Nueva York
Publicada
Actualizada

El cruce de acusaciones y ataques personales que han protagonizado Elon Musk y Donald Trump en las últimas horas supera cualquier divorcio mediático conocido hasta la fecha.

Una alianza política hecha añicos en cuestión de horas que abre ahora una cruenta guerra entre el hombre más rico de Estados Unidos, con enorme influencia en los mercados financieros y redes sociales, y el mismo presidente al que hace unos meses ayudó a llegar a la Casa Blanca.

Con donaciones de campaña superiores a los 200 millones de dólares, y que contribuyeron a que su partido lograra la mayoría en el Congreso sin oposición interna. Al menos hasta ahora.

El combate comenzó en la tarde del jueves en la Casa Blanca cuando Trump admitió la amarga salida de su socio a los periodistas: "Elon y yo mantuvimos una gran relación. No sé si la tendremos más", dijo en tono de ruptura irremediable.

Y lo hizo después de que su hasta ahora estrecho colaborador calificara de "abominable" la reforma fiscal aprobada por la mayoría republicana en la Cámara de Representantes, el primer proyecto legislativo de calado impulsado por el presidente estadounidense en su segundo mandato.

Musk respondió a ese comentario de manera instantánea con una ristra de mensajes en la red social X sin filtro ni mesura: respondió "sí" a un usuario que preguntó si Trump debería ser destituido. Señaló que su otra medida estrella, los aranceles, "causarán una recesión en la segunda mitad del año"; y tanteó la posibilidad de fundar un partido político que represente al "80% de la gente en el centro".

Pero su ataque más agresivo vinculó a Trump con uno de los casos de explotación sexual y pederastia más mediáticos de la historia: "Es hora de lanzar la bomba realmente grande: Donald Trump aparece en los archivos de Epstein. Esa es la verdadera razón por la que no se han hecho públicos. ¡Que tengas un buen día, DJT! (las siglas de Donald John Trump)".

Musk soltó este mensaje sin aportar más pruebas sobre una sospecha que ya ha sido planteada y debatida años atrás sin afectar al tirón electoral de Trump.

A lo largo de la noche, Musk compartió en X, la red social de su propiedad, antiguas declaraciones y videos del actual mandatario en fiestas organizadas por el difunto Jeffrey Epstein, un personaje muy conectado con la élite neoyorquina de los años 2000. Al mismo tiempo, el presidente prometió en Truth, su red social, anular los contratos gubernamentales con las empresas de Musk.

¿Quién puede salir peor parado?

Por un lado, desde la Casa Blanca y con la mayoría republicana en el Congreso, legislativo, Trump tiene el poder de obstaculizar los negocios de Musk con aranceles y otros desincentivos dirigidos a los vehículos eléctricos fabricados por Tesla, a la vez que se suprimen los millonarios contratos gubernamentales con la firma aeroespacial SpaceX.

De hecho, según Bloomberg, el empresario ha perdido hasta 34.000 millones de dólares en cotización bursátil durante la agitada jornada.

Sin embargo, Musk, quien fue el principal donante de la campaña de Trump, ha demostrado un enorme interés en la política estadounidense.

El anuncio de su respaldo en la recta final de la carrera electoral supuso el empuje definitivo para el republicano, mientras los demócratas se hundían con la caótica salida de Joe Biden.

El empresario no tiene problemas en gastar su enorme riqueza, de más de 300.000 millones de dólares, para impulsar a sus candidatos favoritos y controla a su antojo el algoritmo de una auténtica arma de opinión pública, la plataforma X.

"Sin mí, Trump habría perdido las elecciones y los demócratas controlarían la Cámara.(…) Cuanta ingratitud", ha llegado a afirmar Musk en uno de sus incendiarios mensajes.

¿Musk puede dividir al 'trumpismo'?

El empresario apareció por primera vez junto a Trump en un mitin de octubre y no se bajó del escenario durante el resto de la campaña.

Tras la victoria de noviembre, su llegada a Washington le llevó a ser considerado el auténtico "poder en la sombra".

Una omnipresencia mediática -con su hijo en el Despacho Oval, en el Air Force One, en reuniones de alto nivel del Pentágono, en visitas de mandatarios extranjeros…- que la portada de TIME ilustró a las pocas semanas en una portada que sentó muy mal en la Casa Blanca y mostró los primeros signos de una "lucha de egos" entre Musk y Trump.

