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El Gobierno de Pakistán dice tener “información de inteligencia creíble” que respalda sus temores de que, en cuestión de horas, la India de Narendra Modi lance una ofensiva sobre su territorio. Los ministros pakistaníes de Defensa y Exteriores anticiparon ayer en rueda de prensa que la eventual operación militar india podría producirse tan pronto como este jueves “bajo el pretexto de acusaciones infundadas y fabricadas de participación [de Islamabad] en el incidente de Pahalgam”.

Con la palabra “incidente”, Khawaja Asif e Ishaq Dar hacían referencia a la masacre terrorista que, el martes de la pasada semana, sacudió la conocida localidad turística india de Pahalgam, encajada en el Himalaya. Un atentado de inspiración islamista en el que perdieron la vida 26 personas, según el balance de víctimas ofrecido por las autoridades locales.

El autodenominado Frente de Resistencia Cachemir, un grupo prácticamente desconocido —fundado hace tan sólo seis años, en respuesta a la revocación del estatus semiautónomo del estado de Jammu y Cachemira por parte del Gobierno de Modi— que, según los expertos, no es sino una tapadera de la organización islamista Lashkar-e-Toiba, responsable de los ataques en Mumbai de 2008, que se saldaron con cerca de 170 muertos, reivindicó a través de redes sociales la autoría del ataque terrorista.

Horas después, sin embargo, el grupo alegó haber sido presa de un hackeo. Los servicios de seguridad indios, que consiguieron identificar a los tres atacantes —dos pakistaníes y un indio—, sospechan, de todos modos, que detrás del atentado más sangriento en la zona desde 2019 se esconde la mano de Pakistán, enemigo acérrimo con el que rivaliza por el control territorial de la región de Cachemira, de mayoría musulmana.

Días después del atentado, Modi pronunció un discurso en inglés —algo del todo inusual en el líder nacionalista hindú— para hacer saber al mundo que “India identificará, rastreará y castigará a cada terrorista y a sus patrocinadores”, una clara alusión a Pakistán.

Quería Modi hacer sonar los tambores de guerra, pero Islamabad niega en rotundo cualquier responsabilidad en el atentado, y de momento no hay pruebas que lo involucren. “Están por demostrarse”, dice la analista pakistaní Naveen Khan, experta en seguridad del sur de Asia, sobre las acusaciones del Gobierno de Modi.

“La afirmación [de India] parece ser resultado del respaldo de Pakistán a grupos centrados en Cachemira en el pasado —en su momento, [el expresidente pakistaní Pervez] Musharraf llamó a Hafiz Saeed, cofundador de Lashkar-e-Toiba, un “héroe de Pakistán”—. Sin embargo, hasta la fecha, una investigación neutral aún no ha demostrado ningún papel de las autoridades pakistaníes. Hasta que se demuestre, esto es formalmente una conjetura”, subraya la especialista en diálogo con EL ESPAÑOL.

El analista político indio Niranjan Marjani no tiene dudas, en cambio, de la implicación pakistaní. “Sí, Pakistán tiene relación con el atentado”, traslada a este periódico. “El ataque ocurrió pocos días después de que el jefe del Ejército de Pakistán, el general Asim Munir, justificara la incompatibilidad de los musulmanes con los hindúes, provocando en cierto modo un ataque contra los hindúes. Los terroristas asesinaron a los turistas tras preguntarles su religión”.

La aproximación algo apresurada de Marjani a este suceso encuentra su justificación en la historia. Como él mismo recuerda, el éxodo de hindúes de Cachemira en la década de los noventa “fue resultado del terrorismo islámico apoyado por Pakistán”. Son heridas que no suturan.

“La incapacidad de Pakistán para ganar una guerra convencional contra India lo ha llevado a utilizar la guerra por poder a través de actores no estatales en Cachemira. Tampoco puede negarse que el hecho de que Cachemira tenga mayoría musulmana ha facilitado a Pakistán encontrar apoyo local. Durante más de treinta años, Pakistán ha difundido el terrorismo en Cachemira de forma continua”, insiste Marjani.

La diplomacia está a tiempo

Ante la pregunta de si habrá o no ataque en las próximas horas, como Pakistán teme, el analista indio se muestra mucho más prudente: “Los ministros pakistaníes están haciendo declaraciones basadas en experiencias pasadas, cuando India tomó acciones militares en un plazo de dos semanas —en 2016 y 2019—. Sin embargo, cualquier acción militar, en caso de que ocurra, solo se conocerá después”.

“Especialmente, no creo que India actúe cuando se espera y Pakistán lo anticipa. India tomará alguna medida, pero por el momento podría ser impredecible”, subraya Marjani, que tiene claro que Modi ejercerá algún tipo de represalia contra Pakistán. De hecho, el líder nacionalista hindú ya ha expulsado a varios diplomáticos pakistaníes, ha cerrado el espacio aéreo a sus aerolíneas y ha suspendido de forma momentánea el tratado que regula la distribución del agua entre ambos países.

