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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump y su homólogo ruso, Vladimir Putin, acordaron este jueves en una llamada telefónica de dos horas una reunión de alto nivel la próxima semana de sus asesores que dará paso a una cumbre entre ambos mandatarios en Budapest, en una fecha aún por definir, para poner fin a la guerra de Ucrania.
Esta conversación se produjo tan sólo un día antes de que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, visite la Casa Blanca con la vista puesta en la posibilidad de que Washington le proporcione misiles Tomahawk, una demanda que podría haber echado por tierra esta llamada.
En un mensaje en Truth Social, el republicano ha explicado que en esta "buena y productiva" llamada, ambos han decidido dar este paso de reunirse en la capital húngara para "ver si podemos poner fin a esta guerra "ignominiosa".
Trump ha detallado que las conversaciones iniciales con Moscú estarán dirigidas por su secretario de Estado, Marco Rubio.
El presidente estadounidense ha señalado que Putin le ha trasladado sus felicitaciones por el acuerdo de alto el fuego en Gaza y también ha agradecido a la primera dama, Melania, su labor para reunir a niños afectados por la guerra en Ucrania con sus familias.
Por último, ambos mandatarios han abordado el comercio entre ambos países una vez finalizada la guerra con Ucrania.
"Creo que la conversación telefónica de hoy ha dado un gran paso adelante", ha concluido, añadiendo que mañana trasladará esta conversación con Putin a Zelenski en su reunión en el Despacho Oval.
La última vez que Trump y Putin se reunieron fue en la cumbre de Alaska el pasado agosto.
El encuentro, el primero desde que Trump fue reelegido, fue anunciado como un posible paso hacia la paz en Ucrania. Sin embargo, al final no se consiguió ningún avance.
Desde entonces, Trump había endurecido su postura y expresado en varias ocasiones su "decepción" con su colega ruso.
Y en la Asamblea General de la ONU en septiembre, Trump aseguró que Rusia es un "tigre de papel" y que Ucrania podría incluso recuperar el territorio que ha perdido hasta ahora.
Orbán y la CPI
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha reaccionado en X al anuncio de Trump de encontrarse con Putin próximamente en Budapest. "La reunión prevista entre los presidentes estadounidense y ruso es una gran noticia para los pueblos amantes de la paz del mundo", ha escrito.
De celebrarse esta hipotética cumbre entre Putin y Trump en la capital húngara sería la segunda vez que Orbán incumple una orden de la Corte Penal Internacional (CPI).
Durante la visita oficial del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, a Hungría el pasado abril, el Gobierno de Orbán decidió no ejecutar la orden internacional de detención emitida por el CPI contra Netanyahu por crímenes de guerra relacionados con el conflicto en Gaza.
El mandatario húngaro justificó su decisión alegando que la CPI es “un tribunal político” y anunció poco después la retirada de Hungría del Estatuto de Roma. Sin embargo, el proceso de retirada no entra en vigor hasta un año después.
Sobre Putin pesa también una orden de detención emitida por la CPI en 2023 como responsable de crímenes de guerra por la deportación ilegal de miles de niños de Ucrania a Rusia.
Orbán ya avisó entonces que tampoco detendría al líder ruso, uno de sus principales aliados, por lo que si Putin pisara territorio húngaro para verse con Trump estaría incumpliendo por segunda vez una orden de la CPI.
Además, esta visita también sería un nuevo desafío del Gobierno húngaro a la Unión Europea, ya que Bruselas mantiene sanciones individuales contra Putin que incluyen una prohibición clara de entrada al territorio comunitario desde 2022.
Los Tomahawk, objetivo de Zelenski
La llamada de este jueves se produce un día antes de que Zelenski viaje a Washington para presentar al republicano una nueva estrategia para presionar a Rusia basada, entre otras cosas, en el refuerzo de las capacidades de ataque a larga distancia de Kiev con la transferencia a Ucrania de misiles Tomahawk estadounidenses.
