Agencias
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La Cámara de Representantes de EEUU aprobó este jueves por 218 votos a favor frente a 214 el proyecto de ley presupuestario y fiscal de Donald Trump, tras una jornada maratoniana que empezó con la reforma atascada por una insólita rebelión dentro del propio Partido Republicano y un discurso récord del líder de la minoría demócrata  Hakeem Jeffries, que habló 8 horas y 45 minutos.

El proyecto ahora pasará a manos de Trump para su promulgación en el plazo que él quería, ya que ha expresado en varias ocasiones su deseo de rubricar la ley para el 4 de julio, Día de la Independencia de EEUU.

El bautizado por el republicano como el "gran y hermoso proyecto de ley" busca hacer permanentes las deducciones fiscales que aprobó el presidente en su primer mandato (2017-2021) y aplicar importantes recortes presupuestarios que afectarán a programas como Medicaid, además de aumentar las partidas para seguridad fronteriza y defensa.

El proyecto ómnibus que ha dividido al Partido Republicano, ha roto la unión del presidente con Elon Musk y que, además de aumentar la deuda, podría dejar a 12 millones de estadounidenses sin ningún tipo de cobertura médica al restringir el programa Medicaid que el Gobierno federal ofrece a las personas de bajos ingresos.

Tras una primera aprobación en la Cámara Baja el pasado 22 de mayo y el visto bueno del Senado este pasado martes con el voto de desempate del vicepresidente, JD Vance, la normativa,  recibió finalmente este jueves su autorización final.

El último obstáculo al que ha hecho frente han sido las 8 horas y 45 minutos del discurso con el que el líder de la minoría demócrata en la Cámara Baja intentó retrasar el voto para obstaculizar el proceso.

Los republicanos solo podían permitirse tres bajas entre sus propias filas. Finalmente, solo dos se desmarcaron de la línea del partido.

Presión de Trump a los díscolos

En los últimos días tanto Trump como el presidente de la cámara, el conservador Mike Johnson, habían incrementado la presión contra los legisladores reticentes.

"Esta podría ser la votación más importante que cualquiera de nosotros haga en toda su vida. (...) El presidente de Estados Unidos espera con su pluma. El pueblo estadounidense espera este alivio. Ya hemos oído suficiente. Es hora de actuar. Terminemos el trabajo por él votando a favor", había dicho Johnson este jueves justo antes de proceder al voto.

Para lograr que el número suficiente de congresistas republicanos dieran su visto bueno a la iniciativa, se produjo una maratoniana ronda de contactos entre miembros del partido de Trump y el propio presidente.

Según informaron medios estadounidenses, se logró convencer a la más de media docena de legisladores que consideraban inaceptable las modificaciones que la Cámara Alta realizó en el texto, de casi 900 páginas, sin que haya que cambiar a grandes rasgos la letra del actual borrador a cambio de Trump emplee órdenes ejecutivas en favor de determinados distritos electorales.

Los principales puntos de fricción para los congresistas republicanos eran el aumento del déficit (que se calcula en unos 3 billones de dólares más en 10 años) o los recortes en ciertos programas sociales y otras partidas que introdujo el Senado en su versión.