“No me permitieron ver el cielo durante un año y dos meses. Olvidé la sensación del sol sobre mi piel”. Ali Haider Gilani se toca la mano. Con voz pausada describe el secuestro al que le sometió una milicia de Al Qaeda durante tres años. Volvió a respirar el aire de libertad el pasado 10 de mayo, cuando una operación conjunta de las fuerzas estadounidenses y afganas contra un complejo terrorista en el Este de Afganistán dio casualmente con él. Ahora ha contado por primera vez públicamente su experiencia, ante las cámaras de la BBC.

De los tres años que estuvo secuestrado, pasó dos encadenado, cuenta. Escribió un diario en el que tomaba cuenta del paso del tiempo para no perderse con las fechas. “Escribía mis sentimientos, mi día a día, lo que hacía… supongo que eso me mantuvo con la mente clara”.

“No me torturaron, pero querían romperme psicológicamente. Me decían: 'No eres musulmán, tu padre no es musulmán, tu familia no es musulmana. Iréis al infierno'”. Sin embargo, cuando le secuestraron ni siquiera sabían si era sunita o chiíta. Fue una de las primeras preguntas que le hicieron tras raptarle, informa el portal indio DNA.

Le secuestraron por ser hijo de quien fuera primer ministro de Pakistán en el momento en el que Estados Unidos mató a Osama bin Laden en su refugio paquistaní de Abotabad el 2 de mayo de 2011. Y eso que el Gobierno de Yusuf Raza Gilani recibió graves críticas internacionales por entender que había sido excesivamente permisivo con Al Qaeda, con acusaciones de que la presencia de Bin Laden difícilmente había podido pasar desapercibida a las autoridades -al menos las fuerzas del orden, con la Academia Militar de Pakistán a unos pasos (a escasos 2 kilómetros) de la casa del líder terrorista.

La distancia entre la casa de Bin Laden en Abotabad y la Academia Militar de Pakistán era de escasos dos kilómetros. GoogleMaps

Gilani es político, al igual que su padre. Estaba en un mitin de campaña para las elecciones de un parlamento provincial cuando le secuestraron. Recuerda sentir cómo alguien le empujaba por la nuca para echarle al suelo. Oyó unos disparos y vio cómo caían los dos guardaespaldas que le acompañaban. Entonces recibió un golpe en la cabeza con una pistola y comenzó a sangrar. “Pensé que habían venido a matarme”.

Era mayo de 2013. Habían pasado dos años de la muerte de Bin Laden. “Se llevaron a cabo operaciones contra Osama bin Laden en Abotabad, Swat y Waziristán durante la legislatura de tu padre. Eres nuestro enemigo”, le dijeron sus secuestradores. No había recibido amenazas hasta entonces.

Gilani cuenta a la cadena británica que fue rehén de Al Qaeda todo el tiempo, aunque tras el ataque de un drone al lugar donde se encontraba cautivo el pasado 15 de enero, le pasaron a manos de los talibanes paquistaníes “porque pensaron que allí estaría a salvo”.

“Mi único contacto con el mundo exterior era la radio”. Se la dieron los talibanes. Acostumbraba a escuchar la BBC, asegura a la periodista de dicha cadena británica durante la entrevista.

El día que les atacó el avión no tripulado, sus secuestradores se lo llevaron fuera del complejo donde lo mantenían retenido para intentar evitarlo. “Anduvimos durante tres o cuatro horas y de repente oí un helicóptero sobre nosotros. Entonces hubo unos cuantos disparos”. Él estaba tirado en el suelo cuando oyó una voz que le pidió que se quitara su camisa. “Entonces me presenté, [dije] que era el hijo del ex primer ministro y mi nombre es Ali Haider Gilani”.

Su rescate fue casual, según su testimonio. “La operación en realidad era contra Al Qaeda, no contra los talibanes. Y yo tuve la suerte de estar allí”, recuerda. “El tipo me dijo: 'Señor Gilani, vuelve usted a casa'”.

Su madre le recibió entre sollozos. “Ella lloraba, yo no”, sonríe al recordarlo. Después saludó a su hijo. Habían pasado tres años. “Había cambiado. No lo reconocí, pero él sí a mí. Me dijo: 'Te he reconocido, papá'”.

La familia de Gilani es “una de las más poderosas” en la ciudad de Multán, en el centro de Pakistán, y un “clan clave” en el Partido del Pueblo de Pakistán (PPP), indica el DNA, el mismo partido que lideró su padre y el de la histórica Benazir Bhutto, que fue la primera mujer mandataria de un país musulmán. Actualmente el PPP está en la oposición.

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