En un país sumido en el caos desde que, en 2021, el ejército de Birmania (Myanmar) diera un golpe de estado, sus habitantes intentan rescatar a sus familiares y vecinos de entre los escombros, tras el terremoto de magnitud 7,7 que azotó al país el pasado viernes y que ha dejado más de 1.600 muertos y más de 3.400 heridos. "Hay demasiados escombros y ningún equipo de rescate ha venido a buscarnos", asegura Htet Min Oo, un superviviente de 25 años.
Sin medios logísticos para socorrer y con un gobierno ausente, los ciudadanos han tomado las riendas de la situación, utilizando sus propias manos para intentar salvar a quienes están atrapados bajo los edificios demolidos. Las agencias humanitarias afirman que el desastre natural ocurrió en el momento más vulnerable para el país: "El potente terremoto golpeó el país en el peor momento posible", declaró Sheela Matthew, subdirectora del Programa Mundial de Alimentos (PMA). "Myanmar no puede permitirse otro desastre".
El país vive sumido en una "violencia generalizada" desde hace años, y el sistema de salud sigue subsistiendo, aunque "diezmado por el conflicto y colapsado por brotes de cólera y otras enfermedades", dijo Mohammed Riyas, director en Myanmar del Comité Internacional de Rescate.
A este caos, que se agrava año tras año, se suma "el estrés adicional de atender las necesidades de quienes resultaron heridos en el terremoto", añade Riyas. "Esto supondrá una presión sin precedentes sobre unos recursos ya de por sí limitados".
Sorprendentemente, la junta militar de Myanmar hizo un inusual llamamiento a la comunidad internacional, pidiendo ayuda y equipos de respuesta a desastres. Su solicitud fue atendida de inmediato por Rusia, China, Singapur e India, quienes enviaron material de ayuda al día siguiente.
El personal de rescate trabaja en el lugar de un edificio que se derrumbó tras un fuerte terremoto en Mandalay, Myanmar (Birmania).
Las Naciones Unidas pidieron el sábado a la comunidad internacional "ayuda urgente y consistente" para Birmania. "El terremoto ha golpeado un país cuya situación humanitaria ya estaba en riesgo debido a los persistentes conflictos y recurrentes desastres naturales", afirmó el coordinador humanitario de la ONU para Birmania, Marcoluigi Corsi, en un comunicado.
No obstante, aunque la ayuda de otras organizaciones y Estados es necesaria, los activistas de derechos humanos temen que los recursos no lleguen a la población, citando los antecedentes del régimen de bloquear asistencia a las zonas controladas por grupos opositores.
Thomas Andrews, relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos en Myanmar, señaló en X que la respuesta militar a un ciclón y un tifón recientes mostró su "disposición a utilizar la ayuda como arma en medio de desastres naturales".
Mientras las autoridades militares solicitan apoyo internacional, los birmanos denuncian que no reciben asistencia de parte de ellas y recurren a Facebook para pedir maquinaria pesada que les permita retirar los escombros.
Consecuencias del fuerte terremoto en Mandalay (Birmania).
"Queremos desesperadamente recuperar los cuerpos de nuestros seres queridos", escribía un ciudadano angustiado, al tener a toda su familia bajo los escombros de una mezquita. "Necesitamos alquilar una grúa para retirar los pesados bloques de hormigón. Si alguien sabe dónde podemos alquilar una, por favor contáctenos", añadía el post.
Siguen los ataques
En enero, las Naciones Unidas afirmaron que el país se enfrentaba a una "policrisis" caracterizada por el colapso económico, la intensificación del conflicto, los riesgos climáticos y el aumento de la pobreza. Más de la mitad del país carece de acceso a la electricidad y los hospitales en las zonas de conflicto están fuera de servicio; y más de 3.5 millones de personas han sido desplazadas internamente y muchas más se han visto obligadas a cruzar las fronteras en medio de combates entre los militares y un mosaico de grupos armados que han tomado el control de vastas franjas de territorio.
A pesar de la devastación producida por el terremoto las fuerzas de la junta militar continuaron con los bombardeos de zonas rebeldes el mismo día del suceso.
En un mensaje de telefonía móvil, el NUG, que controla zonas del país principalmente en la periferia, precisó que al menos 7 personas murieron y otras 7 resultaron heridas hoy después de que aviones de la junta bombardearan la aldea Naung Lin en el estado Shan. Otros ataques aéreos golpearon a la aldea Chiang Oo en la región de Sagaing, epicentro del sismo, y en Naung Cho, en Shan.