Estambul

Turquía decide este domingo su futuro en unas elecciones que muchos analistas han calificado como la votación más importante de la historia reciente del país. Se tratan de las primeras elecciones presidenciales y al Parlamento desde que se aprobase, en mayo de 2017, el referéndum presidencialista. Aunque los comicios estaban originalmente programados para noviembre de 2019, las tensiones políticas y la inestabilidad económica han precipitado su celebración.

Las elecciones en Turquía



Estas son las claves para entender la situación actual en el país y lo que está en juego.



¿Por qué son tan importantes las elecciones?



El domingo 24 de junio el país celebra elecciones presidenciales y parlamentarias. En el caso de que ningún candidato obtenga la mayoría de los votos, habría una segunda ronda prevista para el 8 de julio, en la que participarían los dos candidatos con mayor número de votos.



Los comicios "marcarán un antes y un después en la política de Turquía”, explica el analista Xavier Palacios al otro lado del teléfono desde el norte de Chipre, en la zona turca de la isla. “Aquí también hay mucho interés sobre lo que va a suceder el domingo”, asegura.

Estas elecciones son las primeras elecciones presidencialistas y parlamentarias desde que se aprobase en mayo de 2017, con un resultado muy ajustado, el nuevo sistema presidencialista. El nuevo presidente podrá emitir decretos, elegir ministros y vicepresidentes y seis de los trece jueces del máximo consejo judicial. Bajo el nuevo sistema, el Parlamento se debilita. Parte de su función ejecutiva podría ser realizada por el presidente, cuya figura además queda blindada frente a investigaciones o una posible moción de censura como la que acabamos de vivir recientemente en España.



Si Erdogan gana podría mantenerse en el poder hasta 2028 (dos legislaturas de cinco años cada una), y seguir gobernando Turquía como hasta ahora. “Una de las promesas de campaña de Erdogan es el fin del estado de excepción, vigente desde el intento de golpe de estado de julio de 2016. ¿Qué quiere decir eso a efectos prácticos? No estoy muy seguro”, dice Palacios. “Con esta nueva presidencia Erdogan podría seguir gobernando a base de decretos, que es lo que ha estado haciendo ahora”.



Observadores dentro y fuera del país se han mostrado muy críticos con la renovación cada seis meses del estado de excepción, que ha permitido al gobierno de Ankara llevar adelante una purga contra la oposición, que se ha saldado con cientos de miles de condenas por terrorismo. Incluidos más de 200 periodistas y el líder del partido pro-kurdo HDP, Selahattin Demirtas, que se enfrenta a la presidencia desde la cárcel.



¿Por qué se han adelantado las elecciones?



Las elecciones estaban previstas originalmente para noviembre de 2019. En abril, Erdogan decidió adelantarlas al próximo 24 de junio, asegurando que era lo que Turquía necesitaba para “salir de la incertidumbre”.



“Hay un libro entero de razones”, asegura Palacios. Se habla mucho de los motivos económicos, con la caída estrepitosa de la lira y una crisis amenazando con reventar la burbuja de créditos que rige el país. Pero el analista apunta otro dato clave en esta decisión: las elecciones locales. “Frente a los resultados del referéndum, en el que las ciudades más grandes votaron en contra del nuevo sistema, Erdogan necesitaba celebrar las elecciones presidencialistas antes que las locales”, asegura. De lo contrario, la más que posible pérdida de grandes urbes como Estambul (donde fue alcalde entre 1994 y 1998), Izmir y Ankara sería un varapalo para su partido, el islamista AKP.



“Su objetivo”, dice Palacios, “es llegar a 2023 como presidente”, año en el que se celebra el centenario de la fundación de la República, y cuyos festejos se llevan preparando años a través de inversiones en infraestructuras, energía e industria militar.



¿Quiénes son los candidatos a la presidencia?



Aquí es donde las elecciones se ponen más interesantes. Erdogan se presenta como candidato a la presidencia con su partido, el islamista AKP, y con el apoyo de los nacionalistas del MHP. Pero se enfrenta a varios candidatos que han ido ganando gran popularidad en las últimas semanas de campaña, y que podrían forzar una segunda vuelta que no se esperaba al principio.



El actual presidente se enfrentará en las urnas a la conocida como “dama de hierro” de Turquía, Meral Aksener, del Iyi Parti (Partido Bueno). Aksener fundó el Iyi Parti hace menos de un año tras una lucha interna por el poder del partido nacionalista. “Su discurso no es muy diferente al del MHP”, dice Palacios, “pero ha sido muy inteligente al enfrentarse directamente a Erdogan”.