Un plan que se podría haber ido al traste, ya que el asesor de la Presidencia rusa Yuri Ushakov, reveló que durante la llamada Putin le trasladó a Trump que suministrar misiles Tomahawk dañaría el proceso de paz y dañaría las relaciones entre Rusia y Estados Unidos.
Horas antes, el Kremlin ya había advertido el jueves que el suministro de misiles Tomahawk a Kiev supondría un "nuevo nivel de escalada". "Todo el tiempo figura el tema Tomahawk (...) Esto sería un paso significativo de cara a un nuevo nivel de escalada", señaló Dmitri Peskov, portavoz presidencial, al canal Izvestia.
Moscú mantiene que, además del peligro que ello supone para la seguridad nacional -los Tomahawk pueden alcanzar Moscú-, los militares ucranianos necesitarían asistencia occidental para emplear ese armamento.
Fue Trump quien sugirió el domingo la posibilidad de una futura entrega a Ucrania de misiles Tomahawk, lo que se ha interpretado como un nuevo giro en la estrategia de la Casa Blanca para incrementar la presión sobre el presidente ruso, Vladímir Putin.
El republicano aseguró el miércoles que Kiev se planteaba lanzar una ofensiva y que EEUU tendría que tomar una decisión al respecto. "Todo lo que queremos de Putin es esto: deje de matar ucranianos y rusos, ya que está matando a muchos rusos", dijo y volvió a poner en duda la fortaleza de la "maquinaria de guerra" rusa.
Los decisivos Tomahawk
Estas armas, llamadas BGM-109 Tomahawk y fabricadas por la empresa estadounidense Raytheon, son misiles de crucero lanzados desde buques, submarinos y lanzaderas terrestres, con capacidad para golpear objetivos situados a una distancia de hasta 2.500 kilómetros, un rango muy superior al de las armas entregadas hasta ahora a Ucrania por parte de sus socios occidentales.
Estos misiles portan cabezas altamente explosivas y que van a velocidad subsónica, haciendo su detección por radar más difícil al volar además a baja altitud.
Los Tomahawk son ideales para destruir blancos relativamente pequeños, como equipos de defensa aérea y radares, dada la gran precisión que le confiere su sistema guía, que combina tecnología GPS y navegación inercial.
Kiev usa hasta la fecha misiles como los británicos Storm Shadow, que tienen un rango de unos 250 kilómetros, y los estadounidenses ATACMS, con un alcance de cerca de 300 kilómetros, una distancia unas diez veces menor que la de los Tomahawk.
El Departamento de Defensa estadounidense recoge además en un documento sobre las características del misil Tomahawk que puede portar "cargas nucleares o convencionales", mientras que su modalidad terrestre incluye variantes con una cabeza explosiva de mil libras (unos 453 kilogramos) y más de 150 submuniciones.
Raytheon detalla en su web que la versión más reciente del misil, el Block IV Tactical Tomahawk (TACTOM), puede “cambiar objetivos estando ya en vuelo”. “Puede permanecer inmóvil durante horas y cambiar de rumbo instantáneamente cuando se le ordena”, añade la compañía.
Según el think tank estadounidense Institute for the Study of War (ISW), la entrega de estos misiles permitiría a Ucrania atacar más de 1.500 “objetivos militares” en Rusia. El informe precisa que los Tomahawk con alcance de 1.600 kilómetros podrían alcanzar hasta 1.655 objetivos —incluidas 67 bases aéreas—, y los de 2.500 kilómetros, unos 1.945, entre ellas 76 bases aéreas.
Entre los objetivos potenciales figuran “bases permanentes, depósitos de combustible, centros de mando, instalaciones de defensa aérea, fábricas de armas y centros de entrenamiento”, así como la base aérea de Engels y una planta de drones Geran-2 en Tartaristán.
Precisamente estos drones rusos son capaces de alcanzar los 2500 kilómetros, lo que supondría alcanzar prácticamente cualquier capital europea, como avisó el presidente Zelenski a los líderes europeos en la reciente Cumbre de Copenhague.
