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“Cuando se toca fondo solo queda subir” es un dicho popular que podría aplicarse a cómo han evolucionado los encuentros entre Donald Trump y Volodímir Zelenski en los últimos seis meses.

Quién no recuerda aquel primer encuentro en el Despacho Oval, celebrado el pasado 28 de febrero, que empezó con una enganchada entre Zelenski y el vicepresidente JD Vance, siguió con Trump diciéndole a Zelenski que no faltase al respeto a Estados Unidos y terminó con los estadounidenses echando de la Casa Blanca a la delegación ucraniana.

Nada que ver con lo que ha sucedido este lunes en el mismo lugar: Trump se ha mostrado particularmente cordial con el presidente ucraniano (hasta el punto de intercambiar un par de bromas), éste le ha dado una carta de su mujer para que se la entregue a Melania Trump y, en esta ocasión, Vance ha guardado silencio.

Según los expertos en geopolítica el nuevo ambiente se debe, principalmente, a dos factores.

En primer lugar está “el enorme trabajo que ha hecho Zelenski durante estos meses con el fin de mejorar su relación con el presidente estadounidense”, en palabras de Ian Bremmer, fundador de una consultora especializada en riesgo geopolítico llamada Eurasia Group y alguien que se reúne habitualmente con jefes de Estado y diplomáticos de alto nivel. O sea: el “enorme trabajo” que ha hecho para acercarse a Trump.

Dicho acercamiento se traduce, fundamentalmente, en haber aceptado la posibilidad de asumir un alto el fuego sin exigir condiciones para ello y en haber firmado un acuerdo dando luz verde a la extracción de minerales ucranianos por parte de empresas estadounidenses. Una exigencia de Trump para poder afirmar que el contribuyente estadounidense recibe algo a cambio de la implicación del país en la guerra de Ucrania.

También hay que tener en cuenta, dentro de ese “enorme trabajo” realizado por Zelenski, los dos encuentros mantenidos entre aquella desastrosa visita y la de esta semana. Uno tuvo lugar nada menos que en el Vaticano con motivo del funeral del Papa Francisco y el otro dos meses después, durante la cumbre de la OTAN celebrada en Holanda. Trump salió de aquel par de citas –de las que, no por casualidad, Vance se ausentó– agradeciendo a Zelenski su buena disposición.

Luego está, claro, el detalle del ropaje. Cuando visitó la Casa Blanca en febrero Zelenski lucía un polo negro de manga larga con el tridente ucraniano a modo de escudo y pantalones a juego. Un atuendo típico del líder ucraniano –símbolo de que el país que preside está peleando una guerra– pero que no sentó bien entre los asesores de Trump e, incluso, dio lugar a una polémica sobre si era o no una falta de respeto hacia Estados Unidos presentarse así ante el presidente.

El líder ucraniano debió de tomar buena nota de aquello porque desde entonces cada vez que se ha visto con Trump ha lucido chaqueta, camisa y pantalones de traje. De color negro, eso sí.

En segundo lugar, Bremmer cita la mejoría en las relaciones que Trump mantiene con los líderes europeos que han acompañado a Zelenski durante su visita: Ursula von der Leyen, Emmanuel Macron, Friedrich Merz, Keir Starmer, Giorgia Meloni, el finlandés Alexander Stubb y el ex premier holandés Mark Rutte (en calidad de secretario general de la OTAN).

El inquilino de la Casa Blanca siempre se ha llevado bien con Meloni, Rutte y Stubb (con quien comparte afición al golf). Con los demás, empero, la relación ha mejorado sustancialmente después de que acordasen aumentar sus respectivos gastos en Defensa hasta el 5% del PIB y, sobre todo, después de haber aceptado sin grandes discusiones o aspavientos unos aranceles del 15%.

“Además, hay que contar con que los líderes europeos se muestran cohesionados y dispuestos a proveer cada vez más apoyo directo a Ucrania”, señala Bremmen. “De hecho, ahora mismo el apoyo de los europeos a los ucranianos excede el que presta Estados Unidos”. En otras palabras, sentencia el experto, su presencia este lunes en Washington demuestra que detrás de Zelenski ya no se encuentran nombres propios sino una parte cada vez más significativa de la OTAN.

Al concluir el encuentro el presidente ucraniano ha declarado haber tenido su mejor conversación con Trump hasta la fecha (una declaración que ya hizo, por cierto, tras verse con él en el Vaticano). Y ha añadido: “Aunque creo que, quizás, la mejor está por llegar”.

“Parece que Zelenski por fin ha entendido cuál es la fórmula ganadora”, señalaba no sin cierto sarcasmo la cronista Madeline Grant en la revista The Spectator minutos después. “Asentir, sonreír y decir lo menos posible”.