Campaña pidiendo el voto para Meral Aksener en Estambul Reuters



Está también Mujarrem Ince, del partido republicano CHP. Ince es el candidato que más ha sorprendido, convirtiéndose en un fenómeno de internet. En Turquía, muchos aseguran que su popularidad se debe a su poder de oratoria, sólo comparable al de Erdogan.



Pero si a alguien debe temer Erdogan es a Temel Karamollaoglu, del también islamista Saadet Parti (Partido de la Felicidad). “Ideológicamente el partido no está tan lejos del AKP, pero representa a una sociedad musulmana conservadora que está harta de Erdogan”, aclara Palacios. “Lo ejemplifica perfectamente uno de sus anuncios de campaña, en el que se ve a un hombre mayor, conservador, poniendo la radio. En cada emisora se encuentra con el discurso de Erdogan, y sigue cambiando hasta encontrar una emisora en la que emiten música clásica”, cuenta como anécdota el analista.

El líder del partido pro-kurdo HDP, Selahattin Demirtas, también se presenta como candidato. Demirtas se enfrenta a la presidencia desde la cárcel, donde se halla a espera de juicio acusado de terrorismo, crimen por el que se le piden 142 años.



¿Y al Parlamento?



Bajo la ley electoral turca, todos los partidos necesitan al menos un diez por ciento de los votos para obtener asientos, lo que perjudica a los grupos políticos más pequeños. A pesar de ser extraños compañeros de cama, Aksener, Karamollaoglu e Ince, se presentan como coalición con la intención de controlar el Parlamento. El HDP lo hace de manera independiente, y el AKP en coalición con el MHP.

Con la creciente popularidad de la oposición, cuyo agrupamiento muchos turcos ven como la única oportunidad de controlar la nueva figura presidencial, el AKP podría perder la mayoría. Sin embargo, el sistema, como ya hemos visto, permitiría al presidente (probablemente Erdogan) seguir gobernando a base de decretos sin contar con el Parlamento.



¿Qué pasará?



Es difícil confiar en las encuestas, ya que en Turquía muchas empresas no revelan sus métodos o quién las financia, pero todo apunta a que Erdogan se hará con la presidencia en una segunda vuelta. De ser así, los partidos de la oposición han acordado que todos apoyarían al segundo candidato, pero Erdogan sigue siendo el político más popular en Turquía.



Lo que sí existe es la posibilidad de que el AKP pierda la mayoría en el parlamento. En ese caso, Erdogan declaró el miércoles en una entrevista con una radio local, que estarían dispuestos a valorar alianzas.



La Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), que observará los comicios del domingo, ya mostró su preocupación durante el referéndum por la celebración de elecciones bajo estado de excepción, por considerar que “sabotea la integridad del proceso”. La organización ha sido invitada a observar los comicios el próximo domingo. “Los observadores –cerca de 400– se organizan en grupos de dos, y se mueven por diferentes colegios electorales alrededor del país”, explica Thomas Rymer, portavoz del grupo. Tras el recuento, la OSCE emite un análisis preliminar, seguido de un informe detallado con recomendaciones una semana después. En el caso del referéndum del año pasado, la organización concluyó que el marco legal no era el apropiado y que había habido irregularidades durante la votación.

Mitin electoral en Ankara Reuters



¿Cómo afectarán los resultados a las relaciones con Europa y otras potencias?



“Si Erdogan sigue elegido de nuevo, la política exterior turca va a ser continuista”, dice Palacios. Especialmente en el eje Siria-Irán-Rusia y el enfriamiento de las relaciones con occidente, y más concretamente con la Unión Europea y Estados Unidos. “El discurso anti-Occidental vende en Turquía, siempre ha sido así”, explica.



En el caso poco probable de que Erdogan pierda la presidencia, los cambios no serían tampoco muy radicales. "Seguramente con un cambio de presidencia la política turca en Siria cambiaría, principalmente afectando a sus relaciones con Rusia", dice Palacios. “Pero en el tema de Chipre, por ejemplo, las políticas del CHP y el Iyi Parti son muy parecidas a las del AKP. Eso supone también una continuidad en las relaciones actuales con la Unión Europea, aunque para Bruselas o cualquier presidente europeo habría consecuencias menores en reunirse con Ince o Aksener que con Erdogan, por todo lo que significa a nivel de derechos humanos”, concluye.