Entre la Casa Blanca, el Capitolio y los organismos internacionales se esconde una de las ciudades más violentas de EEUU, Washington DC, con unos índices de criminalidad que no dejan de aumentar y que han obligado a las autoridades a imponer un toque de queda nocturno para menores de edad.

Solo en lo que va de año los delitos violentos en la capital de Estados Unidos se han disparado un 38 % respecto al año pasado, con aumentos significativos de robos (63 %) y de abusos sexuales (16 %).

Especialmente preocupantes son los 166 homicidios ocurridos desde enero, un aumento del 27 %, ya que de seguir esta tendencia se batirá el récord de las últimas dos décadas.

Policía de Washington patrullan en bicicleta por la ciudad DC Metropolitan Police Department

Las estadísticas oficiales todavía no contabilizan a Kevin McDowell, la última de las víctimas, un hombre de 34 años asesinado de un disparo el sábado por la noche en el noreste de la capital.

En la capital del poder estadounidense, donde se toman decisiones que impactan al resto del mundo, han sido incautadas casi 2.000 armas en lo que va de año.

Tres jóvenes que ha podido entrevistar Efe, Jess, Lauren y Sasha están muy preocupados porque la semana pasada escucharon disparos de entre unos árboles a un par de calles de sus casas y también porque el otro día, hubo un robo de un vehículo un poco más allá. Eso sí, jóvenes y adultos coinciden: esto antes no pasaba.

Preocupación vecinal

"Ha habido un aumento de la delincuencia en el último año y medio", cuenta Jess, un vecino del barrio de Woodridge en DC preocupado porque últimamente hay personas que disparan al aire en un parque al lado de su casa.

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Él es uno de los cuarenta vecinos que se han reunido una tarde de verano en una esquina del barrio con un concejal y dos agentes para hablar de seguridad.

Han acudido personas de todas las edades, algunas con sus hijos, para denunciar diferentes preocupaciones: "A mi marido le robaron el coche". "Mi calle es muy oscura de noche y tengo miedo". "No recibí el SMS de alerta cuando hubo el último tiroteo".

Pero todas sus demandas coinciden: más policías, más cámaras y más iluminación de noche.

Lauren, una de las vecinas, reflexiona sobre las causas del deterioro de la seguridad y se le ocurren varias ideas, como que la salud mental ha empeorado por la pandemia de covid-19, han proliferado las armas o faltan oportunidades para los jóvenes.

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"No sé muy bien cuál es la causa. Lo que sí sé es que mis vecinos y yo vivíamos en un barrio pacífico pero ahora tenemos miedo y no queremos tener miedo", explica.

Consciente del malestar social, la alcaldesa de Washington DC, la demócrata Muriel Bowser, anunció medidas para atajar la espiral de violencia en una rueda de prensa la semana pasada que tuvo que ser interrumpida brevemente para informar de un tiroteo que finalmente no pasó a mayores.

Además de prometer un aumento de la presencia policial y de cámaras de vigilancia, el gobierno local impuso un toque de queda nocturno para menores de 17 años, ya que muchos de los detenidos por la violencia son adolescentes.

Una de las siete zonas donde se aplica el toque de queda es Chinatown, a pocas calles de la residencia del presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

Muchas armas

Sasha Francis, otra vecina de Woodridge, fue víctima de la delincuencia juvenil cuando menores de edad le rompieron los cristales del coche para robarle. "Eran niños, casi no llegaban a la ventanilla", explica.

Tras esa experiencia, esta mujer tiene claro que hay que atender los problemas de los jóvenes y propone expandir las escuelas técnicas donde puedan aprender oficios. "Si los atendemos haremos más difícil que cometan delitos", reivindica.

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Hay quien va más allá. Algunos políticos y comentaristas locales hablan de "zona de guerra" e incluso han pedido a la alcaldesa que solicite al Gobierno federal el despliegue de la Guardia Nacional en la ciudad.

Para el expolicía Roy Taylor el problema actual se origina por el fácil acceso a las armas, la crisis de drogadicción que ha generado el fentanilo y el insuficiente número de policías en Washington, que cuenta con 3.200 agentes locales.

"Que la gente siga la Segunda Enmienda - que blinda el derecho a portar armas- no es un problema. El problema es que las armas se usen para cometer delitos. Debería castigarse más duramente el uso de armas para disparar a gente", opina el hoy experto en seguridad pública