Por el contrario, Khan descarta la posibilidad de que Modi inicie una guerra. La analista de etnia pastún se basa en “su discurso vacío contra Pakistán y a favor de Baluchistán en 2016, que contradecía su amistad con [el entonces primer ministro] Nawaz Sharif [hermano del actual jefe de Gobierno], quien a su vez es beneficiario del Estado pakistaní”.

“Modi parece estar siguiendo el pacifismo pragmático que han mostrado las autoridades indias en el pasado. Una mayor escalada podría evitarse si una tercera parte ofrece una investigación independiente del ataque en Pahalgam”, añade, en este sentido, la analista.

Estados Unidos, a través del secretario de Estado, Marco Rubio, y su encargada de negocios en el país, Natalie Baker, lidera los esfuerzos para rebajar las tensiones.

“Incluso si India ataca, dudo que la situación escale. Primero, Pakistán tiene una capacidad militar limitada en comparación con India. Segundo, China, socio cercano de Pakistán, no querría que este utilice el equipo militar —especialmente los aviones de combate— que China le ha suministrado. La supremacía de India en acciones militares podría generar dudas sobre la calidad del equipo militar chino. Por eso, China podría aconsejar a Pakistán que no escale el conflicto”, abunda Marjani.

Pakistán garantiza que, en caso de ataque, responderá con firmeza. Lo hará, incluso, si India detiene el flujo de agua hacia su territorio. “Para las autoridades pakistaníes, la guerra es una opción cara, por lo que su posición no es favorable económicamente en este asunto, pero creen que es importante responder con firmeza a India”, explica Khan.

“Debemos recordar que, además del conflicto con India, Pakistán también enfrenta actualmente ataques del Tehrik-e-Taliban Pakistan, respaldado por los talibanes afganos. Asimismo, hay una gran agitación interna en provincias como Baluchistán y Sindh. Así que, aunque Pakistán intentará responder, en este momento sus recursos están muy limitados”, apunta, confiado, Marjani.

Pakistán permanece en estado de máxima alerta ante un ataque “inminente” por parte de India, en palabras del titular de la cartera de Defensa, Khawaja Asif. Un veterano dirigente del partido del primer ministro, Shahbaz Sharif, proclive al diálogo con Nueva Delhi.

Ayer, Asif puntualizó, además, que Pakistán sólo utilizaría sus armas nucleares —contra India, otro Estado nuclear— en caso de sufrir “una amenaza directa” contra su existencia.

En esta línea, Sultan Mehmood Chaudhry, presidente de la región de Cachemira que administra Pakistán, Azad Cachemira, solicitó la mediación diplomática “de países amigos” y de la comunidad internacional porque, de lo contrario, “India haría lo que fuera en esta ocasión”. “Está habiendo mucha actividad y cualquier cosa podría suceder, por lo que tenemos que prepararnos para ello. Estos pocos días son muy importantes”, alertó Chaudhry durante una entrevista con Reuters.

La máxima autoridad política de la Cachemira pakistaní, que milita en el partido del encarcelado Imran Khan, trasladó a la agencia que la actividad a lo largo de la Línea de Control (LoC), que parte en dos la región, estaba “caliente”. Aunque sin víctimas, de acuerdo con Chaudhry, los intercambios de disparos en la divisoria han sido habituales en las últimas horas.

Reminiscencias históricas

Para comprender lo que sucede —y lo que puede suceder en el futuro— es importante comprender lo que significa Cachemira tanto para India como para Pakistán. “Es una de las causas principales del conflicto entre ambos países. A pesar de que Cachemira se adhirió a la India en 1947, Pakistán ha seguido reclamándola, aunque dice apoyar su independencia”, explica Marjani.

“Es un tema muy importante para ambos Estados, y cada uno tiene sus propias razones para darle relevancia pública: la identidad secular de India frente a la identidad religiosa de Pakistán”, coincide, aunque desde otra perspectiva, Khan. “Pero las razones más importantes y comunes son la ubicación geopolítica clave de Cachemira y su papel como fuente crucial de agua, dado el crecimiento poblacional de ambos países”.

Los dos países han librado hasta la fecha dos guerras abiertas por Cachemira, la primera en 1947 y la segunda en 1965. Los conflictos condujeron hacia el establecimiento, en el marco del Acuerdo de Simla, de la línea original de alto el fuego como la Línea de Control (LoC), lo que sin embargo no impidió que, en 1999, estallaran nuevos enfrentamientos armados en el glaciar Siachen, el techo del mundo, que se encuentra más allá de la divisoria.

“La realidad es que Pakistán no ha respetado ni la Resolución 47 de la ONU de 1948 ni el Acuerdo de Simla de 1971”, denuncia el indio Marjani. “Ambos documentos piden una resolución pacífica del conflicto. Sin embargo, Pakistán ha seguido apoyando el terrorismo como venganza por sus derrotas ante India en las guerras de 1948, 1965, 1971 y 1999”.