sido víctimas de la guerra, incluidos al menos 600 muertos. La inteligencia surcoreana ha advertido que nuevas oleadas de tropas podrían ser desplegadas en julio o agosto.
Además de personal militar, el régimen de Kim ha suministrado a Rusia grandes cantidades de municiones, proyectiles de artillería, misiles balísticos y otros armamentos, a cambio de tecnología armamentística y satelital, así como ayuda económica del Kremlin.
Se trata de un intercambio que consolida una de las alianzas más inquietantes del actual escenario geopolítico, al tiempo que convierte a Pyongyang en un actor activo en uno de los conflictos más devastadores de la era contemporánea.