A pesar de algunas filtraciones, como la supuesta pelea entre Musk con el secretario de Estado, Marco Rubio, los dos hombres trataron de acallar los rumores con apariciones públicas.

Ahí demostraron su completo desentendimiento de los protocolos políticos, como la exhibición de coches Tesla organizada en los jardines de la Casa Blanca o la intervención del magnate en la reunión de gabinete, quien habló por encima de otros secretarios de mayor rango.

A pesar de los recortes indiscriminados, el cierre de agencias federales y el despido de más de 200.000 empleados públicos, promovidos por su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE en inglés), tan solo ha podido ahorrar al gobierno 175.000 millones de los más de 2 billones que prometió. Y ni siquiera hay suficientes datos que respalden esa cifra de ahorro a las arcas públicas.

De hecho, la reforma fiscal aprobada por la mayoría republicana en la Cámara de Representantes y apoyada por Trump hace lo contrario al aumentar el déficit y la deuda nacional, según la propia Oficina de Presupuestos del Congreso.

"No solo no reduce el déficit presupuestario, sino que lo incrementa, y eso socava el trabajo que está haciendo el equipo de DOGE", declaró Musk el fin de semana pasado tras su salida de la administración Trump.

Esa polémica reforma y las trabas impuestas a la fabricación y venta de vehículos eléctricos, contraria a los intereses de Tesla, habrían sido los detonantes de su desencanto con el presidente, aunque Musk niega esta última hipótesis.

Otros enemigos de Trump

Su salida no solo cesa la lealtad al "trumpismo", también deja en el aire el apoyo económico que había prometido brindar a los candidatos del "trumpismo" en las elecciones al Congreso de 2026, planteadas como un referéndum al huracanado regreso de Trump.

¿Será capaz de abrir una brecha en las filas republicanas? Musk no es el primer aliado de Trump que acaba en su larga lista de enemigos: Su exvicepresidente Mike Pence, su exsecretario de Estado, Mike Pompeo, y su exembajadora ante la ONU, Nikki Haley, ya pasaron el mismo viacrucis. Pero ninguno tuvo el poder de Musk para abrir una alternativa a Trump.

Las armas de Trump

A la autoridad real que Trump concentra en Washington se une el mayor poder que representa su marca: la capacidad de salir airoso de cualquier escándalo sin ahuyentar a su fiel masa de votantes.

Con Trump no han podido las cuatro causas judiciales que llegó a tener abiertas y que se esfumaron con su victoria, ni las acusaciones de abuso sexual, ni tampoco las declaraciones de antiguos colaboradores suyos como John F. Kelly, su exjefe de gabinete, que lo calificó de "fascista con tendencias dictatoriales”.

"No me importa que Elon se vuelva contra mí, pero debería haberlo hecho hace meses", ha alardeado Trump.

Si Musk decide ir a fondo en su guerra contra Trump, sus empresas pueden verse muy afectadas porque el mandatario puede utilizar en su contra el mismo conflicto de intereses que generaba su presencia en la Casa Blanca.

SpaceX presta diferentes servicios a la NASA por varios miles de millones de dólares; trabaja con el Ejército en su programa Starshield y ha firmado varios contratos para proveer vehículos Tesla a diferentes agencias.

En este sentido, Musk afirmó que SpaceX desmantelaría la nave espacial Dragon, que utiliza la NASA como vehículo de transporte al espacio, pero horas más tarde se retractó sin dar más explicaciones.

Pero la amenaza de Trump ya está sobre la mesa: "La forma más fácil de ahorrar dinero en nuestro presupuesto, miles de millones y miles de millones de dólares, es terminar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon". Un mensaje tras el que las acciones de Tesla cayeron el jueves un 14%.

Si las cosas se tuercen rocambolescas, algunos medios estadounidenses apuntan a que se podría revisar la ciudadanía estadounidense de Musk (nacido en Sudáfrica), ya que aparentemente incumplió las exigencias de su visado de estudiante cuando abandonó Stanford para fundar sus primeras empresas.

"Deberían iniciar una investigación formal sobre su estatus migratorio porque creo firmemente que es un extranjero ilegal y debería ser deportado del país de inmediato", aseguró el ideólogo populista Steve Bannon, crítico frecuente de Musk, al New York Times.

¿Ha encontrado Trump su enemigo final? Los próximos días y meses se tornan ahora indescifrables en la principal potencia del mundo, mientras la oposición demócrata, completamente ausente, se recompone manteniendo el silencio. La destrucción puede llegar desde dentro.